• Este es el primer trabajo de una serie que narra la historia de los banqueros que enfrentaron cargos penales a causa de la crisis bancaria de México en los años 90.
  • Carlos Cabal Peniche se autodenomina un perseguido político por el gobierno mexicano de la época, después de haber sido acusado por un desfalco de 6,000 millones de pesos a su propio banco, el Grupo Financiero Cremi-Unión.
  • Sin embargo, algunas de sus prácticas bancarias fueron el común denominador los banqueros de la época y que estuvieron involucrados en el rescate financiero del Fobaproa.

“El fugitivo más buscado de México fue arrestado en el suburbio de Brighton de Melbourne. Carlos Cabal Peniche ha estado huyendo de la Interpol por más de cuatro años, a través de Estados Unidos, Argentina y República Dominicana antes de aterrizar en este país, haciéndose pasar por un vendedor de vinos y queso. 

Pero esta mañana, se le acabó la suerte, después de una denuncia anónima, el señor Peniche fue arrestado por la Policía Federal de Australia”, informó en la radio la cadena australiana ABC, el 11 de noviembre de 1998. 

Así fue el primer reporte de la captura del banquero Carlos Cabal Peniche. Huyó de México el 2 de septiembre de 1994, dos meses antes de que las autoridades mexicanas intervinieran al Grupo Financiero Cremi-Unión. Cabal Peniche era el presidente del consejo de administración de este banco. Las autoridades levantaron cargos en su contra por fraude bancario y lavado de dinero.

Pero el propio empresario siempre ha defendido que fue un perseguido político del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Un chivo expiatorio de la debacle bancaria. Aseguró que esta situación le obligó a salir del país con su familia poco antes de que estallara la crisis del Tequila en 1995. 

“Hubo una última junta que recuerdo muy bien. Ellos me estaban acusando de que había créditos mal otorgados y me citaron en una oficina donde estaba Pedro Aspe y Guillermo Oritiz (entonces subsecretario de Hacienda) con los directores del banco”, relató el propio Cabal Peniche en una entrevista para Telereportaje, una estación de radio de Villahermosa, Tabasco a finales del 2019. 

En ese entonces, un banco en Suiza le autorizó una línea de crédito por 100 millones de dólares, la cual ofreció para solventar el problema.

“Entonces el secretario de Hacienda, Pedro Aspe, agarró el documento donde se me autorizaba el crédito de Suiza y dijo: ‘¿Qué no has entendido que esto no es de dinero?’ En ese momento me di cuenta de que no se trataba de unos créditos que no les gustaban, sino que tenía un problema de índole político que no se resolvía con dinero. Esto era más delicado.

—¿Cómo terminó esa reunión?

—En ese momento me fui al aeropuerto», recordó el empresario en esa entrevista para el medio tabasqueño.    

El rescate bancario: un problema delicado

En efecto, el problema era delicado. Cabal Peniche fue uno de los tres banqueros que fueron perseguidos judicialmente después de la crisis bancaria de 1994. Las autoridades mexicanas acusaron al empresario de un desfalco de 6,000 millones de pesos, en contra de su propio banco. Pero el problema era más grande.

Él perteneció a una generación de empresarios que incursionaron en el sector bancario y que en tan solo cuatro años, bajo la dirección de los mismos, varios bancos mexicanos colapsaron a mediados de la década de los 90. 

Los bancos de la época tuvieron que ser rescatados por el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), un instrumento del gobierno federal que funcionó como un seguro que protegía el dinero de los ahorradores mexicanos.   

Pero el presunto desfalco de Cabal Peniche fue equivalente a poco más del 1% del total de los recursos que se utilizaron para rescatar a los bancos con el Fobaproa, el cual terminó acumulando una deuda de 552,000 millones de pesos, a precios de 1998, un monto equivalente a 11% del total del Producto Interno Bruto (PIB).

