En una organización las cosas no van bien cuando uno de sus líderes nos pregunta el porqué debería preocuparse por el bienestar de sus colaboradores.
Al menos, no van todo lo bien que pudieran andar.
La respuesta debería ser tan simple como recordarle que los colaboradores son personas plenas de dignidad humana; esto es suficiente para preocuparnos y ocuparnos en ellas.
De su felicidad depende el bienestar de familias, de la sociedad, del mundo. Si acaso les parece poca cosa, hay que recordar que de ello también dependen los resultados de la organización, del área trabajo o simplemente del ambiente en la oficina.
Capitalismo y bienestar
En “el capitalismo que no queremos” se ha privilegiado las ganancias con la explotación del trabajo y los recursos naturales; así nos recuerda Raj Sisodia, fundador del movimiento Capitalismo Consciente. Por muchos años los jefes de empresas se han concentrado en ofrecer los más altos resultados a los inversionistas; muchas veces sacrificando la dignidad del hombre y el equilibrio del planeta.
Pero en “el capitalismo que sí queremos”, las empresas han convertido desiertos en vergeles; han mejorado la producción agrícola y eliminado enfermedades; además, han acercado el conocimiento, el arte y el entretenimiento a una población que no tenía alcance para ello; han generado empleos y han hecho crecer a las personas.
¿Adivinas, entonces, por qué deberíamos preocuparnos por el bienestar de nuestros colaboradores, por el bienestar dentro de nuestras organizaciones?
Claro, porque con ello estamos mejorando el mundo, transformando y aportando lo mejor de nosotros, lo que sabemos hacer, lo que producimos; porque cada tarde, cada vez que termina un turno, estamos enviando colaboradores que por lo menos no van a llenar sus hogares con las amarguras del trabajo. Por el contrario, es posible que cuenten con pasión, alegría o gratitud los retos que enfrentaron.
Es cuando, entre otros aspectos, el colaborador recibe retribución que alivia sus necesidades, tanto económicas, como físicas y emocionales; siente que está creciendo, aprendiendo, innovando; que forma parte de un equipo, una familia con la que pasa la mayor parte del día; se alegra de los buenos resultados de sus compañeros y puede tomar decisiones en su ámbito de responsabilidades o expresar su opinión sin miedo.
Cuando una empresa encuentra esas condiciones de trabajo para que su personal florezca, como dice Martin Seligman; cuando la organización crea esos climas laborales donde las cosas funcionan, es entonces cuando la creatividad, la solidaridad, la colaboración, en fin, todas las cosas buenas fluyen. Sólo es cosa de tiempo para recibir los resultados.
El ambiente positivo en una organización es esencial para el bienestar de los colaboradores
Está demostrado que las organizaciones que se acercan más a este ideal tienen grandes logros en los objetivos que se fijan y en su eficiencia, pero todo es resultado del ambiente positivo.
Por ejemplo, la productividad se beneficia de que el personal motivado cuida mejor su salud y falta menos al trabajo. El ausentismo se reduce también porque los colaboradores encuentran en el lugar de trabajo el ambiente ideal para concentrarse, para ser creativos, para encontrar el apoyo de sus compañeros o para sentirse empoderados para convencer al cliente.
Son esas condiciones las que permiten la mayor concentración, con lo cual disminuyen los errores y mermas, al tiempo que aumenta la productividad y la satisfacción de los clientes.
Un mundo ideal que debemos construir incluso más allá de los muros de nuestras instalaciones.
Un colaborador preocupado por problemas personales no ofrece su mejor rendimiento. Cierto, no podemos andar resolviendo todas sus dificultades, pero hay unas básicas que no deberíamos eludir como líderes en nuestras organizaciones.
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