• 'Challengers' sigue la historia de dos jóvenes tenistas que luchan por interpretar a la nueva sensación del deporte: Tashi Duncan (Zendaya).
  • La cinta lleva la competición fuera de las canchas de tenis, mostrando que en una competencia no es únicamente entre dos bandos.
  • ADVERTENCIA: este artículo contiene spoilers sobre la película 'Challengers', que ya está en los cines de México.
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“El tenis es una relación”, dice Tashi Duncan (Zendaya) en la nueva película Challengers del director Luca Guadagnino. Sin embargo, esta relación no es simplemente entre el juego y el jugador.

Más bien, el corazón del tenis, y quizás de toda competición, es una relación tripartita entre dos contendientes y una tercera persona. Su presencia y observación es lo que da intensidad a la competencia.

Challengers fusiona sexo y deporte de una manera sencilla, pero eficaz. Al principio, en un torneo juvenil, vemos a los amigos Art Donaldson (Mike Faist) y Patrick Zweig (Josh O’Connor) enamorarse de la recién llegada al tenis: Tashi.

Ellos son buenos, pero no espectaculares. Mientras tanto, ella se dedica a demoler a sus oponentes.

Los dos chicos compiten por su atención y una noche ella termina en su habitación, donde comparten un beso de tres, para luego irse. Tiene que jugar un partido al siguiente día.

Patrick gana el primer set de la película: él y Tashi están juntos. No obstante, Art sigue siendo un “buen amigo”, asistiendo religiosamente a sus juegos, incluso cuando Patrick no lo hace.

Cuando la carrera como jugadora de Tashi se ve arruinada por una lesión, él está allí para apoyarla. Los dos se casan y ella se convierte en su entrenadora, la artífice de su éxito internacional.

Mientras tanto, la carrera de Patrick sigue estancada, aunque él y Tashi mantienen contacto. Cuando la carrera de Art también llega a su límite, ella le sugiere que juegue el torneo de tenis de New Rochelle, en el que Patrick estará esperando.

La psicología de la competencia

¿Cuál es el punto de toda esta competencia? Tashi y Art son ricos gracias a su éxito deportivo, pero está claro que la riqueza no los motiva. Además, Art está desconcertado por el fandom que gira a su alrededor.

Quizás sea la búsqueda de la excelencia lo que los impulsa. Sin embargo, está claro que este no es el caso del indisciplinado Patrick, que pasa su tiempo en bares y durmiendo en su coche, a pesar de provenir de una familia excesivamente rica.

También Art parece dispuesto a renunciar a todo antes de recuperar implacablemente su brillantez.

Incluso Tashi, aparentemente la más dedicada y motivada del trío, está dispuesta a arriesgar la excelencia profesional por una emoción erótica.

Challengers
Niko Tavernise/Metro Goldwyn Mayer Pictures

En su ensayo de 1903, The Sociology of Competition, el filósofo y sociólogo Georg Simmel argumentó que la competencia entre dos personas a menudo tiene como objetivo impresionar a un tercero. Es la presencia de esa tercera persona lo que da a la competencia tanto su significado como su intensidad.

Los retadores pueden verse como una representación precisamente de esta dinámica de competencia de tres vías. En las escenas eróticas de Challengers, el deseo por Tashi está condicionado por la carga sexual entre Art y Patrick. Ella se siente atraída por ambos en varios momentos.

Habiendo aparentemente “ganado”, Art sigue inseguro de su estatus y de la presencia de Patrick. Las fronteras entre la competencia deportiva y la erótica suelen ser borrosas.

“Si no ganas, te dejaré”, le dice Tashi a Art. ¿Es su incitación a la rivalidad entre los dos puramente estratégica, un medio para empujar a Art a lograr un mejor desempeño? Puede ser.

No obstante, parece disfrutar de la atención de cualquiera de ellos cuando se la muestra al otro, ya sea en la cancha o en el dormitorio.

Challengers
Niko Tavernise/Metro Goldwyn Mayer Pictures

La tensión solo se puede mantener durante un tiempo antes de que uno empiece a cansarse, y es bueno que Challengers alcance su tono elegante cuando lo hace.

La película finaliza con una auténtica muestra de cariño entre dos de los personajes. Esto podría llevar al público a concluir que una relación íntima bidireccional puede trascender el impulso competitivo de actuar para otro.

Sin embargo, la naturaleza misma pública y performativa de ese momento nos deja preguntándonos si incluso la reconciliación surge de la necesidad de ser querido y del deseo de impresionar.

Este artículo se publicó originalmente en inglés.

*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

*Sean Irving es oficial superior de investigación en la Universidad de Essex.

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