• Los viajes espaciales prolongados pueden representar un peligro real para la salud física y mental de los astronautas.
  • Un estudio realizado a los cerebros de cinco cosmonautas rusos confirma que los viajes espaciales de larga duración dañan las células cerebrales.
  • Para llegar a estas conclusiones, se analizaron los biomarcadores sanguíneos del tejido cerebral de astronautas que participaron en este tipo de vuelos.

Los vuelos espaciales prolongados pueden salir caros para la salud de los astronautas. Esto se confirma en un nuevo estudio realizado a los cerebros de cosmonautas rusos que pasaron varios meses en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Esta no es la primera vez que se estudian las consecuencias para el organismo de los vuelos espaciales de larga duración. Algunos de los efectos conocidos sobre el cuerpo humano son alteraciones en los globos oculares y empeoramiento de la visión, además de músculos y huesos debilitados. De hecho, por cada mes en el espacio se pierde 1% de la densidad ósea. 

También sobresale un análisis de múltiples modelos y artículos publicado en la revista Cell que apuntó a problemas inmunológicos, físicos, mentales y conductuales.

Ahora, a los efectos adversos de los vuelos espaciales se suma el daño a las células cerebrales, según concluye el examen a los tejidos de cinco cosmonautas rusos tras permanecer casi medio año en órbita.

La nueva investigación, publicada en la revista JAMA Neurology, se trata de la señal más clara hasta el momento de que estar mucho tiempo en el cosmos causa daños en las células cerebrales, tal y como indican los biomarcadores detectados en los análisis de sangre. 

«Esta es la primera vez que se ha documentado una prueba concreta de daño en las células cerebrales en análisis de sangre después de vuelos espaciales», explica en el comunicado de prensa el coautor principal del estudio y neurocientífico de la Universidad de Gotemburgo, Henrik Zetterberg. 

«Debe explorarse más y evitarse si se quiere que los viajes espaciales sean más comunes en el futuro». El estudio podría conducir a nuevos tratamientos para prevenir y revertir las enfermedades y consecuencias adversas de los viajes espaciales.

Todavía no saben qué sucede a largo plazo con el cerebro tras estar en órbita, ni tampoco los factores que causan este deterioro. 

En su artículo, los investigadores sopesan varias posibilidades; desde la ingravidez a los cambios en el líquido cerebral o los factores estresantes ligados a esta experiencia.

Aunque todavía no se conoce la causa, podrían realizarse nuevos experimentos clínicos en la Tierra para llegar a una conclusión.

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