Simon Dalgleish

Simon Dalgleish

Simón Dice

En las dos entregas anteriores te hablé sobre dos temas a considerar antes de invertir: poner en orden tus finanzas y cambiar tu switch mental respecto a los instrumentos financieros. Si ya avanzaste en estos dos caminos, es hora de poner manos a la obra y mostrarte cómo debes comenzar a construir tu portafolio.

Invertir requiere de un buen portafolio soportado por buenos hábitos, como revisar de forma regular el desempeño de tus inversiones; constancia y frecuencia, para destinar una cantidad periódica —por lo menos mensual— a tus inversiones actuales; y paciencia, como lo vimos en mi colaboración anterior (sobre repensar el largo plazo). Esta disciplina de inversionista es el camino para ver frutos. Las inversiones no son un mecanismo para volverse millonario de la noche a la mañana.

Me gusta ver a las inversiones como la construcción de una casa: están los cimientos, la construcción como tal, y las comodidades o áreas de esparcimiento que puedes añadir. Cada nivel es diferente de los demás y cumple una función específica; lo mismo sucede con las inversiones, pues cada instrumento tiene plazos y niveles de riesgo distintos que sirven para darnos diferentes beneficios.

Los cimientos: deuda fija

Son las bases sólidas que le dan estabilidad a todo lo que construyamos sobre ellos. Se trata de las inversiones de deuda fija: aquellas que te darán un rendimiento mínimo, pero que tienen un nivel de riesgo prácticamente nulo. Apostar a ellas es ir a lo seguro, y por lo mismo, son la base para tener un capital inicial que crecerá lentamente y que te protegerá contra la inflación, además te ayudará a pulir el hábito de separarse del dinero, sin dejar de tenerlo a la mano para cualquier eventualidad.

El dicho común es que debes apostar a este tipo de inversión el porcentaje correspondiente a tu edad. Si estás en tus 20 deberás destinar un 20% a deuda fija, mientras que a los 50 este porcentaje de tu inversión debe elevarse al 50%. La explicación es que a mayor edad debes asegurar más tu dinero en lugar de buscar hacerlo crecer.

En este caso, mi recomendación es siempre apostar al largo plazo, y si es posible automatizar el proceso de apartar tu dinero para meterlo a inversión, definitivamente hazlo. CETES directo, por ejemplo, te da la opción de tomar automáticamente de tu cuenta una determinada cifra cada cierto tiempo, así que nunca debes preocuparte por recordarlo, y es un dinero que nunca vas a extrañar porque no pasará por tus manos en ningún momento.

La construcción: renta variable

Después de invertir en renta fija, es hora de pasar al siguiente nivel. Un camino puede ser incluso tomar una parte del capital y los rendimientos de tu inversión derivados de CETES durante un año, y llevarlos a otros instrumentos con mayores rendimientos. Si en el punto anterior mencioné a los CETES (por ser el instrumento más seguro que existe al día de hoy), aquí podemos mencionar los ETFs, fondos variables y crowdfunding, como ejemplos de inversiones más dinámicas.

Su característica principal es que su valor subirá y bajará con frecuencia; por esto, mi recomendación es nuevamente apuntar al largo plazo. Tu peor error en este nivel sería asustarte a la mínima señal de que tu inversión va a la baja y retirar tu dinero, ¡no lo hagas! En el largo plazo observarás tanto bajadas como subidas, que al final te compensarán y reportarán una estabilidad suficiente para que obtengas buenos rendimientos.

En este punto es clave trabajar en la disciplina: revisa tus inversiones periódicamente. Personalmente lo hago cada semana; quizá tú no eres tan obsesivo como yo, pero lo importante es estar en contacto con tu dinero. Encuentra el periodo que funciona para ti y de acuerdo a los instrumentos que usas (por ejemplo, opciones como la inversión inmobiliaria o los ETFs requieren más tiempo): lo importante es tener control del rumbo de tu inversión, atención a la misma y un registro de su desempeño.

Los detalles y las amenidades: diviértete con tus inversiones

Por último y siguiendo con la analogía de la construcción, tenemos los últimos detalles: cuando preparas un espacio para responder a tu personalidad e intereses. Por ejemplo, habrá quienes valoren más tener una estufa más grande o una cocina más equipada, porque disfrutan mucho de cocinar, mientras otra persona querrá tener un espacio para entretenimiento en el exterior.

Dentro de este mundo, representa apostar a las cosas que te motivan personalmente, sean industrias o empresas donde tú ves una oportunidad a futuro. Aquí entran mecanismos de mayor riesgo, pero si ya tienes un capital trabajando en los dos niveles anteriores, puedes permitirte destinar entre un 5 y un 15% del dinero total y tener un portafolio muy sólido, pues incluso si llegas a perder dinero, esto no pondría en riesgo tu patrimonio.

Considero a ésta la parte divertida de las inversiones y la que puede traer la mayor satisfacción, no sólo en términos monetarios, sino a nivel personal. Algunos ejemplos incluyen el trading, criptomonedas, metales y otros commodities, e incluso acciones de empresas que te gusten mucho (¿a ti no te mueve poder decir a tus amigos “soy inversionista en Amazon o en Tesla”?). 

Conclusiones

Con estos tres niveles de riesgo, podemos decir que tendrás un portafolio sólido, con un buen balance entre riesgo y rendimientos.

Quisiera recalcar que esto se trata de un proceso donde la paciencia, constancia, frecuencia y la disciplina son claves para triunfar. Recuerda que este camino no debe ser una carga para ti, sino un hábito que disfrutes para que al final puedas aprovechar todas esas ganancias, y sobre todo, las experiencias vividas durante el trayecto.

Espero te haya gustado esta colaboración. Y permíteme conocer qué piensas. ¿Cuáles son las inversiones que ya tienes y cuáles te gustaría desarrollar?

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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