• El juicio entre Johnny Depp y Amber Heard ha sacado a la luz, a ojos de los expertos, mucho de lo malo que tienen las redes sociales.
  • Las voces radicales, poco reflexivas y desinformadas se hacen presente cada vez más en redes sociales.
  • No se trata de algo estrictamente orgánico de Twitter, pues buena parte de esta ira colectiva ha sido organizada por la extrema derecha para deslegitimar el feminismo.
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El juicio entre Johnny Depp y Amber Heard y el consecuente veredicto final es un antes y un después en la historia reciente del feminismo, explica por correo electrónico Liliana Muñoz, responsable del Social Media Orgánico de la academia Emagister.

«Se trata de un juicio muy seguido tanto en los medios tradicionales como en las redes sociales, en donde los usuarios contribuían al debate con una participación activa y constante», comenta Muñoz.

Y sí. Apenas unas horas después de saberse la sentencia, Twitter se convirtió en una hoguera radical en la que muchos arrojaban a Heard.

«Me provoca mucho placer pensar cómo estará sufriendo Amber Heard, vuelta loca, llorando, sin dormir, llena de odio y frustración. Te mereces todo lo malo de este mundo y del infierno también», dijo en Twitter la usuaria de Twitter @bathorydeec.

«La extrema derecha ha utilizado la discusión para defender sus tesis de denuncias falsas»

No es una opinión singular. Ni siquiera es la que más lejos va en su afán de desear el peor de los males a la actriz. Más bien al contrario, el pasado 1 de junio, en cuestión de minutos, miles de mensajes se enviaban de forma radical en Twitter.

«Hay una verdadera batalla cultural en el tema de la violencia de género que se está trasladando a las redes sociales de forma tramposa. No es una cosa orgánica de Twitter«, explica por teléfono a Business Insider España Marcelino Madrigal, experto en tecnología que lleva años estudiando las redes sociales. 

«Más preocupante incluso que el juicio en sí, que ha sido un show desde el principio hasta el final, ha sido el modo en que la extrema derecha lo ha utilizado para defender su tesis de las denuncias falsas», opina el experto.

Madrigal ve en Heard una víctima más o menos colateral de un intento del conservadurismo más radical de recuperar las posiciones perdidas por la avalancha que supusieron campañas como el #MeToo.

Para el experto, la clave está en seguir el rastro del dinero: «Se hacen pasar como normales opiniones de personas que no ponen su nombre ni su cara. Esto nace de la ultraderecha, y ha ido a peor desde que han conseguido financiación. Se sabe desde hace tiempo que estos discursos los mueve muchas veces el dinero público».

«En este sentido, cabe cuestionar la injerencia de las redes en la construcción de un discurso, pues la reacción generalizada ha sido la de endiosar a Depp y contribuir al linchamiento de Heard, tergiversando en algunas ocasiones fragmentos del juicio para desprestigiarla», agrega Liliana Muñoz.

Finalmente, explica Muñoz, la posición de Heard ha dado pie a que quienes cuestionaban el #MeToo, aquel «Yo sí te creo» incondicional, se hayan sentido con la confianza de opinar de manera radical en Twitter, algo que la extrema derecha no ha tardado en utilizar como argumento para deslegitimar al movimiento entero. 

«Twitter se convirtió en una opinología radical»

¿Y ahora qué? ¿Hay que acostumbrarse a que cuestiones como el feminismo, que habían alcanzado ya un cierto grado de consenso, se conviertan en objeto de un cada vez más virulento debate?

Las perspectivas no son invitan demasiado al optimismo.

«Twitter es una red que da voz y a la vez mantiene en el anonimato a los internautas. Una red que te muestra y al mismo tiempo te esconde, ya sea debajo de un hashtag o de los miles de tuits desperdigados en la red social. No sé si las opiniones se han vuelto más extremas, pero sí son más visibles las que lo son. Twitter es el reino de la opinología, sobre todo de la opinología radical», expone Muñoz.

A este respecto, Madrigal recuerda que, a diferencia de lo que ocurre en Europa, en EU el discurso de odio es hasta cierto punto legal, siendo que lo único que sancionan de verdad las autoridades estadounidenses es la amenaza de agresión física.

«Con la compra de Twitter por parte de Elon Musk, parece que va a ir a peor. Él mismo usa su cuenta de Twitter como un troll (alguien que usa las redes sociales para provocar con sus opiniones)», comenta el experto en redes.

Opina en la misma línea Muñoz: «Twitter debe aspirar a defender la libertad de expresión. Un empresario, en este caso, Elon Musk, no debería decidir qué se publica y qué no, no puede ser un censor, pues está condicionado por su propia visión del mundo«.

Twitter, un lugar de no tanto intercambio de ideas y sí de opinología radical

Esto no siempre fue así. O, al menos, no debía serlo. 

En teoría, redes sociales como Twitter debían servir como espacio para el intercambio sosegado de ideas y pareceres, debía ser un lugar en el que aprender unos de otros y ampliar la perspectiva después de que haber hecho el esfuerzo de ponerse en el lugar del otro.

Estudios recientes apuntan incluso a que forma parte de la manera de pensar del ser humano que nunca lo sea.

En un artículo publicado en 2018 en PNAS, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EU, un grupo de investigadores llevó a cabo un simple y elocuente experimento.

Estos básicamente tomaron a un grupo de personas que se declaraban abiertamente demócratas o republicanos.

Durante un mes, les obligaron a seguir un bot de Twitter que retuiteaba opiniones de líderes de opinión e instituciones contrarias a sus ideas: los conservadores eran bombardeados con ideas liberales y los demócratas recibieron un aluvión de opiniones conservadoras.

Acabado el experimento, los demócratas se habían vuelto ligeramente más liberales y los republicanos eran mucho más conservadores. En resumen, unos y otros se habían reafirmado en sus ideas.

Las personas ven lo que quieren ver en sus propias redes sociales

El estudio, explica por teléfono María Lázaro, psicóloga y autora del libro Redes sociales y menores (Anaya Multimedia) no solo hizo importantes aportaciones acerca de cómo se construyen las opiniones, sino que hizo tambalearse la teoría de la cámara de eco, que dice que las redes sociales polarizan porque uno solo lee en ellas lo que quiere leer.

El artículo mostró, sin embargo, que incluso cuando uno lee lo que no quiere leer, el ser humano tiende a actuar como un niño que se tapa los oídos y empieza a cantar para no escuchar a sus padres.

Pero es precisamente en la infancia donde Lázaro ve un resquicio para la esperanza.

«Mi percepción es que se identifica al que se muestra más rígido más con el que tiene más autoridad y el que más vale. Es un tema educativo. De lo que se trata es de debatir, confrontar y plantear argumentos sin imponerlos», subraya la experta.

«Es una labor que hay que hacer tanto desde la escuela como desde la familia. Nos hace mucho daño esa idea de que al colegio se va solo a aprender conceptos. Por otra parte, yo sí creo que vamos a mejor porque hay cada vez una mayor preocupación sobre esto. Se están tomando medidas, como el reciente protocolo en España para combatir el discurso de odio en internet». 

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