Fue tal la magnitud del rescate que el gobierno mexicano se vio obligado a transformar este pasivo en deuda pública en 1998, bajo la premisa de proteger el ahorro bancario. Hasta la fecha, esta deuda pública se sigue pagando con los impuestos de los mexicanos. 

En la evaluación que realizó la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre el desempeño del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) se encontró que los pagos a la deuda Fobaproa aumentaron de 715,000 a 938,000 millones de pesos, entre 1999 y 2016. Este último monto equivale a casi una quinta parte de los ingresos federales de ese año  

La cifra también representó un aumento de casi la tercera parte, en términos reales, desde que el rescate de la banca se convirtió en deuda pública. Tan solo el año pasado, el gobierno mexicano destinó más de 43,000 millones de pesos a pagar esta obligación financiera. Esto es cuatro veces más que la inversión física que realizó el gobierno federal en el sector salud en 2019. 

En caso de que se continúe con una estrategia de pago que solo cubra los intereses generados, esta deuda “continuaría creciendo indefinidamente”, según la ASF.

El ascenso de Carlos Cabal Peniche a la cúpula bancaria

Carlos Efraín de Jesús Cabal Peniche nació en Mérida en 1956 en una familia de empresarios. En 1988, a sus 32 años, tomó las riendas de las compañías de su padre. A partir de ese año, alcanzó fama por ser un empresario exitoso del sureste mexicano, sobre todo en las plantaciones de productos agrícolas. 

El empresario tuvo un acercamiento con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari a través de Pedro Aspe. Estaban interesados en que alguien del sureste participara en la reprivatización de las instituciones bancarias.

Salinas emprendió una serie de privatizaciones para reducir el déficit público que el gobierno padecía desde las crisis económicas de los años 80. En 1991, el gobierno vendió 18 instituciones bancarias, después de que fueron expropiadas en 1982.

Una de estas instituciones fue el Banco de Cédulas Hipotecarias Unión, después mejor conocido como Banco Unión. La venta de este banco se realizó el 8 de noviembre de 1991. El grupo de empresarios dirigido por Carlos Cabal Peniche ganó la licitación con una oferta de 878 millones de pesos.

Irregularidades en la desincorporación bancaria

Pero el proceso de venta se realizó bajo circunstancias poco comunes en este tipo de procesos. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari implementó una débil supervisión en el proceso, según indicó Stephen Haber, académico de la Universidad de Stanford, en una investigación realizada en 2005.

Uno de los problemas iniciales fue que los empresarios no aportaron suficiente capital propio para la adquisición. Eso los hacía proclives a tomar altos riesgos. Los empresarios propusieron, y el gobierno aceptó, que tenían cuatro meses para pagar el 60% del costo total del banco, indicó Haber. 

En esos cuatro meses tenían la oportunidad de recaudar fondos de fuentes alternas. Participaron pequeños inversionistas, bancos extranjeros, y en algunos casos, se utilizaba el capital de otro banco a la venta, en el mismo proceso de licitación.

«Algunos accionistas fueron capaces de financiar o refinanciar la compra con un préstamo del mismo banco que estaban comprando, el aval del préstamo eran de las mismas acciones que ellos mismos estaban comprando», explicó Haber.

«Del recientemente constituido Banco Unión, la mayor parte del capital inicialmente se obtuvo a través de créditos con otras instituciones financieras mexicanas», de acuerdo con el informe realizado por el auditor canadiense Michael W. Mackey, a quien el Congreso de la Unión contrató para evaluar el desempeño del Fobaproa.

Dos años después, en 1993, Carlos Cabal Peniche compró acciones de otra institución bancaria que ya había sido desincorporada del gobierno. Se trató de Banca Cremi.

