• Cada vez se habla más de salud mental en el trabajo y de la necesidad de activar estrategias para mejorar las condiciones de los empleados
  • Larraitz Urrestilla y José J. Burgos, expertos en gestión de personas, explican cuáles son las claves para avanzar en este desafío.
  • Entérate a continuación de las diversas experiencias al respecto.
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Las nuevas dinámicas de trabajo, implementadas a raíz del Covid-19, han supuesto un cambio de paradigma hasta en la salud mental.

El empleo en línea o los modelos híbridos fomentaron un incremento en la jornada laboral autoimpuesto en la mayoría de las ocasiones por los propios empleados. En 2021, 54% reconocía que se queda trabajando más allá de su hora de salida.

Esta dinámica a menudo viene derivada de la gran carga de tareas que tras la pandemia. Los más afectados son los que se encuentran en un entorno digital, debido a que son más propensos al trabajo a distancia y están hiperconectado; dificulta aislarse de las responsabilidades laborales. 

El aumento de las cargas de trabajo, la difuminación de la línea que separa los espacios privados de los laborales, el afán por ser productivos y el miedo a perder el trabajo ante tiempos inciertos son factores que generan estrés y ansiedad e influyen directamente en la salud mental. 

Pero los empleados están empezando a priorizar otras cosas más allá de la seguridad laboral.

Pero, ¿qué es tener salud mental en el trabajo?

Larraitz Urrestilla, la directora de gestión de personas en Krean, explica que tener salud mental en los espacios de trabajo supone contar con un entorno de confianza. Ahí, as relaciones son sanas y puedes expresar cómo te sientes. 

También «es tener la conciencia de que en la empresa vamos a poder adquirir los recursos personales y laborales para mejorar en nuestro trabajo. Es tener tranquilidad de que en la empresa están pendientes de mi salud física y mental».

Para el fundador y CEO de Fresh People, José J. Burgos, la salud mental en el trabajo no solo se define por la ausencia de estrés o burn out, sino por los sentimientos positivos hacia el trabajo y por un compromiso con la empresa sostenido en el tiempo. 

Los expertos avisan de que las empresas tienen un papel fundamental en el cuidado de la salud mental de sus trabajadores, ya que esta cuesta billones a la economía y afecta a la productividad.

 Investir en salud mental es invertir en productividad, algo que las empresas aún no han entendido del todo, declaró Urrestilla. 

Reconocer el problema y «darte cuenta de que existe»

El primer paso que una empresa puede tomar para mejorar la salud mental de sus empleados es «ser consciente de la realidad de la organización; de su distribución; de cómo se efectúa la coordinación o cómo son las relaciones, tanto en el entorno físico como si hablamos de recursos», explica Larraitz.

Igual que las firmas realizan encuestas de satisfacción del consumidor o se entregan a mejorar sus productos o servicios, para Urrestilla es igual de necesario conocer la realidad de la compañía desde el punto de vista de los trabajadores para valorar en qué se puede mejorar. 

Para Burgos, las organizaciones escuchan a sus equipos de manera superficial.

«Tenemos que ser capaces de acercarnos a las personas y darles la opción de que expliquen qué necesitan para poder desarrollar su trabajo de la mejor manera».

Pero la realidad es que, con el paso del tiempo, esta claridad se convierte en miedo a expresar a los jefes lo que se piensa.

Cada empresa tiene un funcionamiento y un modo de hacer las cosas, por lo que no todas las recetas son válidas.

«La comunicación es fundamental para poder saber dónde están los problemas y que la gente pueda transmitir sus ideas de mejoras con total tranquilidad», puntualiza la directora de personal. 

Buscar la eficiencia en el reparto de tareas

Uno de los principales elementos que perjudican la salud mental en el trabajo es la carga de trabajo, factor que influye incluso más que la propia precariedad, según un reciente estudio. 

Llevar a cabo muchas tareas puede suponer un riesgo para la salud mental cuando superan las capacidades físicas y mentales de los empleados. 

Los momentos de tensión o estrés en lo laboral son habituales y no tienen por qué suponer una amenaza. Pero, si esos picos se convierten en algo constante, los empleados se acaban agotando.

Para mejorar este aspecto del trabajo, podemos hablar de la gestión del tiempo, pero también de la dirección de las prioridades. 

Para ello, el CEO de Fresh People propone tener claridad desde el principio. 

«Fomentar contextos de claridad desde la contratación, el seguimiento del talento, la fijación de objetivos, el desarrollo o la compensación» para poder encontrar posibles desajustes.

«En los sectores en los que el trabajo tiende a acumularse, como aquellos de cara al público, una de las herramientas que tienen las firmas es compaginar tareas con más carga con aquellas menos pesadas y que puedan resultar en un alivio temporal dentro de la jornada laboral», señala Urrestilla. 

Por supuesto, no se trata de que esos tiempos de alivio resulten en una menor productividad, sino que lo que se haga tenga un menor impacto físico o mental del trabajador. «Esto requiere gestión, planificación y dedicar tiempo a jugar con las distintas piezas que tenemos». 

En otro tipo de compañías, «si asignamos los grandes proyectos siempre a los mismos, estos acabarán agotándose. Es más eficiente para la empresa que el siguiente proyecto tenga una carga de trabajo menor». 

En definitiva, se trata de «jugar con los márgenes que tiene la organización para equilibrar las cargas. Para ello, hay que ser creativos», asegura Urrestilla. 

Tomar conciencia de la importancia del bienestar de las personas

Según la experta en personal, hay que tomar conciencia de la importancia del bienestar de las personas. «Tenemos que partir de aquí». 

Invertir tiempo en una buena planificación de las tareas y un mejor reparto de las mismas para no cargar a los trabajadores tiene que tener en el centro de la discusión.

«De otra manera, el impacto será claro. Sin salud mental de los trabajadores, tendremos absentismo, personas agotadas, una alta rotación, y esto repercute directamente a la productividad de la empresa», comenta Urrestilla.

Este bienestar debe desarrollarse en un «contexto de seguridad externo muy relacionado con el trato humano y correcto. Ahí, las personas puedan sentirse seguras, en un sentido amplio, en su puesto de trabajo», declara Burgos. 

Además, no tener una planificación para crear buenos entornos de trabajo «supone un efecto negativo con costos añadidos en la búsqueda de personal, formación del puesto y gastos asociados a tener nuevo personal cada poco tiempo». 

Tener un buen liderazgo, una de las principales claves

Aplicar de manera real y efectiva estos primeros cambios en las organizaciones pasa indispensablemente por tener buenos liderazgos

«El líder tiene que estar atento a su trabajo y a su área de actuación, pero también debe estar disponible para las personas».

Urrestilla especifica que se trata de «cambiar el paradigma y el esquema mental» de los responsables que tienen personal a su cargo. 

«Es donde se encuentra la verdadera clave. Si estoy al servicio de las personas y me comprometo a ello como parte de mis responsabilidades, voy a cuidar de ser competente también en esta área». 

Sin embargo, para Burgos, el rol del gestor debe ser el de «generar el contexto de seguridad y la oportunidad para desempeñar el trabajo lo mejor posible, así como entender bien a cada persona de su equipo y aportarles lo que necesitan para cumplir juntos una misión común». 

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