• Este 16 de octubre se cumplen 100 años desde que el imperio Disney inició como un simple estudio de animación.
  • Hoy, Bob Iger está a cargo de la compañía. Su principal tarea es regresarle su antigua gloria.
  • Iger considera que algunas de las divisiones de la compañía ya no son indispensables, específicamente la televisión por cable.
  • ¿Ya conoces nuestra cuenta en Threads? Síguenos.

Un día como hoy, hace 100 años, Walt y Roy O. Disney fundaron el estudio de animación que dio origen a la actual The Walt Disney Company, uno de los mayores conglomerados de medios y entretenimiento del mundo. 

A lo largo de ese siglo de existencia, la marca Disney ha quedado indisolublemente asociada al concepto de entretenimiento familiar, con propiedades intelectuales capaces de apelar a distintas generaciones y de generar miles de millones de beneficios.

Esto es gracias a una hábil combinación de vías de explotación que incluye sectores tan diversos como hoteles, cruceros, parques temáticos, televisión tradicional y la producción cinematográfica.

Los últimos 20 años de Disney ilustran a la perfección cómo la eclosión de Internet trasformó de manera profunda un modelo de negocio que ahora las compañías tradicionales tratan de recomponer. Disney, en particular, ha vivido en la última década una crisis profunda tras años de dominio indiscutible. 

La compañía quemó muchas de sus naves para competir en la guerra del streaming. Ahora, con un mercado que presiona por tener beneficios en un entorno de competencia feroz, intenta recuperar algo de esa flota que le llevó a reinar en un mar de prosperidad.

El capitán designado es Bob Iger. El CEO regresó a la compañía a finales del año pasado a petición del Consejo de Administración. La esperanza está en que él pueda traer algo de la magia que lo caracteriza. 

Crónica de una crisis anunciada

La situación en la que Disney se encuentra actualmente es el resultado de su respuesta a los cambios estructurales. Estos comenzaron a evidenciarse en el sector de los medios y del entretenimiento a partir de la segunda década de 2000. 

Netflix, con un modelo de negocio que muchos cuestionaban, no paraba de ganar cuota de mercado. A esta aparente prosperidad del negocio digital —del que compañías como Disney decidieron mantenerse al margen— se unió el fenómeno del cordcutting, que impulsaba el negocio de la televisión por cable. 

Disney decidió probar suerte con una infraestructura propia directa al consumidor con la firme creencia de que sería la respuesta de todos sus males. La jugada no terminó de salir bien.

La compra de BAMTech, la solución tecnológica sobre la que se sustenta Disney Plus, resultó ser más cara y menos eficiente de lo que se esperaba. Además, el lanzamiento de Disney Plus se hizo apostando por la exclusividad, lo que supuso renunciar al dinero que obtenían dando a terceros licencia de sus contenidos.

Las operaciones directas al consumidor también contribuyeron a la erosión de algunas de sus propiedades intelectuales más valiosas, en gran medida por la sobreexplotación que se ha hecho de ellas para abastecer Disney Plus. 

La primera era de Bob Iger en Disney

Bob Iger tomó las riendas de la compañía en 2005, inaugurando una de sus etapas más prósperas. Fue uno de los artífices de la actual Disney, gracias en gran medida a adquisiciones estratégicas, como Marvel, Lucasfilm y Pixar.

La clave de su plan maestro fue apostar por propiedades intelectuales con suficiente potencia para plantar una semilla que germinara a través de una explotación diversificada. Dentro de ese esquema, los eventos cinematográficos eran la pieza clave. 

El éxito de esa primera ventana era el punto más alto de una cascada de explotación. Esta continuaba con venta de licencias, explotación en parques temáticos, venta de mercansía, secuelas, precuelas, etc.

El último legado de Iger, antes de dejar la compañía, fue el lanzamiento de Disney Plus. La cuota de mercado que estaba consiguiendo Netflix —que contrastaba significativamente con su escaso desarrollo digital— lo animó a dar luz verde al desarrollo de una infraestructura que les ofrecía algo muy valioso: un nuevo punto para conocer y explotar la propiedad intelectual, mediante el establecimiento de relación digital directa y propia con sus clientes. 

Sin embargo, la decisión implicaba renunciar al dinero que, de manera pasiva, ganaban vendiendo licencias. Al final, ni los datos de consumo que ha proporcionado el negocio digital ni su meteórico crecimiento en clientes —consiguió superar la barrera de los 100 millones de suscriptores en poco más de un año— fueron suficientes para cubrir las fuentes de ingresos que rechazaron.