«Esto, a pesar de que el Comité de Desincorporación había establecido, en un inicio, que no se podría comprar acciones de un banco que ya hubiera sido vendido, para evitar un mal manejo de los recursos financieros entre los bancos», indicó una investigación del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

De esta forma fue como Carlos Cabal Peniche tomó el control de ambas instituciones para formar el Grupo Financiero Cremi-Unión durante el sexenio de Salinas, de 1988 a 1994.

Un gobierno omiso y los excesos de los banqueros

Estas y otras prácticas, al margen de la regulación, fueron comunes entre los banqueros desde que inició el proceso de privatización bancaria. Así lo afirmó Mario di Costanzo quien participó en la investigación del Fobaproa cuando fue asesor del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Demócrática (PRD).

«Se permitió a los socios de Banco Obrero adjudicarse un último crédito multimillonario antes de la intervención de las autoridades; como Carlos Cabal Peniche adquirió el grupo Cremi-Unión mediante préstamos del propio banco; como sucedió lo mismo en los casos de Banpaís y Banco de Oriente», relató en su libro El Saqueo a los Mexicanos.

En el caso de Banco Unión, a pesar de que su participación en el mercado fue de apenas 1.9% en 1991, el otorgamiento de crédito creció estrepitosamente, a la par del impago de sus clientes. Pero esta fue una práctica recurrente en los bancos de ese entonces, lo que terminó colocando al sistema financiero en una condición precaria.

«En términos reales la cartera total subió aproximadamente 50% entre 1992 y 1994. Por su parte, la cartera vencida creció más rápido que la cartera vigente a lo largo de todo el periodo. En promedio entre 1992 y 1994 la cartera vencida creció en más del 60%», indicó el CEEY.

El Grupo Financiero Cremi-Unión tuvo que ser intervenido “en su totalidad”. Banca Promex adquirió en 1996 sus sucursales, pero Banco Unión se fusionó con Bancomer, y en 2001 fue liquidado, “el costo fiscal de esta operación a diciembre de 2004 fue de 140,953.9 millones de pesos”, de acuerdo con el CEEY. 

Una de las explicaciones para este comportamiento de los banqueros tiene que ver con su falta de experiencia —como en el caso de Carlos Cabal Peniche, que nunca había participado en el sector financiero— indicó la investigación de Haber.

En esa época, no existían reportes de crédito bancario de los clientes —se fundó el Buró de Crédito hasta 1996, después de la crisis financiera. Esto dificultaba el análisis de riesgo por parte de los bancos. Además, la banca tenía sistemas de análisis internos deficientes «hasta el punto de que eran inexistentes», indicó Haber.

Otra explicación, es que los banqueros, como Cabal Peniche, aprovecharon activamente la falta de supervisión por parte de la entonces Comisión Nacional Bancaria (CNB) para autoprestar a sus propios negocios. Los empresarios obtenían financiamiento a bajas tasas de interés, con una mayor probabilidad de impago. En 1995, en plena crisis económica, este órgano regulador se consolidó en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Al menos el 20% de todos los grandes préstamos que se realizaron en el sistema bancario mexicano entre 1995 y 1998 se otorgaron a los propios directivos de los bancos con bajas tasas de interés. También tenían una mayor probabilidad de impago en 33%. Esto de acuerdo con una investigación del académico Rafael La Porta y otros investigadores de la Universidad de Harvard, Yale y la (CNBV). 

Carlos Cabal Peniche compró empresas con préstamos de sus propios bancos

Esta conducta de otorgarse autopréstamos recayó en Carlos Cabal Peniche, cuando el abogado Emmanuel Ruiz Sabiaur entregó una investigación a la entonces Procuraduría General de la República (PGR). En el texto se afirmaba que el empresario adquirió entre 1991 y 1994 una treintena de compañías, entre ellas dos comercializadoras de productos agrícolas de Del Monte, de acuerdo con una nota de La Jornada publicada en noviembre de 1998.

Las autoridades mexicanas señalaron en ese entonces que los autopréstamos del empresario ascendían a 700 millones de dólares. Además acusaron operaciones fraudulentas y lavado de dinero.

