- En las clases de música quizá conozcas de los grandes compositores de siglos pasados; pero ¿sabías que la música electrónica existe gracias a una mujer?
- Aunque en vida no fue reconocida por sus aportaciones, los primero hallazgos de la estructura molecular del ADN lo hizo una mujer.
- Una actriz admirada por su belleza fue la inventora de la innovación que ahora se emplea en tecnologías como el WiFi, el Bluetooth y el GPS
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Gertrude «Truda» Benham y su pasión por explorar
Nacida en 1897, Gertrude Benham comenzó a escalar desde muy temprana edad, y acumularía en su vida más de 300 cumbres y siete vueltas al mundo en expediciones a pie, barco y tren.
En 1909 se convirtió en la primera mujer —y la primera persona inglesa— en escalar los seis kilómetros para alcanzar la cima del Kilimanjaro, una montaña conformada por tres volcanes (Shira, Mawenzi, Kib), ubicada en Tanzania. Viajaba sola y en sus escaladas la acompañaban guías locales; sin embargo, en esta ocasión, los hombres que iniciaron con Gertrude la travesía en el Kilimanjaro encontraron varios esqueletos en el camino y detuvieron el viaje por considerarlos señales de «espíritus malignos».
Gertrude escaló sin guías el último kilómetro y alcanzó la cima sola.
Otra hazaña de «Truda», como era conocido entre amigos, ocurrió en 1904, cuando, a los 36 años, llegó a las Montañas Rocosas de Canadá. Su meta era alcanzar tantas cimas como le fuera posible antes de que finalizara el verano. En esa época, las montañas no tenían nombre y estaban numeradas del uno al diez. Gertrude decidió comenzar por la uno.
Lo que no sabía es que el explorador norteamericano, Charles Fay, había llegado con la misma meta. De hecho, la Junta de Geografía de Canadá le había preguntado a Fay qué pico quería escalar para ser bautizado con su nombre. Fay eligió también el uno y emprendió camino muy temprano en la mañana con la determinación de ser el primero en conquistar la montaña.
Cuál sería la sorpresa de Fay cuando al llegar a la cima descubrió que Gertrude había alcanzado la cima primero.
Indignado por haber sido superado por una mujer, Fay se propuso escalar el segundo pico. Nuevamente, para cuando llegó a la cumbre, Gertrude ya había llegado a la cima y estaba camino a conquistar otras cinco montañas. Eventualmente y a pesar de haber sido el segundo en llegar a la cima, la montaña número dos sería nombrado Pico Fay.
Sin embargo, al este de la rocosas se encuentra un conjunto de tres picos, llamado Truda, en honor a la exploradora.
Los viajes de Gertrude la llevaron —además de Canadá y Tanzania— a Fiji, Nueva Zelanda, Tasmania, Australia, Japón, India, Egipto, Chile, Brasil, Zambia, Uganda, Kenia, Níger, Camerún, Uganda, Ruanda, Malawi, Mozambique, Tibet, Siria, Hong Kong, Belice, Trinidad, Nuevas Hébridas, Sri Lanka, Taiwán, Birmania y China.
Gertrude «Truda» Benham murió durante su octava travesía alrededor del mundo, en 1938, a los 71 años. Su cuerpo fue sepultado en el mar en las costas de África.
Hedy Lamarr, la mujer más hermosa es la madre del WiFi, el Bluetooth y el GPS
Conocida como «la mujer más hermosa del cine», Lamarr mostró su pasión por la actuación desde muy temprana edad. Sin embargo, durante las caminatas que realizaba con su padre, aprendió de ciencia y de cómo funcionaban los mecanismos de ciertos aparatos.
Esta curiosidad la siguió hasta Hollywood, donde haría una carrera como actriz de cine, y donde también ayudaría a crear la tecnología que precedería al Wifi, el bluetooth y el GPS.
Nacida en 1914, fue descubierta por el director Max Reinhardt a los 16 años, edad en la que comenzaría su carrera como actriz.
En 1933, a los 18 años, alcanzó notoriedad tras protagonizar la controversial película, Éxtasis. Las comunidades más conservadoras tacharon de impúdica la actuación de Hedy, luego de que se mostrara el primer desnudo integral en el cine y un acercamiento de su rostro durante un orgasmo.
