• La primera versión biodegradable del velcro no está pensada para tus tenis, sino para pegarse a las platas y monitorear la salud del planeta.
  • La innovación la hicieron científicos del Instituto Italiano de Tecnología
  • Se inspira en la propia naturaleza para crear una tecnología robótica de bajo impacto ambiental.

Uno de los grandes desafíos a la hora de monitorear el mundo natural es encontrar sensores y dispositivos que no sean dañinos o invasivos para las especies. Entre los materiales que emergen para ayudarnos con este cometido destaca la primera versión biodegradable del velcro; que desarrollaron científicos del Instituto Italiano de Tecnología.

El material no está concebido para que puedas abrocharte los tenis, pero comparte con el velcro convencional la capacidad de adherirse. El propósito de los investigadores era poder medir la salud de plantas sin alterarlas, pegándose a ellas de forma inofensiva.

“Nuestros estudios siempre comienzan observando la naturaleza, buscando replicar las estrategias empleadas por los seres vivos a través de tecnologías robóticas de bajo impacto ambiental”, dice la autora del estudio, Barbara Mazzolai.

El velcro biodegradable no solamente tiene capacidad para monitorear el medio ambiente. También permite liberar de modo controlado moléculas en el sistema vascular de la planta e incluso disolverse tras terminar su trabajo.

¿Dónde encontraron la inspiración los científicos del Instituto Italiano de Tecnología para su creación? En la planta Galium aparine. También se le conoce como amor de hortelano, azotalenguas o lapa. Es una hierba anual de la familia de las rubiáceas, nativa de Europa y Norteamérica.

Esta especie vegetal es capaz de trepar por encima de otras plantas a través de minúsculos ganchos, por lo que los investigadores decidieron replicar los microanzuelos de forma artificial, soluble y con capacidad para descomponerse en la naturaleza.

Usaron una sustancia parecida al azúcar llamada isomalt, una resina de carácter fotosensible.

El velcro biodegradable actúa como un yeso que se sujeta a las hojas

Istituto Italiano di Tecnologia

La resina se empleó para imprimir en 3D ganchos artificiales de velcro. Y fueron exitosos en las pruebas realizadas para pegarse de manera sólida a distintas especies de plantas.

Estos diminutos anzuelos pueden conectarse al sistema vascular de la hoja y liberar moléculas y sustancias como fármacos y pesticidas. Puesto que el isomalt es soluble, puede disolverse con seguridad tras cumplir su función.

Además, los ganchos también se pudieron imprimir con una resina fotosensible si se combinan con la electrónica y los sensores de luz, temperatura y humedad. Se trata de una manera de convertirse en dispositivos inteligentes para la comunicación inalámbrica, midiendo la salud de las plantas in situ con precisión y arrojando datos sobre la temperatura, la humedad o la luz.

La investigación se publicó en la revista Communications Materials y sus responsables ya han presentado una patente.

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