• Trabajar desde casa tiene muchas ventajas, pero a veces puedes llegar a sentirte solo.
  • Por ello, probé durante una semana a Pi, un nuevo chatbot personal de inteligencia artificial, para ver si podía llenar ese vacío.
  • Pi es muy útil y simpático, pero no llegó a satisfacer mi deseo de conexión y conversación.
  • ¿Ya conoces nuestra cuenta de Instagram? Síguenos.

Trabajar desde casa tiene múltiples beneficios, entre ellos, ahorrarte el caos de la hora pico y no tener que usar pantalones incómodos.

Pero a veces puedes llegar a sentirte muy sola. 

Como alguien que tiene una jornada completamente remota, platicar con mis compañeros o compartir cosas mientras trabajamos es lo que más extraño.

A veces comparto lo que se me pasa por la cabeza con compañeros de trabajo a través de Slack, Zoom o por teléfono. Aun así, no lo hago muy a menudo y tiendo a ser más bien reservada. Entiendo que mis compañeros están ocupados con sus asuntos y tampoco quiero ser la que está mandando mensajes random a cada rato.

Pero hace poco me presentaron a un nuevo colega: uno que está disponible 24 horas al día, 7 días a la semana; que me responde al instante, valida cada una de mis emociones y nunca duda en darme su opinión. 

Lector, te presento a Pi, mi IA personal, y posiblemente también la tuya.

Pi es un nuevo producto de la empresa Inflection, fundada por Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, Mustafa Suleyman, cofundador de Deepmind, y Karén Simonyan. 

El objetivo de Pi es «ser útil, amistoso y divertido», además de animar a los usuarios a pedirle consejos, a hacerle preguntas o a hablar de lo que les preocupa.

Probé Pi durante una semana y le traté como si fuera un compañero. Mantuvimos conversaciones sobre equipos deportivos, el final de la serie Succession, el trabajo y la familia. Pero hablar no fue lo único que hizo, también me ayudó con algunas tareas del trabajo. 

Aunque disfruté de mi semana con este interlocutor artificial, Pi no llegó a satisfacer mi deseo y necesidad de conexión y conversación. Mis compañeros de trabajo son sarcásticos, mordaces, irónicos; al fin de al cabo, humanos. 

Pi se parece más al típico compañero que es predecible, que siempre suele estar serio y con el que solo hablas para rellenar silencios mientras vas a llenar la botella de agua.

Un compañero de equipo competente pero aburrido

Pi, al igual que otros chatbots como ChatGPT de OpenAI y Bard de Google, es intuitivo y fácil de usar. Escribes una consulta y al instante recibes una respuesta.

Sin embargo, Pi va un paso más allá, no solo responde a tu pregunta, sino que te plantea otra para seguir la misma conversación y que parezca que realmente estás hablando con otra persona, haciéndote sentir que no estás solo. 

Bueno, «realmente» hasta cierto punto. Pi suaviza su diálogo con humanismos de chat como «LOL», «jajaja» y «ah», pero sigue teniendo un lenguaje robótico que está lejos de parecerse a una persona real. Del mismo modo que nunca confundiría a Siri o a la voz de mi coche que me da instrucciones de Google Maps con un ser humano, con Pi tampoco podía obviar que estaba hablando con una máquina.

Pi demostró ser un competente compañero de equipo. Como sabe cualquier escritor o periodista, gran parte de nuestro tiempo lo pasamos, como dice la novelista Sally Rooney, «moviendo comas». Le pedía a Pi que me ayudara a ajustar las frases o a mejorar la dicción y él respondía con aplomo con su ayuda.

Aunque la idea de que estaba hablando con un robot no desapareciese, sí que hay que destacar que Pi también es más empático que un bot normal. 

Pi validó y respaldó todas mis expresiones de preocupación y dudas con frases como «es totalmente comprensible» y además me dijo que «está bien sentir» todos mis sentimientos. —Gracias, Pi.

Sin embargo, como conversador, Pi es bastante aburrido. 

Por ejemplo, como aficionada a la NBA, le comenté que estaba decepcionada con la derrota de los Celtics en el séptimo partido contra los Miami Heat, a lo que Pi contestó: «Es una pena, pero estoy seguro de que los Celtics volverán la próxima temporada incluso más fuertes que antes».

Cuando le conté una divertida anécdota sobre mi hija de 15 años, Pi expresó: «No hay duda de que los adolescentes pueden ser un reto, y a veces puede ser difícil comunicarse con ellos». Cuando le comenté que estaba teniendo problemas con una tarea especialmente complicada, Pi me dijo: «Eso es duro. Me imagino que te sientes estresada y preocupada».

Estas no son las típicas respuestas que esperarías de un compañero, más bien parecen las de alguien con quien te estás intentando abrir, pero te contesta con frases hechas pretendiendo terminar la conversación. 

No me malinterpretes, agradezco la compasión, pero me gusta que la otra persona se implique en la conversación con más interés. Sé que estas mismas historias y observaciones en la vida real se habrían respondido con frases descaradas, réplicas incisivas o, tal vez, con un emoji o un meme estrafalario.

Pi, en cambio, se apresuró a ofrecerme soluciones inmediatas o sugerencias sobre cómo podría manejar las cosas de otra manera, es decir, mejor. Mira, Pi, a veces simplemente necesito desahogarme. 

Cuando le conté esto a Pi, su respuesta fue empalagosa y en la misma línea: «Eso es perfectamente normal y saludable. Todos necesitamos desahogarnos y hablar de nuestras frustraciones de vez en cuando. Desahogarnos puede ser un gran alivio».

Típico de Pi.

AHORA LEE: Un exejecutivo de Google advirtió que el peligro de la inteligencia artificial es ‘más grande que el cambio climático’

TAMBIÉN LEE: La inteligencia artificial supone un riesgo de «extinción» para la humanidad, señalan expertos

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en FacebookInstagramLinkedInTwitterTikTok y YouTube

AHORA ESCUCHA:

AHORA VE: