Durante mayo, seguramente recordaremos cifras relacionadas con el trabajo: productividad, oferta laboral, nuevas regulaciones legales. Sin embargo, suele haber poco ‘foco’ en temas que también tienen un gran impacto en la vida de las personas y las organizaciones: los accidentes.
No hay que desdeñar lo que pasa en esa esfera. En México se presentan más de 800 accidentes de trabajo diarios que perjudican la salud de los colaboradores, según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
La Organización Internacional del Trabajo, por su parte, refiere que en el país se presentan 2,529 lesiones (no fatales) por cada 100,000 empleados. Si esta cifra nos parece poco significativa, hay un dato importante que debemos conocer. En cuanto a inspectores que contribuyan en prevenir accidentes, hay 0.1 por cada 10,000 trabajadores, estimaciones a enero de 2024.
Un mensaje nos debe quedar claro en estas fechas (y siempre): las condiciones físicas y las exigencias mentales del lugar de trabajo impactan en gran medida cómo se sienten las personas.
Además, los accidentes laborales tienen un importante costo humano, social y económico.No existe una cifra exacta; sin embargo, se calcula que atender un incidente representa unos 200,000 pesos en promedio, me comparte Iraís Ortiz, especialista en Ciencias en Salud Ocupacional, Seguridad e Higiene y asesora externa de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
¿Por qué, si las personas se accidentan hay poca inspección? ¿Algunas empresas siguen priorizando una supuesta productividad sobre el riesgo que corren los empleados?
¿Cómo crear lugares de trabajo más saludables y seguros?
En México mucho se ha hablado sobre la actualización de la tabla de enfermedades de trabajo en 2024; que es vital, pero hay un ‘foco rojo’ en la prevención de accidentes; que qué se define como cualquier lesión personal, enfermedad o muerte resultante de un accidente laboral.
Y resulta que en México se registran más de 290,000 personas en riesgo laboral, tanto por accidentes de trabajo (69%), como por accidentes en el trayecto, y 28% por enfermedades laborales.
Una lesión es distinta a una enfermedad, y es la primera donde se tiene que hacer un trabajo verdaderamente intenso en las empresas. Se trata de cómo impulsar una cultura de seguridad, que se fomenta desde los cuadros de liderazgo, priorizando la capacitación de las personas, y que se desarrolle una conciencia sobre el tema.
“Hoy algo que sucede con frecuencia es encontras máquinas que no tiene el mantenimiento adeucado. O bien, el uso inapropiado de manos y pies, es decir, el trabajador para evitar que una máquina en funcionamiento se detenga mete su mano. Es un ejemplo que parece muy sencillo pero habla del gran trabajo de concientización que debe realizarse”, expresa Ortíz, también consultora en MIDOT México.
Esta firma, enfocada en investigar e implementar evaluaciones para medir integridad y riesgo de potenciales accidentes laborales, realizó un análisis sobre los estadíos en el que se encuentran trabajadores mexicanos.
Estos son algunos hallazgos, tras evaluar 18,297 pruebas (SafetyTEST) de trabajadores:
- 10% se encuentra en zona llamada independiente, este porcentaje muestra un buen nivel de cultura y conciencia sobre seguridad. Pueden trabajar de manera independiente en actividades con un nivel de riesgo severo.
- 28% se ubica en una zona de control, caracterizada por trabajadores indisciplinado que no sabrían cómo actuar en situaciones peligrosas.
- 9% está en zona de riesgo, la más alarmante, donde hay una alta disponibilidad a cometer actos inseguros y a tener accidentes de trabajo.
La especialista comparte la siguiente reflexión, que a manera de resumen revela un sentido de urgencia. “Algo pasa en muchas organizaciones del país: que los trabajadores no perciben el riesgo real de accidentarse. Esto, de fondo, habla sobre cómo se construye, o se mantiene ausente, una cultura de seguridad en el centro de trabajo”.
Pensemos en el gasto social de un accidente de trabajo, es simplemente irreparable, porque lo que sucede con una incapacidad permanente o con el fallecimiento de un trabajador cambia el entorno familiar de esas personas, de todo su núcleo.
Así que sea mayo, o cualquier otro mes, hay que reparar sobre las acciones en tres líneas: esquemas de prevención; fomentar cultura de seguridad y de capacitación, y sumar herramientas tecnológicas para poder identificar cómo percibe la persona su entorno y si tienen la tendencia a accidentarse.
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