Rosalinda Ballesteros

Rosalinda Ballesteros

La Ciencia de la Felicidad

Antes de preocuparnos por el estrés o el burnout en el trabajo deberíamos fijarnos cómo preparamos a nuestro cuerpo para la acción y nuestro bienestar: ¿comemos, dormimos o nos ejercitamos como es debido?

Son tres elementos sumamente básicos, pero que cotidianamente descuidamos y pueden ser una de las causas por las cuales el ir al trabajo no resulte estimulante o convierta la experiencia en un desastre.

¿Quién puede trabajar con alegría o energía si no está consumiendo los alimentos suficientes y adecuados?

¿Cuántas historias conoces de accidentes laborales por somnolencia?

¿Quién puede tener la fuerza, rapidez física o mental, los reflejos, para responder a una exigencia laboral si pasa casi la totalidad del día sentado?

Es así de básico, pero a veces le echamos la culpa al jefe, al ambiente laboral, a la organización, al sistema, al país… 

No nos damos cuenta que nosotros mismos estamos limitando nuestro bienestar integral.

Te invito a cambiar el mindset de cómo ves el comer, dormir y moverte. No las podemos seguir mirando como necesidades obligatorias para sobrevivir, pues nos sirven para llenarnos de energía y poner nuestra biología en balance.

Signos y síntomas

Hay compañeros de trabajo y jefes que todo el tiempo están de mal humor.

Muchos tienen ese comportamiento porque no han comido, no han dormido o carecen de la resistencia física para enfrentar la jornada. 

Mal comer nos puede provocar sueño o falta de energía. Hay colaboradores que se han acostumbrado a postergar sus horas de alimento bajo la premisa de que primero está el trabajo. Nada más falso. 

Pasa lo mismo con el sueño. Una persona sin dormir aumenta al doble el riesgo de sufrir accidentes fatales en el trabajo; carece de ganas de escuchar, vive ausente, le falla la memoria, se le dificulta operar con números, se desconcentra y no puede realizar actividades de precisión con eficiencia, según especialistas del sueño de la UNAM.

Por último, la falta de ejercicio –además de la irritabilidad que provoca el cansancio, incluso de estar sentado– debilita el sistema inmunológico, que se suma a los problemas de la obesidad, diabetes, presión arterial alta, infartos, etc. 

Un coctel funesto.

¿Y la receta para el bienestar mental?

Todos la sabemos, pero no la aplicamos: hay que comer, dormir y ejercitarse bien.

Debes recordar que el cuerpo humano no fue diseñado para el tipo de vida que hoy le damos.

Las cantidades de carbohidratos, en particular el azúcar (en forma de refrescos, licores o garnachas, por más gourmet que parezcan), no las pueden procesar nuestro metabolismo, nos engordan, enferman y aturden; reducen nuestros reflejos y agilidad física y mental. 

Mientras no hubo electricidad, por lo general dormíamos lo que la noche duraba.

Y hasta hace un siglo, el hombre todavía caminaba muchos kilómetros diariamente, y su trabajo requería de un considerable consumo de energía. Hoy nos movemos muy poco.

Más allá de las calorías, del peso ideal, hay que consumir los alimentos que sí procesa nuestro cuerpo, en cantidades adecuadas y en un horario fijo. No necesitamos ser modelos.

Prepárate para ir a la cama: deja las actividades que te exigen mucha atención, merienda al menos una hora antes de acostarte y ligero, no veas pantallas, ni mensajes; procura meditar, platica con tu familia. 

¿Y cuánto debes ejercitarte?

No te propongo que te vuelvas campeón olímpico. Al menos haz más ejercicio que hoy.

Si son 15 minutos al día, está muy bien; pero en un mes, puedes aumentar un poco; si ya haces dos horas, no está mal un incremento. 

Cuando decimos mover, es eso, moverse. Si vas al gimnasio, haces yoga o corres, pero pasas el resto del día sentado, estás limitando los beneficios.

Levántate cuantas veces puedas del asiento; camina en lugar de usar el auto; si puedes, trabaja o estudia de pie, y mira tu programa favorito mientras realizas alguna actividad física, etc.

Aquí empieza la magia. Cuando comes bien y a tus horas, es más fácil que logres dormir; cuando duermes bien, el antojo por alimentos altos de calorías se reducen, recobras serenidad y recuperas la energía; si tienes energía, te dan ganas de ejercitarte, y si te ejercitas, duermes mejor y se despierta en tu mente el deseo de alimentarte sano. 

Si te fijas, algo tan terrenal puede ser la causa de tu sensación de estrés o burnout. 

Regresar a los básicos de vez en cuando, como comer, dormir o ejercitarse, y revisar cómo están tus hábitos, te puede ayudar a sentirte mejor, lo cual es la base del bienestar mental.

Comer, dormir y ejercitarse | Rosalinda Ballesteros

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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