• Una nueva investigación en ratones encontró que dormir es la mejor cura para la ansiedad y los picos de estrés.
  • En el estudio, los signos químicos de estrés en los cuerpos de los roedores desaparecieron tras tomar una siesta.
  • Dormir después de perder normaliza las concentraciones elevadas de corticosterona en plasma y mantiene controlada la ansiedad.
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Tras un pico agudo de estrés —mecanismo del cuerpo que activa el estado de alerta— el cerebro segrega hormonas como adrenalina o cortisol, es normal que te sientas exhausto y la mejor solución es dormir. De hecho esto se constata en una nueva investigación revisada por pares en Science.

Los investigadores llegaron a esta conclusión tras un experimento en ratones. Hicieron luchar a dos ratones en una jaula. El que perdió sufrió algo que también padece el ser humano: estrés por derrota social.

El principal hallazgo fue que los ratones que perdían se quedaban inmediatamente dormidos tras la pelea. Dormir provocaba que los signos de estrés en su cuerpo comenzasen a desaparecer.

«Intuitivamente, quedarse dormido después de experimentar estrés puede no parecer lógico. Casi todos los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad se caracterizan por anomalías del sueño», escribieron los científicos. A su vez, la falta del sueño aviva los estados ansiosos y depresivos.

La clave está en el carácter del tipo de estrés. El experimento se centra en los picos de estrés agudo, y no en el estrés crónico a largo plazo. Sus descubrimientos podrían ayudar a desarrollar nuevos tratamientos para personas que han vivido un fenómeno similar, como un accidente o un desastre natural.

Examinando el cerebro de los roedores obligados a luchar, encontraron que cuando perdían la pelea, una pequeña región de células ubicadas en una región de su cerebro (el VTA) enviaba señales al hipotálamo lateral. «Ese camino en particular es clave para el sueño reparador después de la derrota social, evitando un estado de ansiedad duradero», dice el artículo.

Este tipo de células no son las neuronas de dopamina involucradas en el estímulo y la recompensa, sino que se trata de neuronas GABA. El camino cerebral estudiado les ayuda a los perdedores a dormir bien —tanto en fase de sueño profundo como no profundo—, así como para sobrellevar el impacto psicológico de la derrota.

El camino tiene su correlación con la segregación de hormonas. Dormir después de perder normaliza las concentraciones elevadas de corticosterona en plasma y mantiene controlada la ansiedad.

Hay muchas incógnitas por delante, como estudiar una mayor comprensión de las vías cerebrales relacionadas con el sueño y la ansiedad y averiguar la interrelación exacta entre las mismas. Conocer estos pasos podría orientar nuevos tratamientos en terapia cognitiva, farmacoterapia o, en un futuro, avances genéticos, aseguran sus responsables.

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