Iger puso fin a su etapa en Disney en 2020. Eligió a Bob Chapek como sucesor, el responsable de Parques, Experiencias y Productos de Disney.

Lo cierto es que Chapek nunca terminó de convencer como CEO de la compañía. Su excesivo pragmatismo, su desconexión con el aspecto más creativo de la marca y, sobre todo, su pobre gestión de la crisis pandémica acabó con su salida a finales de 2022.

El consejo de administración no tardó en llamar a Iger, quien aceptó regresar para enderezar el rumbo de la compañía. 

La segunda era de Bob Iger en Disney

Todas las miradas han estado puestas sobre el ejecutivo tras su regreso a la compañía a finales del 2022. Tiene dos misiones fundamentales: designar a un nuevo sucesor y dirigir a la compañía al terreno de rentabilidad de antaño.

Para lograrlo parece que será necesario perfilar una nueva Disney, aligerada del peso que la está lastrando. En su primera fase, las divisiones parecían un rompecabezas en el que todas las piezas eran necesarias y encajaban en armonía. Hoy, algunas se consideran prescindibles.

El cambio más significativo podría venir de la mano del negocio televisivo y cómo se configura dentro de su oferta. Lo que llegó a ser una de sus principales vías de ingresos, ahora se percibe, en palabras de Iger, como algo “no nuclear”.

El CEO ha declarado estar está abierto a una posible venta de activos, que podría afectar a cadenas como ABC, FX, National Greographic y Freeform. También a dar entrada a un partner estratégico para la gestión de ESPN, una de las joyas de la corona de Disney.

Del lado de los contenidos, la estrategia pasa por restaurar el sistema anterior, basado en el producto premium y el estreno evento. Disney aspira a corregir los efectos que la sobreexplotación de propiedad actual ha provocado en algunas de sus propiedades estrella.

Esto se refiere específicamente a productos mediocres cuyo pobre rendimiento es sintomático de cierta pérdida de atractivo entre la audiencia. 

Producir menos y mejor será la máxima a partir de ahora. Disney también se despidió de la exclusividad. Con la reactivación de la venta de licencias buscan obtener ingresos directos y encontrarse con el público objetivo, esté donde esté.

Una de las unidades de negocio que podría salir mejor parada de esta reorganización será la división de parques temáticos y cruceros, que este año ha generado un beneficio de 10,000 millones de dólares (mdd).

La fe de Disney en ella es evidente. Ya anunció que los próximos 10 años destinará 60,000 mdd para expandir sus parques temáticos en el mundo y ampliar su línea de cruceros, Disney Cruise Line. 

Iger sabe mejor que nadie que solo con una base financiera sólida es posible tomar decisiones estratégicas para crecer en el entorno actual. Los parques temáticos y cruceros están perfectamente posicionados para convertirse, a futuro, en el principal sustento de la compañía.

Así desbancará a la división de Media & Entertainment Distribution, que aloja las operaciones de televisión lineal, streaming y venta de licencias.

Con el regreso de Iger, el rumor de que la compañía pueda venderse ha retomado fuerza. Se asume que Apple sería el comprador más lógico. Ambas marcas están alineadas en prestigio, su cultura empresarial es parecida y sus caminos ya se han cruzado en varias ocasiones. 

No obstante, el CEO ha negado el rumor en múltiples ocasiones y sigue centrado en su plan de reorganizar los activos, que, hasta el momento, ha dado pocos resultados.

Tampoco se puede esperar un milagro. Iger se encontró con una compañía en una situación muy delicada y que atraviesa dificultades en casi todas sus divisiones. 

La caída de suscripciones, la contracción del mercado publicitario y el aumento del costo de la programación deportiva han erosionado su negocio de televisión por cable.

La taquilla de Indiana Jones —su gran apuesta para este año— fue decepcionante y Disney Plus no para de perder dinero (4,000 mdd en 2022), lo que aleja cada vez más su objetivo de entrar en beneficios con la plataforma en 2024. 

Hace unos días, Bloomberg publicó que Iger está abrumado y exhausto hasta el punto de cuestionarse si valió la pena volver. Sin embargo, desde a fuera, el mundo tiene claro que él es el único capaz de devolverle a la compañía su antiguo esplendor.

AHORA LEE: Así conquista Disney a los Millennials y Gen Z para que gasten dinero en sus parques temáticos

TAMBIÉN LEE: Disney abre las puertas de su archivo para celebrar su 100 aniversario

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en Facebook, Instagram, Twitter, LinkedIn, YouTube, TikTok y Threads

AHORA ESCUCHA:

AHORA VE: