• Los escáneres cerebrales sugieren que la psilocibina, presente en los hongos "mágicos", puede "recablear el cerebro", según los científicos.
  • Este efecto podría subrayar el potencial de la droga, junto con la terapia, como antidepresivo, dijeron.
  • Se necesitan ensayos más amplios para validar los resultados y determinar la duración de los efectos.
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Científicos afirman que la psilocibina, compuesto psicoactivo de los llamados hongos mágicos, podría ser una alternativa a los tratamientos convencionales contra la depresión.

Investigadores del Imperial College de Londres y de la Universidad de California en San Francisco analizaron los escáneres cerebrales y descubrieron que la psilocibina ayudaba a «reconfigurar el cerebro» de los pacientes. Las personas con depresión suelen experimentar una intensa conectividad entre algunas partes del cerebro y una débil entre otras.

El estudio descubrió que la psilocibina ayudaba a moderar la intensidad y a potenciar la conectividad débil.

Los cambios en la actividad cerebral se correlacionaron con una reducción de los síntomas, indicaron el martes los autores del estudio publicado en la revista Nature.

«Por primera vez descubrimos que la psilocibina funciona diferente a los antidepresivos convencionales. Hace que el cerebro sea más flexible y fluido, y menos atrincherado en los patrones de pensamiento negativo asociados a la depresión», dijo David Nutt, director del Centro Imperial de Investigación Psicodélica.

«Esto confirma que la psilocibina podría ser un enfoque alternativo real para los tratamientos de la depresión», dijo.

5% de los adultos —280 millones de personas— de todo el mundo padecen depresión, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los antidepresivos más eficaces suelen tener efectos secundarios. Pueden empeorar los síntomas si se dejan de tomar repentinamente y no funcionan para todo el mundo.

El uso de drogas como la psilocibina, para el tratamiento de la salud mental no es una idea nueva. Sin embargo, la investigación en este campo es difícil de hacer dado que los «hongos mágicos» son ilegales en muchos países.

Aunque acogen con satisfacción los resultados, los investigadores advierten del peligro de consumir psicodélicos sin supervisión.

«Puede sonar trillado decirlo, pero creo que la terapia con psilocibina abre la mente. Ese es su punto fuerte», declaró al Times Robin Carhart-Harris, exdirector del Centro Imperial de Investigación Psicodélica. «Pero también podría decirse que ahí está el riesgo; hay que gestionarlo y acompañarlo de apoyo psicológico».

Para la investigación se utilizó psilocibina fabricada en laboratorio en pacientes de estudios previos

Para obtener los resultados, los científicos evaluaron el impacto de la psilocibina fabricada en laboratorio en los cerebros de los participantes en dos ensayos clínicos realizados en 2016 y 2020.

El primer ensayo, un estudio de 16 participantes que recibieron dos dosis semanales de psilocibina junto con la terapia, reveló reducciones «rápidas» y «sustanciales» en la gravedad de la depresión seis meses después del tratamiento, dijeron los autores del estudio.

Un segundo ensayo estudió a 59 personas con trastornos depresivos graves. Un grupo recibió psilocibina y el otro recibió el fármaco antidepresivo escitalopram, conocido como Lexapro. Un grupo recibió dos dosis de 25 mg de psilocibina, con tres semanas de diferencia, y seis semanas de un fármaco ficticio; y el otro grupo recibió dos dosis de 1 mg de psilocibina, con tres semanas de diferencia, y seis semanas de dosis diarias de Lexapro.

Según los autores del estudio, no se produjeron cambios en la red cerebral en respuesta al Lexapro. Pero con la psilocibina, las vías neuronales del cerebro se interconectaron más y se correlacionaron con mejoras en la gravedad de los síntomas de la depresión tres semanas después de la terapia, dijeron.

A pesar de los prometedores resultados, los investigadores y los expertos independientes advirtieron que era necesario realizar más investigaciones.

«Sabemos que algunas personas tienen recaídas, y puede ser que después de un tiempo sus cerebros vuelvan a los patrones rígidos de actividad que vemos en la depresión», dijo Carhart-Harris, autor del estudio, en un comunicado.

Carhart-Harris dijo que el mismo mecanismo podría funcionar para otras enfermedades mentales, como la anorexia o la adicción.

«Ahora tenemos que comprobar si esto es así, y si lo es, entonces hemos encontrado algo importante», dijo.

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