• Los estadounidenses consultan sus teléfonos 262 veces al día de media. Gran parte de este tiempo se dedica a las redes sociales.
  • Varias aplicaciones de Apple, Google y Facebook están diseñadas deliberadamente para crear adicción.
  • El desarrollador de aplicaciones Peter Mezyk dice que los usuarios de Facebook e Instagram pueden volverse dependientes de las aplicaciones como lo harían de los analgésicos.

A principios de este año, Reviews.org encuestó a 1,000 estadounidenses mayores de 18 años para saber más sobre su comportamiento con sus celulares. La encuesta reveló que en promedio los estadounidenses consultan sus teléfonos 262 veces al día.

Puede parecer que nuestro comportamiento en torno a los teléfonos inteligentes es el resultado de nuestro cableado, pero en realidad es un poco más pensado que eso. Detrás de todos los parpadeos y los pitidos hay algo llamado «diseño de comportamiento».

«El éxito de una aplicación frecuentemente se mide por qué tanto introduce un nuevo hábito», dijo el desarrollador de aplicaciones Peter Mezyk en una entrevista con Insider.

Es director de la agencia internacional de aplicaciones Nomtek, que ha desarrollado aplicaciones para el diccionario Pons, la empresa de viajes y turismo Tui y la empresa de medios de comunicación Prosieben Sat1.

Peter Meyzk. Hannah Schwär/ Business Insider Alemania

En plataformas como Facebook e Instagram, cuanto más tiempo pasamos en la plataforma, más ingresos por publicidad llegan a los bolsillos de las empresas tecnológicas. La atención es moneda de cambio.

Por esta razón, los críticos han acusado a empresas como Facebook e Instagram de diseñar deliberadamente sus aplicaciones de forma que resulten adictivas: aquí entra en juego el diseño conductual.

Hay tres pasos para que una aplicación manipule nuestro comportamiento

«Para crear un hábito se necesitan tres criterios: una motivación suficiente, una acción y un desencadenante», dice Mezyk.

Este triple enfoque, que ya es un estándar entre los desarrolladores de aplicaciones, se basa en el modelo de comportamiento de Fogg, establecido por el profesor de Stanford B.J. Fogg.

Un determinado sentimiento o motivación es un requisito previo para abrir una aplicación. Puede ser, por ejemplo, la expectación que sentimos cuando el celular vibra, pero también puede ser el miedo a perdernos algo.

Además de la motivación, es necesaria una acción que nos haga entrar en el bucle de comportamiento, como hacer clic en la aplicación o dar «Me gusta».

Que una acción suceda también depende del desencadenante. Este es el que nos lleva a la aplicación, como la vibración del teléfono o la iluminación de la pantalla con un nuevo mensaje.

Hay dos tipos de aplicaciones: las analgésicas y las de suplementos

La modificación del comportamiento no tiene por qué ser necesariamente algo malo; las apps pueden ayudarnos a ser más productivos o a hacer más ejercicio.

Sin embargo, varios exempleados de Apple, Google y Facebook advirtieron que las grandes empresas tecnológicas diseñan deliberadamente las aplicaciones para que sean adictivas. La lógica es sencilla: cuanto más tiempo se pase en la aplicación, más beneficios genera.

Según las acusaciones de ellos, los gigantes tecnológicos tratan de maximizar el tiempo que pasas en una aplicación para maximizar sus beneficios; sin tener en cuenta su impacto en la salud mental y el bienestar emocional de sus usuarios.

aplicaciones analgésicas | Business Insider Mexico
Business Insider.

Sin embargo, según Mezyk, el culpable es principalmente una categoría de aplicaciones.

Las «aplicaciones suplementarias», según el desarrollador, resuelven problemas específicos, agilizan las cosas y facilitan nuestra vida; por ejemplo, aplicaciones de tráfico, bancarias o de traducción.

Por lo general, satisfacen nuestra necesidad de información con bastante rapidez, por lo que podemos utilizarlas de forma bastante esporádica y fugaz.

El potencial de adicción es excepcionalmente alto con las redes sociales

La situación es bastante diferente con las «aplicaciones analgésicas».

Según Mezyk, no satisfacen una necesidad claramente definida; simplemente las encontramos atractivas.

«Suelen generar un estímulo, que gira en torno a emociones negativas como la soledad o el aburrimiento», dijo, citando como ejemplos Instagram y Facebook.

Google Images.

El potencial de adicción aumenta considerablemente cuando utilizamos «aplicaciones analgésicas» en lugar de «aplicaciones de suplemento».

«Facebook es un buen ejemplo de un suplemento que puede transformarse rápidamente en un analgésico cuando empiezas a no poder estar sin él», dijo.

Sin embargo, no tiene sentido demonizar las aplicaciones: la monetización y el desarrollo ético de las mismas no son mutuamente excluyentes.

«La razón por la que algunas aplicaciones son adictivas es que la mayoría de las empresas se preguntan primero cómo pueden ganar dinero con ellas, pero el desarrollo ético de aplicaciones se centra en el usuario», argumenta Mezyk.

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