• Hay varios errores a la hora de cuidar la salud mental y también hay muchas maneras de corregirlos.
  • Para descubrir cuáles son estos fallos, dos expertos en la materia platicaron y coincidieron que el principal es separar la salud mental de la física.
  • Además, es importante dejar espacio para relajarse y no estigmatizar emociones.
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La salud mental y su cuidado es cada día más relevante en un mundo frenético y volátil donde más personas padecen depresión o ansiedad.

Factores como la carga laboral, la crisis económica, la pandemia, los traumas, el estrés y el consumo de alcohol y drogas influyen en su aparición.

Aunado a ello, el exceso de información, la hiperproductividad o el empeoramiento de la calidad de vida, avivan la sensación de vacío y afectan nuestra salud mental. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este concepto como «un estado de bienestar en el que cada individuo desarrolla su potencial; puede afrontar las tensiones de la vida; puede trabajar de manera productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad». 

En México, 1,590,583 personas padecen alguna condición mental; de estos, 54% son hombres y 46% mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi 2022)

Entonces, ¿cómo cuidar tu salud mental? ¿Qué hay que tomar en cuenta cuando buscamos un equilibrio en todos los ámbitos de nuestra vida? Ana Sanchez Anegón, terapeuta emocional y CEO de El Animal Emocional, y Alejandro Martínez Rico, especialista en Psiquiatrasonline.org coinciden en que estos son los principales errores a evitar:

1. Separar la salud física y la mental

Ya lo decían los romanos: «mens sana in corpore sano». Un error es separar el enfoque integral e ir al síntoma en lugar de a la causa. Sánchez Anegón recalca que no podemos separar la salud física de «la mental, emocional y espiritual».

«Por mi trabajo, cada vez compruebo más que la salud física es la última desembocadura», explica. «La somatización de las emociones está muy ligada a problemas de dolor crónico».

Los seres humanos no somos máquinas con piezas que se puedan separar y reparar en el taller antes de volver a ser insertadas. Comprender que todo en el cuerpo y la mente está interrelacionado es el primer paso para encaminarse a un mejor autocuidado.

 2. No realizar actividad física

No practicar un mínimo de ejercicio diario también repercute negativamente en la salud mental, que está ligada a las hormonas de la felicidad.

«Los famosos 8,000 pasos al día pueden aumentar la serotonina y endorfinas igual que los fármacos que podamos prescribir para la depresión», señala Martínez.

De hecho, hay estudios que apuntan a que una hora de deporte semanal previene la depresión, mientras que otros señalan que el ejercicio también mejora el estado de ánimo en personas que ya la padecen.

El especialista en psiquiatría destacó un término clave: activación conductual. «Se trata de hacer actividades acordes a nuestros valores y mantenernos activos e involucrarnos en actividades que, para nosotros resultan placenteras. Es un paso importante para romper el círculo vicioso de ánimo bajo o tristeza», dice.

Las opciones son muchas: puedes apostar por caminatas y excursiones, pasar tiempo en la naturaleza, cocinar, etc; el punto es estar en movimiento.

3. No dejar descansar a la mente

Sánchez asegura hace que la aceleración de procesos actual afecta la salud mental.

«Los ritmos de vida han cambiado y eso exacerba la ansiedad y la depresión. Hay demasiados estímulos que procesar y un exceso de información que no sabemos digerir, lo que lleva a la aparición de pensamientos intrusivos», explica. 

«Se está estigmatizando lo importante que es estar sin hacer sin nada; observándonos a nosotros mismos para conocernos realmente y saber qué queremos, qué necesitamos, qué nos gusta, qué nos sobra». Sánchez compara la mente con el aparato digestivo: «hay que darle tiempo para digerir las cosas».

La terapeuta destaca, como solución, hacer huelga al consumo «fast food» de la información, rechazando o reduciendo el consumo de las noticias amarillistas destinadas a crear miedo. También recomienda tomar conciencia del robo de la atención constante que supone pasar muchas horas al día pegados al celular y a las redes sociales.

«No vas a dejar de usarlas de golpe, pero puedes reducir el uso de ellas, o al menos saber que es como comida basura que, en exceso, no va a sentarte bien», dice.

 4. No prestarle atención a la ansiedad hasta que es crónica

«Hemos normalizado vivir con unos niveles frenéticos de ansiedad que antes o temprano llevan a que muchas personas acaben completamente bloqueadas con cuadros ansiosos-depresivos, que en muchos casos se cronifican», apunta Martínez.

Un error es no tomar cartas en el asunto, ya que la prevención es vital «para no llegar a unos niveles que precisen de un abordaje intensivo por especialistas».

El psiquiatra recuerda que existen técnicas sencillas de aprender en internet como la respiración abdominal o la relajación muscular progresiva que nos pueden ayudar a reducir los niveles de estrés. «Son muchos los pacientes que quedan impresionados del poder de dichas maniobras cuando comienzan a practicarlas», destaca.