“Por ejemplo, los créditos cruzados, que en otros países eran ilegales, en México no estaban prohibidos. Una buena parte de los pasivos ‘irregulares’ del Fobaproa, eran estos créditos cruzados, de accionistas de bancos a empresas, donde ellos mismos eran accionistas”, señaló la investigación del CEEY. 

Estas prácticas eran comunes en la banca por la falta de supervisión gubernamental. El caso de Cabal Peniche reflejaba tintes de ser solo un chivo expiatorio pero al mismo tiempo era evidente su responsabilidad en la quiebra del Banco Unión, señaló en entrevista telefónica, Mario di Costanzo. Su caso representaba solo una parte de las malas prácticas que prevalecían en el sistema financiero de la época detalladas en el Informe Mackey. 

Fobaproa otorga garantía ilimitada

La regulación del gobierno mexicano también reforzó esta conducta entre los banqueros de la época. Entre 1993 y 1994 las autoridades respaldaron todos los pasivos de los bancos, excepto aquellos de origen ilícito, lo que aumentó la emisión de crédito con un alto riesgo de impago, según Haber. 

En el caso del Gruṕo Financiero Cremi-Unión, su rentabilidad comenzó a reducirse antes de la crisis económica que azotó al país en 1995. Pero también la calidad del crédito se disipaba rápidamente en el sistema financiero al acumularse los impagos en otras instituciones. 

“Por lo tanto, el sistema bancario mexicano estaba a punto de colapsar aún antes de la devaluación del peso en diciembre de 1994 (la famosa crisis del Tequila), que ocasionó que el Banco Central aumentara las tasas de interés y se generalizara el impago de créditos con tasa variable”, indicó Haber. 

El primero en advertir una crisis bancaria fue Rogelio Ramírez de la O en 1993, analista económico y financiero en ese entonces, de acuerdo con una cronología elaborada por Gustavo del Ángel, historiador económico. 

Pero aunque Carlos Cabal Peniche fue solo uno de los banqueros que incurrieron en estas prácticas, su institución “destaca sobre el resto de los bancos del sistema porque absorbió recursos significativamente mayores a los que corresponderían de acuerdo a su importancia dentro de la cartera de crédito”, indicó uno de los análisis del CEEY. 

“Específicamente, el banco recibió el 14.1% del total de los apoyos, mientras que su participación en el mercado de créditos fue de apenas 2.9%”, precisó.  

El Grupo Financiero Cremi-Unión agotó los fondos iniciales del Fobaproa. Esto ocasionó que las autoridades mexicanas tuvieran que utilizar otro tipo de instrumentos financieros para rescatar a los demás bancos que solicitaron su rescate.

Uno de estos mecanismos fue otorgar pagarés para garantizar fondos a los bancos a través del Programa de Capitalización y Compra de Cartera (PCCC). El costo de Cremi-Unión para el Fobaproa ascendió a más de 50,000 millones de pesos. 

Atrapan a Carlos Cabal Peniche en Australia

“— ¿Por qué no enfrentar la situación en México sobre todo cuando ya se venía un cambio de gobierno?

— No se podía en aquellos momentos en México estar en oposición al gobierno. Habían demasiados asesinatos y demasiados problemas. Yo sentí que ponía en riesgo a mi familia y decidí salir del país”, declaró el empresario a Telereportaje. 

Después de que Carlos Cabal Peniche huyera del país, y las autoridades mexicanas tuvieran que intervenir al Grupo Financiero Cremi-Unión, se levantaron cargos en su contra. Esto inició una búsqueda internacional para su aprehensión. En esa época solo se hablaba de tres banqueros que enfrentaban cargos por la crisis bancaria: Carlos Cabal Peniche, Ángel “El Divino” Rodríguez (Banpaís) y Jorge Lankenau (Banca Confía). 

