En un webinar sobre política petrolera de la consultora Eploc, que tuve el gusto de moderar hace dos días, los agudos analistas Luis Miguel González, Fluvio Ruiz y Miriam Grunstein, plantearon aspectos esenciales sobre el futuro y los retos de Pemex.
Resumo mis propias reflexiones, con algunos puntos que en esta columna hemos abordado.
Sin duda, el futuro de México está íntimamente ligado al de Petróleos Mexicanos. El objetivo claro del Gobierno es que a partir de la segunda mitad del sexenio, la empresa estatal sea la verdadera palanca que impulse el desarrollo y el crecimiento del país. Para ello, la estrategia es dejar de exportar petróleo y ser autosuficientes en gasolinas, dejando de importarlas.
Sí, hay voluntad política por fortalecer a Pemex, pero se requiere un cambio de enfoque.
Las metas de producción alegremente reiteradas, de aumentar en un millón de barriles diarios para fin de la administración, parecían irrealizables. Ahora, la meta se redujo 50%, es decir, aumentar medio millón de barriles cada 24 horas para alcanzar una producción de 1 millón 200 mil barriles. Aún así tampoco luce viable, a partir únicamente de la explotación de aguas someras y campos terrestres.
Riesgo en el yacimiento KMZ
Las cuencas marinas y terrestres del sureste llevan medio siglo explotándose y no dan para mucho más. Los procesos de recuperación mejorada resultan muy costosos y no garantizan grandes resultados.
Además, se está sobreexplotando el gran yacimiento Ku Maloob Zaap en la Sonda de Campeche, el cual representa casi la mitad del total de la producción, rebasando su óptima explotación técnica y económica, acelerando su declinación natural, con el único propósito de cumplir metas cortoplacistas.
Es indispensable reanudar actividades en aguas profundas y en recursos no convencionales de gas y aceite de lutitas, a través de asociaciones con diversas empresas, para reducir el riesgo inherente a este tipo de actividades y su elevada inversión, que no un gasto.
Poco ya se menciona que Pemex perforó con éxito 34 pozos exploratorios en aguas profundas, de los que 60% resultaron con viabilidad comercial, porcentaje por arriba del estándar internacional. Hay, pues, que sacar provecho del trabajo realizado y la experiencia acumulada de los técnicos de Pemex Exploración y Producción de los que mucho nos debemos enorgullecer.
Preocupa la refinación
En cuanto a refinación, el panorama es más preocupante. No parece justificado seguir obcecados en metas de proceso de crudo. Es incomprensible que el indicador sea cuánto crudo metemos a las plantas, con lo que elaboramos más combustóleo, en lugar de pensar en la rentabilidad para producir destilados de mayor valor económico, como gasolinas, cuya producción ha caído 5%, comparando el promedio del primer semestre de este año con el de 2018.
A la vez, las ventas internas de Pemex se han desplomado 27% en gasolinas y 33% en diesel. En un solo año, la empresa perdió 13% de las gasolineras de su franquicia. Actualmente una de cada tres gasolineras son de marcas diferentes y los privados ya están importando 20% de las gasolinas y 38% del diesel que se vende a nivel nacional.
Cambiar a fondo la estrategia
Poco se ha esforzado Pemex por competir exitosamente. Pareciera que su ventaja es ahora que la CRE está limitando los permisos para nuevas estaciones de servicio a marcas diferentes, afectando la libre competencia que debe imperar en beneficio del consumidor.
Mientras tanto, en el primer semestre la deuda global de la empresa productiva del Estado alcanzó niveles récord: 2,461 millones de dólares, 24% más que al cierre de 2019.
Así que fortalecer a Pemex implica un cambio a fondo de la estrategia, tanto en el enfoque productivo como en ajustes financieros.
Correo: eduardo.marin@eploc.mx
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