• La frase "renuncia silenciosa" ganó fuerza en las últimas semanas.
  • Los trabajadores de entornos minoritarios lo han realizado o, al menos, delimitaron límites laborales.
  • La tendencia está creciendo entre más empleados de diversos sectores.
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El mundo laboral pasa por fases y, de vez en cuando, los empleados se unen en términos que sienten que los empoderan para tomar el control de sus vidas, como la renuncia silenciosa

Como muchos de nosotros hemos estado buscando maneras de establecer mejores límites entre nuestra vida laboral y personal, los trabajadores de todos los orígenes continúan enfrentándose contra el agotamiento a medida que persisten los problemas de la pandemia. 

Muchos de nosotros sentimos una afinidad cuando hablábamos de llevar a cabo esta acción. ¿Te callas? ¿Cuándo puedes renunciar de manera silenciosa? ¿Deberías presumirlo?

Es una frase que ganó fuerza después de que Insider publicara una historia y ha estado «rebotando» en las redes sociales. 

No agotarse en el empleo y hacer exactamente lo que se espera, o tal vez incluso menos, parecía ser la respuesta más reciente a nuestras luchas.

No es algo nuevo

Pero la renuncia silenciosa no es un fenómeno nuevo, especialmente para los trabajadores de entornos marginados.

Los defensores de la diversidad dicen que la idea de realizar la renuncia silenciosa está cobrando impulso en parte porque empleados blancos están «haciendo ruido» al respecto. 

«No es hasta que afecta a las personas blancas, no es hasta que afecta a las personas heterosexuales, que colectivamente decimos: ‘Tenemos que empezar a hablar de esto'», dijo Tiffany Jana, directora ejecutiva de TMI Consulting. 

«No es genial que la gente se vea obligada a actuar de esta manera, pero al mismo tiempo, es bueno que se esté generalizando». 

Renunciar en silencio se ha convertido en una solución sobre la que algunos trabajadores están dispuestos a explayarse. Más trabajadores exigen salarios justos, opinar sobre cómo se administran sus respectivas compañías y mejores beneficios que respalden el bienestar y la salud mental. 

Para muchos, es un lujo y debe hacerse con cuidado para evitar meterse en problemas en el empleo. Históricamente, los trabajadores de entornos subrepresentados han sentido que tienen que hacer más que sus colegas blancos. 

Complicaciones

Navegar por los límites de la renuncia silenciosa y lo que podría considerarse como no hacer el trabajo puede ser más complicado para ellos. 

Rahkim Sabree, el autor de «Financialmente irresponsable», escribió en una publicación de LinkedIn que las personas de color a menudo corren el riesgo de ser etiquetadas como desinteresadas; no calificadas o con bajo potencial si solo hacen lo que se espera de ellos o incluso si se desempeñan mejor en sus roles. 

«Se debe hablar más de esto, ya que los medios de comunicación y las redes sociales celebran o ridiculizan la ‘valentía’ de las personas que renuncian silenciosamente con privilegios. Esto sin reconocer específicamente la valentía de aquellos que ponen en peligro todo su futuro con una baraja ya injustamente apilada», escribió Sabre.

«Es insensible a las personas que desearían poder renunciar tranquilamente pero no pueden permitirse el lujo de perder su trabajo o tener la gestión del desempeño como un arma en su contra», agregó Sabree.

En este grupo, clasificó a las personas de color, indígenas y aquellas con discapacidades, entre otros.

Los consultores de diversidad señalan que el hecho de que tantas personas se movilicen para la renuncia silenciosa debería mostrarles a los empleadores que deben cumplir las promesas que hicieron hace dos años sobre la diversidad y la equidad en el lugar de trabajo. 

«Los directores ejecutivos deben invertir más tiempo, energía y recursos en el desarrollo de su cultura, en el desarrollo de sus empleados», dio a conocer a Insider Jasmine Hill, directora ejecutiva de Radiant Slate Consulting. «La gente está cansada».

Estas son las historias de tres mujeres que se abrieron sobre por qué sintieron que tenían que renunciar en silencio. Esto las ayudó a lidiar con las microagresiones en el trabajo y recuperar su sentido de identidad. 

1. Sacha Thompson: ‘Llegaron las 5 y cerré’

Para Sacha Thompson, la renuncia silenciosa era una forma de lidiar con culturas tóxicas y colegas que no la respetaban. 

Thompson, una mujer negra de 47 años que trabajó en las empresas estadounidenses durante años, indicó que experimentó muchas microagresiones a lo largo de su carrera. 

En una ocasión, en su primer día con un empleador, destacó que estaba en una reunión cuando un colega blanco se volvió hacia ella, inclinó la cabeza y le preguntó: «¿Qué te califica para estar aquí?».