Incluso Fritz Mandl, un comerciante de armas austriaco, —con quien se casó el mismo año en el que se estrenó Éxtasis— le reprochaba su actuación. El control de Mandl llegó al extremo de mantenerla encerrada; en alguna entrevista declaró que, en cuanto se casó con Mandl supo que no podría ser actriz mientras fuera su esposa. «Yo era como una muñeca. Yo era como una cosa, un objeto de arte que tenía que ser custodiado y encarcelado, sin mente, sin vida propia”.
A pesar de ser infeliz en su matrimonio, Lamarr debía sonreír durante las reuniones que organizaba para altos oficiales del partido nazi.
En 1937, Lamarr abandonó a Mandl y huyó a Londres, llevándose todo lo que aprendió de armas y estrategias bélicas durante las conversaciones con los socios comerciales de su esposo.
En Londres conoció a Louis B. Mayer, de los estudios MGM, quien le ayudaría a impulsar su carrera como actriz.
En 1940, Lamarr conoció a George Antheil, compositor de bandas sonoras y otro apasionado por inventar cosas. Lamarr y Antheil charlaban durante horas sobre su preocupación por la guerra que se avecinaba.
Ya iniciada la guerra, la actriz leyó la noticia de que el uso de torpedos se había pospuesto, ya que los ejércitos de las potencia Aliadas, temían que los países del Eje pudieran bloquear sus señales radiales y desviar su curso.
Lamarr acudió a su amigo Antheil y ambos inventaron un sistema de «saltos de frecuencia» entre las ondas de radio, para guiar a los torpedos hacia sus objetivos. Con estos saltos, se evitaría la intercepción enemiga y el torpedo podía encontrar su objetivo.
La patente le fue otorgada en 1942, con su apellido de casada: Hedy Kiesler Markey. Al no usarse el nombre con el que había alcanzado la fama, pocas personas supieron de su aportación a la ciencia.
De hecho, el ejército estadounidense rechazó utilizar esta tecnología durante la guerra y la patente expiró antes de que Lamarr pudiera ganar dinero de su invento.
Décadas después, la tecnología creada por Lamarr y Antheil sería la base para crear el WiFi, el bluetooth y el GPS; innovaciones que ahora nos resultan esenciales en la vida diaria.
Lamarr murió el 19 de enero de 2000; 14 años después fue incluida en el Salón de la Fama Nacional de Inventores.
Rosalind Franklin, la heroína invisible del ADN
Rosalind Franklin fue una brillante química británica. Su trabajo fue esencial para conocer, en 1953, la estructura molecular del ADN. También fue fundamental en descifrar las estructuras del ARN, los virus, el carbón y el grafito.
En vida, su trabajo no fue acreditado adecuadamente, por lo que se le conoce como la «heroína olvidada» y «la dama oscura del ADN».
Rosalind Franklin nació en 1920 y pronto descubriría su pasión por la ciencia. En 1941 se licenció en Ciencias Naturales y posteriormente obtuvo el doctorado en Fisicoquímica. Además, durante su estancia en París, conoció y dominó los aspectos prácticos de la aplicación de cristalografía de rayos X. Esta experiencia sería esencial para sus descubrimientos de la estructura molecular del ADN.
En 1950, Franklin recibió la beca Turner and Newall por tres años para trabajar en King’s College. Fue ahí donde, junto con su estudiante de doctorado Raymond Gosling, obtuvieron la imagen más nítida de la estructura del ADN.
En 1952 y gracias a estas imágenes y a su conocimiento en cristalografía, Franklin pudo conocer más acerca de la densidad de las moléculas del ADN, así como su organización en forma de hélice. Sin embargo, la científica nunca recibiría el crédito por estos hallazgos.
James Watson y Francis Crick, científicos que trabajaban en el laboratorio de la Universidad de Cambridge, utilizaron las imágenes de Franklin para publicar, en 1953, un artículo en el que describieron la estructura de doble hélice del ADN. La científica no tendría el crédito correspondiente y su aportación pasaría por alto en los círculos académicos.
10 años más tarde, Watson y Crick fueron galardonados con el premio Nobel de Medicina.
El 2 de diciembre de 1957, Franklin nombró a su colega del Birkbeck College, Aaron Klug, como principal beneficiario en sus testamento. Curiosamente, Klug ganaría el premio Nobel de Química en 1982 por sus desarrollos en la microscopía cristalográfica de electrones, área que Franklin dominaba.
