El entorno laboral no escapa a la deshonestidad en sus equipos de trabajo o a la gente que recurre a mentir.
Recientemente leí algunos artículos que abordan escándalos por robo, fraude y soborno, entre otras prácticas deshonestas.
Por ejemplo, Sanjay Kumar es empresario y ex director ejecutivo de la firma Computer Associates; fue condenado por ‘inflar’ los datos relacionados con los ingresos por licencias de software y mentir a los inversionistas. Esto representó a la organización una pérdida superior a los 2,000 millones de dólares.
Cuando se leen tales historias, uno puede pensar: “eso sucede solo en grandes empresas”. La realidad es que acontece a todos los niveles y a través de diferentes prácticas. La deshonestidad puede ocurrir en ‘robo hormiga’; la falsificación de documentos; el desvío de recursos; incluso, en procesos de reclutamiento, donde los candidatos falsean datos o incurren en prácticas deshonestas al tener la entrevista laboral.
Mentir en el trabajo no es un tema menor
No es un problema menor. Las organizaciones en América Latina pueden ver impactado el 10% de sus ingresos por comportamientos poco éticos por parte de los colaboradores; un estimación de Fernando Calderón, Managing Director en MIDOT México, empresa multinacional especializada en desarrollar e implementar soluciones para evaluar integridad, estabilidad y seguridad laboral en los entornos de trabajo.
La Association of Certified Fraud Examiners es una organización en Estados Unidos; estudia el impacto económico que el robo ocupacional genera a nivel global. Además, calcula que la pérdida económica por fraudes en las empresas supera los 3.5 mil millones de dólares anuales.
De acuerdo con datos de MIDOT, un 16% de los candidatos en Latinoamérica considera que está bien mentir sobre su pasado en términos de trabajo; pero sin ‘intención’ de hacer nada deshonesto en el nuevo espacio. La herramienta en la que más se miente es el currículum; de dos a tres de cada 10 personas que buscan empleo asegura haber ‘maquillado’ este documento, según estima Fernando Calderón.
El director de MIDOT reconoce que en los espacios de trabajo existen diversas prácticas que pueden impactar a las instituciones; entre estas se encuentra el robo hormiga, con mayor relevancia, así como el desvío y la malversación de recursos. Otra de las más concurridas es la falsificación de datos en el propio CV y en evaluaciones laborales a fin de conseguir una oportunidad.
Deshonestidad, también en candidatos
Tras diversos análisis y seguimiento de información realizado por esta firma enfocada en evaluaciones de integridad, se desprende que hay nuevas formas de engaño por parte de los candidatos, como la suplantación de identidad en las evaluaciones en línea. La forma en que este acto deshonesto opera consiste en que el candidato solicite a otra persona realizar, parcial o totalmente, los exámenes relacionados con la contratación, y cuyos resultados evaluarán las empresas para decir si elegir o no a la persona.
Éste es un ejemplo de práctica deshonesta y suscrita a candidatos en búsqueda de una oportunidad. Pero tan solo puede ser ‘la punta del iceberg’ de un problema mayor, pues el impacto de una mentira al tratarse de colaboradores contratados tiene costos ocultos severos.
“La integridad del colaborador puede cambiar años después de ocupar el puesto y la persona que actúa de manera poco integra racionalizará su falta ética”, dice Calderón. Imaginemos el costo que esto tiene sobre el clima, la moral y la productividad organizacional.
Cuando las mentiras son omnipresentes en el trabajo, las personas ya no pueden confiar entre sí. Cuando la confianza escasea, todos deben ser cautelosos. En resumen: la confianza se derrumba lo que genera ineficacia en la organización, fallas con los clientes, entre otros aspectos.
Los jefes no están exentos de actos deshonestos
En opinión de Fernando Calderón un desafío para las áreas de Recursos Humanos, o cualquier organización, es corroborar mediante evaluaciones específicas la integridad de la persona que será contratada, e incluso, repetir estas pruebas una vez que el profesional cuenta con cierta trayectoria. El director insiste: “mentir es una conducta que se ha normalizado” por variadas razones, así que no cotejar genera un fuerte impacto económico y de tiempo para las firmas.
Un error común -precisa- es asumir que no se necesita una verificación respecto a la integridad del colaborador, sobre todo en niveles superiores. Aunque es una realidad que entre mayor jerarquía se tenga en la empresa más daño puede causar un colaborador. Esto es una ‘razón de peso’ para hacer una evaluación que permita identificar desde un posible comportamiento deshonesto, hasta la inteligencia emocional de la persona.
¿Cómo detectar cuando alguien decide mentir en el trabajo?
Ante este panorama, es importante que las empresas tomen medidas para detectar las mentiras más comunes. Éstas son algunas recomendaciones para identificar a la mejor opción para contratar, limitar los riesgos de un perfil sobrecalificado y asegurar un alto nivel de confiabilidad:
- Hacer una medición especializada, lo que permitirá tener un panorama del perfil que está aplicando a la vacante, una visión que ayudará a detectar falsedades, determinar si hay algún riesgo y considerar la estrategia a diseñar para lograr potenciar las habilidades del empleado.
- Una vez contratado, se debe impulsar nuevas evaluaciones, la confianza es el pilar de cualquier organización, si el colaborador percibe que hay confianza en él/ella para tomar decisiones, considerará que posee un estatus mayor dentro de la empresa, lo que impulsará su empoderamiento.
- Tener expectativas realistas, cuando un nuevo colaborador entra a una organización y se da cuenta de que las promesas que le hicieron no fueron ciertas, se siente engañado y por consiguiente defraudado, lo cual eleva las posibilidades de que abandone el empleo.
- Aprovechar habilidades adicionales, si la empresa se esfuerza en identificar las cualidades “valiosas” y llevar a cabo planes para integrarlas en su trabajo, ambas partes saldrán beneficiadas.
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