A 54.9% de las personas en el país les resulta imposible adquirir una canasta alimentaria con lo que ganan por trabajar. ¿No se le eriza la piel cuando lee esta cifra?
La mirada está puesta en los más de 1 millón de empleos perdidos, como producto del SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19. Claro, no es un problema menor pues quedarse sin trabajo es un detonante en el aumento del Índice de Pobreza por Salario, que previo al Covid representaba 35.7% de la población.
Mi cuestionamiento es si estamos viendo la postal entera: México, aunque no es un problema exclusivo de este país, es un mercado laboral disfuncional y para sacar de la pobreza por ingreso a más mexicanos una campaña de corte social de otorgar préstamos, pues, queda corta e inconsistente.
La pobreza salarial es uno de los mayores retos que México tiene por delante. Si me permiten un comparativo, es como un pulpo y sus tentáculos abarcan varios aspectos que dificultan al país salir bien librado. Uno de ellos es la informalidad.
Sin dinero y sin atención médica
Para nadie es desconocido que hay una proliferación en la contratación informal, lo que da como resultado hay trabajadores que no solo ganan poco, sino que carecen de prestaciones mínimas de Ley como la seguridad social. En resumen, en el caso de más de 10 millones de mexicanos no hay para comer ni para recibir atención medida puntual en caso de enfermedad (y no pensemos en un caso extremo, como el Covid).
Como cifra para recordar: al primer trimestre de 2020 el número de ocupados informales era 31 millones en contraste con los 24.3 millones de formales. Es decir, el sector informal es 27.6% más grande que el formal.
El otro tentáculo de ese pulpo está en los salarios. En 2019, los mexicanos con hasta un salario mínimo sumaron 11 millones 60,229 personas, mientras que en 2020 la cifra supera los 12 millones 533,000 personas.
Tras la crisis económica de 2008, la recuperación de este Índice de Pobreza tomó alrededor de 10 años, de acuerdo con estimaciones del Centro de Estudios para el Empleo Formal (CEEF). ¿Qué nos haría pensar que un préstamo o cualquier medida de índole cortoplacista cambiaría la situación si quiera en los próximos dos años?
De fondo, si no hay mecanismos para brindar un rápido apoyo a los hogares en situación de pobreza, México quedará en un estado de vulnerabilidad, más del que está.
No habrá una vacuna tan poderosa, poniéndolo en términos médicos, que controle los daños de una población empobrecida por ingresos. Las personas, con fuerte necesidad económica, tienden a recurrir a esquemas de trabajo informal, incrementa el trabajo infantil; se pide a familiares mayores que regresen al mercado laboral para juntar ingresos y resolver las necesidades.
¿Se imagina usted pidiéndole a sus papas de más de 70 años que salgan a la calle para contratarse donde puedan y juntar más dinero?
Pues a ello agregue otro tentáculo de ese pulpo, con el que cierro esta colaboración y lo invito al a reflexión: no contar con políticas públicas que atiendan a la población con un ingreso medio es la otra bomba de tiempo que tiene México. Si no se apoya con medidas a largo plazo, no solo a los que no tienen, sino a los que están perdiendo salario, habrá un movimiento de escaño; la gente con ingreso medio entrará en una situación más precaria y aquellos con pobreza asociada a no tener si quiera para comer no saldrá del atolladero.
Vivimos un momento de incertidumbre en cuanto al periodo necesario para la recuperación del mercado laboral, pero podemos pensar en opciones para ir caminando, como focalizar la atención en los grupos más vulnerables, extender el seguro de garantía para quienes pierdan el trabajo; generar un plan de apoyo que incluya ayuda fiscal y asesoría en capital humano para los empresarios, y que estos tengan la opción a generar más empleos formales.
Claro, en estas medidas no se me ocurre realizar una reforma al Sistema de Pensiones, que comenzará en los siguientes dos años, y que aumentará la carga económica de los empleadores cuando el pago de pensiones pase de 5.15% al 13.87%.
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