Ninguno de los colegas blancos de Thompson en esa reunión, que también estaban en su primera junta, se enfrentó a la misma pregunta.

Thompson, que tenía años de experiencia, se graduó de una universidad competitiva y participó activamente en numerosas organizaciones de liderazgo, se sintió obligada a poner límites a su vida laboral debido a los casos en los que sintió que la trataban de manera diferente a sus colegas. 

Dejó de dedicar largas horas a ese empleo y solo hizo lo que se requería. «Quiero decir, llegaron las cinco en punto y cerré», afirmó.

Pero cuando salió de ese sitio, Thompson consideró que «cobró vida». «Regresaba a casa y era la presidenta de nuestra asociación de exalumnos negros en mi universidad. Estaba activa en mi iglesia, en mi hermandad de mujeres. Hablaría a los estudiantes sobre el liderazgo. Fue muy diferente de lo que experimenté en el lugar de trabajo».  

Para muchas personas que renuncian silenciosamente, la alegría y el propósito se encuentran fuera del trabajo, indicó Thompson. Agregó que las personas negras se han dedicado a realiza esta acción durante generaciones. 

«Siempre ha existido esta necesidad de separar la vida del sustento. Si estabas en la plantación, si estabas trabajando en los campos, necesitabas ese tiempo, ese descanso, para ser humano», apuntó Thompson. 

«Cuando pensamos en el trauma generacional, particularmente en las comunidades negras y latinas, continúa de generación en generación». 

2. Besia: ‘ Me castigaron por mi voz … Renunciar silenciosamente se hizo necesario’

El verano pasado, Besia, una maestra de California, dejó de dedicar gran parte de su tiempo personal a su trabajo. La decisión, declaró, fue «un medio de supervivencia». 

Como la mayoría de los maestros, la mujer de 29 años, negra y filipina, no estaba siendo compensada por las varias horas que laboraba antes y después de cada día escolar.

Se esperaba que trabajara durante el almuerzo y gastó su propio dinero en útiles escolares, algo común en las escuelas públicas. 

Harta, Besia, quien le pidió a Insider que no usara su apellido para poder hablar libremente, describió que sus jefes, que eran blancos, le pidieron que hablara más bajo en el salón de clases.

«Existe el mito de la mujer negra ruidosa», informó Besia a Insider. «Hay una connotación en decirle a una mujer negra que se calle. Me reprendieron por mi voz». 

Sintiéndose abatida por esto y por lo que percibió como otros desaires, Besia sintió que quería irse. Pero la madre soltera inscribió a su hijo pequeño en la escuela a un precio reducido. En lugar de irse, dejó de trabajar horas extra.

«La renuncia silenciosa se hizo necesaria», consideró Besia. «Finalmente fui yo valorando mi propio tiempo y mi salud mental. Me di cuenta de que esto no es justo. No es una compensación equitativa».  

Finalmente, Besia tuvo suficiente, y para ella, esta acción se convirtió en su partida real. 

En mayo, se volvió cada vez más abierta sobre cómo sus condiciones de trabajo eran injustas e inequitativas. La escuela, puntualizó, la despidió en respuesta. 

Desde entonces, Besia ha encontrado empleo en otro centro educativo. Ahora informa a los directores, uno de los cuales es una mujer negra, que apoyan su bienestar y su carrera, indicó.

«Yo no era complaciente (…). No podría estar más feliz».

3. Laura: ‘Estoy en el punto de no retorno’

Laura, una directora de marketing de 38 años en Arizona, empleo la renuncia silenciosa el minuto después de que concluyó su revisión anual de desempeño a mediados de mayo. 

Le pidió a Insider que no publicara su apellido porque no quería perder su trabajo. 

Durante la reunión en persona, Laura, que es blanca, abogó por un aumento de salario, citando investigaciones que mostraban que estaba siendo mal pagada por sus años de experiencia, así como por alguien que tiene un MBA, algo que había obtenido recientemente.

Laura también le recordó a su jefe cómo pasó meses trabajando de 50 a 60 horas a la semana antes de la pandemia.

La respuesta de su jefe la dejó atónita. El director ejecutivo miró a Laura y contestó rotundamente: «No puedo justificar un aumento salarial solo porque te endeudaste como estudiante para obtener un MBA. Y si no soy el gerente para ti, inicia tu renuncia dentro de los 30 días a partir de ahora». 

Si bien la organización sin fines de lucro terminó dándole un aumento de 6%, que según el director ejecutivo era más alto que el aumento de 4% que recibieron sus colegas, la conversación fue un punto sin retorno, consideró Laura.

«Es solo cuestión de tiempo antes de que me vaya», agregó. «Siento que la gerencia está tratando de sacarme. Eso como si fuera una alborotadora en la oficina por pedir algo que sea equitativo para mantener a un empleado». 

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