Paul Alejandro Sánchez

Paul Alejandro Sánchez

Energía Circular

He estado pensando mucho como iniciar esta columna en este 2022, y es que desde finales del año pasado me tomé una larga pausa para organizar un poco mis pensamientos respecto a lo que está aconteciendo en el sector energético tanto en el plano internacional como en México.

En general, me considero un idealista en lo que toca al sector energético; creo que pocas veces se le da el crédito como el motor del desarrollo económico y social en la historia de la civilización humana. Creo también que la energía será vital para el crecimiento sostenido en el futuro y por esa razón es que este espacio se dedica a visualizarlo.

Pero confieso que cuesta mantenerse optimista ante las circunstancias que actualmente rodean al sector energético particularmente de México. Podemos observar que son tiempos de batalla por el discurso y la narrativa, más que por las verdaderas estrategias para que los mexicanos alcancen el bienestar a través del sector energético.

Esas ideas flotaban en mis pensamientos cuando tuve oportunidad de pasar unos días en casa de mi abuela. Todavía lúcida, nos contaba cómo tener electricidad en todo momento es un privilegio que no existía en la sierra occidental, en el noroeste del país donde nació. Allá, donde se despertaban al cantar del gallo y las actividades terminaban con el último rayo del sol.

Una de las primeras actividades del día era prender la hornilla para calentar café, mismo que se compraba en grano y se molía en metates de piedra. El maíz, para las tortillas, se molía en pequeños molinos anclados al tronco de un árbol previamente derribado. Ya por las tardes, era hora de salir a conseguir leña para la hornilla; después, se calentaban las planchas.

Las planchas eran piezas de hierro vaciado, tenían prácticamente la misma forma que las planchas eléctricas, pero era hierro que se tenía que poner al fuego; una vez caliente se pasaba sobre la ropa hasta que perdían el calor. Huelga decir que para un planchado eficiente, los hogares tenían dos o tres planchas, mientras con una planchaban, las otras se calentaban en el fuego.

Además de su día a día como ama de casa, mi abuela practicaba la costura como oficio, en una maquina de coser mecánica. Funcionaba con el impulso que le daban los pies a una polea que accionaba el mecanismo. Entre los quehaceres del hogar y preparar la comida para un buen número de trabajadores que trabajaban en la parcela del abuelo, mi abuela hacia algunas prendas y arreglos. Cuando la luz natural se acababa, si querían extender el día usaban lámparas de petróleo. No sé cuál sería el combustible, pero supongo que podría haber sido queroseno o diésel.

Mi abuela migró de la sierra a un pequeño poblado agrícola donde se cultivaba tomate y alguna que otra siembra para consumo más bien local. En este poblado ya había electricidad, por lo que, por primera vez, pudo tener focos, plancha eléctrica, maquina de coser eléctrica. De un día para otro, las posibilidades se expandieron, gracias a la electricidad. Aunque no había electricidad todos los días, la electricidad facilitó la vida de quienes vivían en el campo, pero de eso hablaremos la semana que entra.

La reflexión es, pues, que la energía ha mejorado la vida de las personas y que la expansión de la frontera de las posibilidades en el sector energético nos permite ir hacia adelante, ya que la energía debe utilizarse para construir el futuro, no para volver al pasado. El futuro será brillante y la energía será fundamental para el desarrollo de las sociedades. Esa es razón suficiente para mantenernos idealistas en este 2022.

energia 2022 | Business Insider México

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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