En 1997, el Wall Street Journal informó cómo es que Carlos Cabal Peniche logró mantenerse “un paso adelante de las autoridades”.

De acuerdo con el diario, un abogado del empresario con sede en Nueva York, Stephen Kaufman administró una cuenta bancaria de Cabal Peniche en una división de JP Morgan. De ahí el exbanquero recibía fondos en dólares. Con esos recursos, logró evadir con su familia a las autoridades en República Dominicana, Argentina, Estados Unidos, España y finalmente Australia. 

Cuando las autoridades capturaron a Cabal Peniche encontraron en su domicilio licencias de conducir y tarjetas de crédito bajo el nombre de Rafael Certi Merrit, según documentos de la corte. También se encontró una identificación electoral de República Dominicana con la fotografía de su esposa a nombre de Natalia Righi Cusine. La embajada italiana en Santo Domingo proporcionó pasaportes con nombres falsos a Cabal Peniche y a miembros de su familia. 

“Los documentos encontrados en su posesión mostraron su capacidad para obtener pasaportes, licencias de conducir y tarjetas de crédito bajo nombres falsos en países extranjeros. Si los alegatos del gobierno mexicano son ciertos, es probable que tenga largas sumas de dinero disponibles para él mismo”, indicó la corte australiana. 

La prisión de máxima seguridad de Port Phillip

El magnate mexicano fue puesto en custodia, junto con su cuñado, en la prisión de máxima seguridad de Port Phillip durante el juicio de extradición. En ese entonces, las autoridades retuvieron a Carlos Cabal Peniche con la población general de prisioneros. El sistema penitenciario de Victoria no tiene un sistema de custodia por separado para personas en proceso de extradición. Esto de acuerdo con una demanda del empresario sobre abusos en contra de sus derechos humanos. 

“El 30 de mayo del 2000, Pasini (cuñado de Cabal Peniche), en compañía de Cabal, fue amenazado con un cuchillo de metal de 20 centímetros por otro interno quien era conocido por su historia de abuso de sustancias y violencia.

“El 26 de octubre del 2000, en el patio de ejercicios, dos prisioneros indicaron que querían hablar con Cabal y se aproximaron a él. Fueron interceptados por oficiales de la prisión quienes los registraron para descubrir que uno de ellos llevaba un par de tijeras”, señaló la demanda

Durante este periodo, sostuvo que fue víctima de una persecución política. En 1999 declaró en una entrevista para Milenio que otorgó recursos a las campañas políticas de los priístas Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo y Roberto Madrazo. 

Finalmente fue extraditado a México el 6 de septiembre de 2001, casi tres años después de su captura en Australia. Las autoridades mexicanas lograron traerlo de vuelta por 15 procesos penales en su contra, 12 del fuero federal y 3 del fuero común. Antes de llegar a México, el empresario tramitó amparos que impidieron que pisara la cárcel durante su proceso. 

El empresario aseguró que aceptó la extradición a México debido a que el entorno político había cambiado con el gobierno de Vicente Fox. Tardó ocho años para ser exonerado de los cargos. 

“De las 18 causas órdenes de aprehensión fui totalmente exonerado, esto demuestra que fue un tema político y que realmente salí libre, sin culpa de todas las acusaciones que se me hicieron”, indicó Cabal Peniche a Telereportaje.

Este año, el empresario anunció que sería uno de los inversionistas para el rescate de la aerolínea Interjet, junto con el empresario Alejandro del Valle. Recientemente, Cabal Peniche retiró su oferta. 

“—¿Quieres volver a ser un empresario grande? ¿Sueñas con eso?

—Vuelvo a repetirte, lo que quiero es que salga nuestro estado. Sí desde luego, me gusta ser empresario grande”, indicó a Telereportaje. 

Actualmente, Carlos Cabal Peniche continúa emprendiendo negocios en Tabasco. Dice estar en el negocio de desarrollo de algunas plazas comerciales en la entidad. 

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