En cuanto a las herramientas que mejor funcionan para combatir la ansiedad, el médico menciona dos: La meditación y el mindfulness.

«Si bien es cierto que, sus efectos no son inmediatos y requieren paciencia y dedicación para comenzar a ver los resultados, son una inversión en nosotros mismos que lograrán disminuir nuestros perjudiciales niveles de ansiedad», concluye. 

5. Estigmatizar emociones como la ira o la tristeza

La sociedad actual impone una dictadura obligada de la felicidad; un fenómeno exacerbado por las redes sociales, que toman como medida del éxito la fama, la belleza o el dinero, sin dejar espacio a la expresión de emociones consideradas erróneamente como negativas, como pueden ser la ira, la tristeza, la rabia, el miedo o la frustración.

No en vano muchos estudios destacan que una semana sin TikTok e Instagram ayuda a reducir la ansiedad. O que los adolescentes experimentan graves problemas de autoestima, depresión, pensamientos suicidas o trastornos de la conducta alimentaria agravados por el uso de las redes.

«Hay que darse espacio para sentir toda clase de emociones», recalca Sánchez. «En este sistema hay emociones que se estigmatizan por considerarse poco productivas». El capitalismo quiere que las personas sigan consumiendo, gastando. Sin embargo, recuerda que todas las emociones son válidas y tienen una función biológica de sobra conocida. 

Lo negativo es reprimirlas y no darse espacio para expresarlas. Además, una buena salud mental no implica estar feliz todo el tiempo, sino tener la capacidad de sentir la gama completa de emociones de manera adecuada y sana, así como tener recursos emocionales propios para estar cómodo con ellas.

Tienes que permitirte estar enojado, triste, iracundo o apagado. Es también parte de la vida, que se mueve en una amplia gama de grises. 

6. Autocensurar emociones y pensamientos

Sánchez recuerda la importancia de no censurar la expresión de las ideas, emociones y pensamientos, sino buscar entornos seguros donde poder compartirlas, utilizar el ensayo y error para aprender a diferenciar los contenidos que realmente valen la pena. «El control también es censura, a mi juicio».

La terapeuta cree que el fast food de contenido de salud mental, incluso las estafas o las fake news son «inevitables». Es cada persona quien debe aprender a diferenciarlas por sí misma. «Cada uno va a seguir su propio camino de autoconocimiento sorteando obstáculos».

Por ello, también celebra la diversificación del contenido. «A día de hoy tienes, charlas, libros, otros canales de información… Puede que te equivoques al elegir uno, pero ya has dado el paso más grande: pasar de una postura pasiva a la acción, a la búsqueda de autoconocimiento». 

7. Dejar de lado la intuición como herramienta de autoconocimiento

La cultura occidental actual subestima el poderoso mecanismo que supone la intuición para estar en el mundo, cuidar la salud mental y tomar decisiones más acertadas. 

«En terapia trabajo para que las personas aprendan a escuchar su intuición y a potenciarla. Es información sin filtros, una corazonada que llega desde lo emocional y a la que hay que prestar atención», destaca Sánchez.

Para ella, dejar de lado la intuición es un error, y debería ser una herramienta integral para construir una sabiduría propia y explorar el interior de uno mismo. 

8. Pensar que solo hay que ir a terapia cuando aparece una patología

Una falsa creencia sobre la terapia es creer que solamente es una herramienta válida o necesaria ante la aparición de patologías o trastornos mentales como la ansiedad o la depresión. «En este mundo tan complicado, la terapia propicia un entorno de silencio y un refugio para reconectar con uno mismo, no juzgarse, enfrentarse a una crisis espiritual y tener conversaciones profundas».

Los especialistas recalcan que a sus sesiones apenas acude gente con algún trastorno. Esto ya que ella pone en práctica un enfoque más holístico de salud integral. «La gente puede reencontrarse con su niño interior y volver a la esencia». «Conociéndote a ti mismo puedes relacionarte mejor con los demás y quererlos de forma más sana».

Tiene un enfoque optimista. «En esta crisis de valores actual la gente ha vivido la desaparición de la tribu, de la comunidad, la pérdida de confianza en las instituciones, el gobierno, la familia o la religión, y se siente más desamparada». Pero ella contempla el escepticismo y la desafección como una oportunidad de reinicio y de empoderamiento, de volver al origen.

«La gente quiere hablar de los temas profundos que realmente inquietan a la humanidad, duelo, muerte, amor, sexo…». Al final, cuidar de la salud mental y profundizar en el autoconocimiento, como bien recuerda esta terapeuta, permite volver a las eternas preguntas. ¿Quién soy? ¿Y para qué he venido?

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