• Betty Wong Ortiz ha trabajado en medios de comunicación, startups y tecnología.
  • La han despedido cinco veces, por lo que compartió las lecciones que ha aprendido.
  • Una de ellas es que los despidos no son personales.
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Este artículo se basa en una entrevista con Betty Wong Ortiz, que se dedica al marketing de contenidos y tiene 51 años. Ella habló sobre la experiencia de ser despedida varias veces a lo largo de su carrera. La transcripción de la conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.

Mi primer despido fue devastador.

Estaba atrapada en un círculo vicioso en el que rumiaba todas las cosas que pude hacer, que debí hacer, que habría hecho, que podrían ayudar a que no me despidieran.

Recuerdo una comida con algunos de mis compañeros y amigos, quienes me dijeron: “Este no va a ser tu último despido”. Yo no quería creerlo. Pensaba que era mi única oportunidad y que haría todo lo posible para que no volviera a ocurrirme.

Cuando empecé a trabajar, no podía imaginar que tendría que vivir cinco despidos en ocho años.

Los sectores que me han atraído son muy dinámicos y a veces de alto riesgo. He trabajado en el mundo de las revistas, en startups y en el sector tecnológico.

Sin embargo, he aprendido mucho. Ya no me asustan los despidos. Sé que es una circunstancia temporal que acabaré superando.

Los despidos me enseñaron que mi trabajo no es mi identidad

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Cortesía: Betty Wong Ortiz.

Empecé mi carrera como ayudante de redacción y fui ascendiendo poco a poco hasta convertirme en redactora jefa de Fitness Magazine en 2008.

Estuve en ese puesto unos siete años antes de convertirme en vicepresidenta de desarrollo de marca de Meredith Corporation, matriz de la publicación.

Ese fue mi primer despido en 2015. También fui redactora jefa en Runner’s World, pero me despidieron en febrero de 2018 después de empezar en junio de 2017. Ese fue el despido número dos.

Sobre todo cuando eres redactora jefa, asumes la identidad de la marca de tu revista, y eso es muy difícil de separar de lo que eres.

Tardé un tiempo en interiorizar que mi trabajo no es mi identidad. Independientemente del cargo que tenga —editora jefa, vicepresidenta, directora o gerente—, eso no define quién soy.

Después de asumir otros puestos en diferentes sectores, experimenté menos presión para asumir la identidad del puesto que tenía.

Ahora, cuando asumo un puesto, quiero hacer un gran trabajo para crear algo ambicioso y dejar las cosas mejor de lo que las encontré, pero ya no ato mi identidad a mi trabajo.

Los despidos me dieron la oportunidad de invertir en mí misma y cambiar de sector

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Cortesía: Betty Wong Ortiz.

Tras mi segundo despido, supe que había llegado el momento de dejar el sector de los medios de comunicación.

Sabía que iba a necesitar muchas más redes de contactos y muchos pitchs. Empecé a trabajar por primera vez con una orientadora profesional, que me ayudó a traducir mi experiencia de manera que fuera relevante para personas ajenas al mundo editorial.

Empecé a fijarme en otros sectores en los que pudiera seguir contando historias y creando contenidos. Eso me llevó a varias empresas emergentes en las que trabajé en marketing.

Conseguí un puesto en una marca de cuidado bucal llamada Quip en mayo de 2019, pero me despidieron en septiembre. Luego trabajé para una farmacia digital llamada Blink Health.

Sin haber tenido los múltiples despidos que tuve en mi carrera, no creo que me hubiera reinventado.

El cambio siempre es duro, pero también puede ser muy bueno. Los despidos pueden ser una pausa muy necesaria para invertir en uno mismo. Es una oportunidad no solo para descansar y reajustarte, sino también para reorientar tu talento hacia algo que pueda ser mejor para ti en el futuro.

Hablar con tu red de contactos es mejor que buscar oportunidades en internet

Es muy difícil ser leal a una empresa cuando puede tomar decisiones tan amplias que acaban con el sustento de una gran parte de la plantilla.

Soy muy leal a todas las personas para las que he trabajado y con las que he trabajado. Sigo siendo leal a esas personas, y no tanto a la empresa, manteniendo contacto con amigos de trabajos anteriores y buscando oportunidades para personas a las que he admirado o con las que me ha gustado trabajar.

He descubierto que hablar con tu red de contactos es una manera más eficaz de buscar trabajo que hojear los anuncios de LinkedIn o Indeed. Esas conversaciones pueden darte más ideas sobre tu próximo destino.

Durante los periodos de transición, he intentado programar al menos dos o tres salidas en las que pueda quedar con un amigo para comer o tomar un café y elaborar estrategias sobre nuestras trayectorias profesionales.

A menudo es muy sorprendente de dónde viene la próxima oportunidad.

Me despidieron de Blink Health en marzo de 2020. Empecé a trabajar como directora de estrategia de contenidos de marketing para Dropbox en agosto de 2020.

Me recomendaron para el puesto a través de un contacto del sector que conocí cuando estaba en Fitness. Nos mantuvimos en contacto a lo largo de los años y, poco después de que ella llegó en Dropbox, se puso en contacto conmigo.

Me dijo que yo podría ser genial para esta vacante de jefa de contenidos en su equipo de marketing.

Los despidos no son personales

Me despidieron de Dropbox en abril de 2023 y estaba muy tranquila con ello.

Agradecí la oportunidad de tomarme un respiro, mientras que después de mi primer despido, me moría de ganas de conseguir otro trabajo. También sentí mucha culpa y vergüenza porque afectó tanto a mi personal como a mí.

No me arrepiento de ninguna de mis decisiones profesionales, pero sí de haber interiorizado tanto mi primer despido.

He estado al otro lado de la mesa, donde he tenido que despedir a mis subordinados directos en Meredith y Blink Health. Sé que, lógicamente, un despido no tiene nada que ver con lo bien que te hayas desempeñado y casi siempre es el resultado de circunstancias macroeconómicas.

Lo que he aprendido tras cinco despidos en menos de ocho años es que ningún sector es inmune a la inestabilidad. Intentar protegerse de los despidos es un ejercicio inútil.

Se convirtió en la nueva normalidad.

Sí, hay que tomarse tiempo para llorar esa pérdida, y está bien estar triste por ello, pero no hay lugar para la culpa o la vergüenza.

Espero que conforme más personas hablen de los despidos, menos sientan que es algo personal o un estigma. Todo el mundo va a pasar por ello en algún momento de su carrera.

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