Rosalind Franklin murió el 16 de abril de 1958. Fue hasta 1992 que el Patrimonio Inglés, la reconoció como «pionera en el estudio de estructuras moleculares, incluido el ADN…».
Sylvia Robinson, la madrina del primer éxito mundial del hip hop
Si bien los orígenes del hip hop y el rap pueden rastrearse a finales de las década de 1930, fue en 1979 cuando alcanzaron popularidad internacional. Y todo gracias la primera mujer en fundar y dirigir un sello discográfico.
Sylvia Robinson nació en 1935 y pronto haría notar su talento para la música.
Como cantante, colocaría varios sencillos en las listas de popularidad de R&B, entre 1957 y 1973. Éxitos como Pillow Talk y Love is Strange le dieron fama; sin embargo, en su faceta como productora las cosas serían diferentes. En 1960, Robinson produjo el álbum «You Talk Too Much» de Joe Jones, pero no se le daría crédito.
En la década de 1970, Sylvia Robinson se convirtió en la primera mujer en fundar y dirigir un sello discográfico: Sugar Hill Records.
En aquellos años, el hip hop era una expresión musical que no tenía la exposición mediática de otros géneros. Los artistas se daban a conocer en sus comunidades, improvisando rimas que nunca grabarían por falta de recursos. Sugar Hill Records abrió una puerta a ese talento.
Como directora ejecutiva de la discográfica, Robinson fue esencial en la creación de los primeros éxitos del hip hop, produciendo «Rapper’s Delight», de Sugarhill Gang, y «The Message», de Grandmaster Flash and the Furious Five.
«Rapper’s Delight» llegaría a la posición 39 de la lista del Billboard Hot 100 chart; sin embargo, llegó a ser muy popular en otros países, alcanzando los primeros lugares en las listas de Canadá, Holanda, España, Bélgica, Francia, Noruega, Suecia y Suiza.
La grabación acumularía más de 5 millones de unidades vendidas.
Sylvia Robinson murió el 29 de septiembre de 2011. Fue incluida en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 2022.
Daphne Oram, la mujer que inventó la música electrónica
¿Qué sería de Depeche Mode sin Daphne Oram? En la década de 1950, cuando la electrónica comenzaba a dar sus primeras señales, Daphne Oram ya experimentaba y creaba música con diferentes aparatos. Quizá esa necesidad de innovar musicalmente ya estaba escrita en el cosmos.
En 1942, cuando Daphne tenía 17 años, su padre, James Oram, invitó a un medium quien predijo que la joven tendría una carrera excepcional en la música. A pesar de aquella profecía, Daphne rechazó una plaza en el Royal College of Music. En su lugar, aceptó un trabajo en la BBC como ingeniera de sonido. Este y otros puestos similares estaban disponibles para las mujeres, ya que los hombres estaban en el campo de batalla de la II Guerra Mundial.
Entre sus actividades, Daphne tenía que colocar micrófono durante eventos en vivo y mezclar sonidos. En los primeros años, tenía que seguir interpretaciones musicales con un disco de vinilo; en caso de que algo saliera mal con la música en vivo, Daphne tenía que cambiar a la música grabada en el disco de manera imperceptible para la audiencia.
Con la llegada de las cintas de cassette, esta tarea se volvió menos laboriosa, y abriría la puerta a su gran aportación a la música.
Daphne dedicaría noches y días libres en grabar sonidos en citas; luego las cortaba, sobreponía, reproducía en reversa y a diferentes velocidades.
Finalmente, en 1958, la BBC le asignaría un cuarto especial y equipo viejo para que Daphne pudiera experimentar y crear sonidos nuevos. Así fue como nació el «Taller Radiofónico de la BBC».
Sin embargo, ejecutivos de la BBC le dijeron que tomara seis meses libre, ya que desconocían los efectos del sonido radiofónico en el cuerpo de la mujer. Daphne renunció y creó su propio estudio: Oramics para la Composición Electrónica.
En aquellos años, Daphne sentó las bases para la creación de nuevos instrumentos electrónicos. Gracias a sus descubrimientos y experimentos, es posible crear, mezclar y producir la mayoría de la música que hoy escuchamos.
Daphne Oram murió el 5 de enero de 2003, en una residencia para adultos mayores.
Este texto pertenece al especial Sobre Nosotras, historias que reflejan la vida de cientos de mujeres.
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