• Tras ver reducida el capital casi a la mitad en el último año, el ecosistema emprendedor vive un momento de recorte de valoraciones.
  • La situación, explican los expertos, ha acabado con proyectos como el de WeWork, basados en quemar el dinero aprovechando un entusiasmo desmedido.
  • "El descenso del volumen de inversión no es algo netamente bueno, pero sí que tiene consecuencias positivas", concede José del Barrio, cofundador de Samaipata.
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Las startups de tecnología avanzan a tal velocidad que parece que ha pasado una década ,pero no ha pasado tanto, eran los últimos meses de 2021 y capital fluía.

Por aquel entonces, WeWork, la empresa especializada en la gestión de espacios de coworking, se estrena en la Bolsa de Nueva York a través de una SPAC, otro invento muy de la época que, definido como una empresa de propósito especial, permitía simplificar la tediosa burocracia que antecede al estreno de cada empresa en bolsa. 

A cambio, las empresas cotizadas se estrenaban sin ser tan estudiadas, pero cuando el dinero vuela de mano en mano nadie quiere ser el aguafiestas que baja la música.

Además, WeWork tenía prisa por someterse al escrutinio de los inversionistas después de recibir una valoración cercana a 50,000 millones de dólares en 2019.

Su mensaje era claro: el futuro del trabajo sería el coworking, y ninguna otra empresa estaba más preparada para las circunstancias solo ellos.

Desde entonces, han pasado muchas cosas que frenaron el capital en startups

Por citar solo algunas de las más importantes, Rusia invadió Ucrania, lo que desató una crisis energética y de materias primas que tardó poco en tomar la forma de crisis global de inflación.

Los bancos centrales decidieron subir los tipos de interés. Y con el dinero más caro, los inversionistas se detuvieron el capital a startups.

Hace menos de un mes, WeWork, cofundada por el mesiánico Adam Neumann, se declaraba en bancarrota después de reconocer que no podría hacer frente al pago de los 18,600 millones de dólares que adeuda.

El suyo es solo un ejemplo paradigmático de algo que ha sido durante años un clásico del ecosistema.

Las startups son expertas en quemar capital impulsadas por rondas de cientos de millones que, finalmente, cuando llega la hora de cumplir lo que prometieron, de transformar en realidad las expectativas que levantaron y empezar a hacer caja, se desvanecen.

WeWork es solo un ejemplo de la legión de startups que solo vendían humo y recibían capital

Los fondos hacen balance de lo que fueron aquellos años y subrayan el lado positivo de un ecosistema que ha vuelto a los fundamentos: ser rentable.

«Hemos vuelto a una situación como la de 2019, en las que las mejores startups se financian muy rápido, a las intermedias les cuesta más y las que no son tan atractivas rara vez se financian, lo que es bueno. Los emprendedores en estas situaciones lanzan mejores proyectos que en momentos de exuberancia, y las empresas nacen más sanas», resume Iñaki Arrola, cofundador de K Fund, uno de los fondos más activos del panorama nacional.

También lo ve como una oportunidad Alberto Andújar, director de BigBan Inversores.

«Como cualquier cambio de paradigma supone oportunidades y retos. A los emprendedores les puede ayudar a impulsar sus startups el centrarse en la eficiencia operativa y encontrar soluciones más innovadoras; y a los inversores les puede ayudar a ser más selectivos en los proyectos en los que invierten».

Una mala noticia con consecuencias positivas

Javier Rubió, socio del fondo Galdana, es de esos inversionistas que tiene memoria. No es para menos: fue cofundador y presidente ejecutivo de Cluster Consulting hasta su venta en el año 2000. 

También fue cofundador, inversionista y presidente ejecutivo de Nauta Capital, fondo con sede en Barcelona y oficinas en Boston y Londres e inversiones tanto en Europa como Estados Unidos.

Entre otras muchas cosas, lideró la inversión en Social Point, posteriormente vendida a Take-Two por 250 millones de dólares.

«Lo que vemos ahora ya lo vimos en los años 2000 y 2001, y luego otra vez en 2006. Los ciclos existen y existirán siempre, y en las empresas tecnológicas son muy bestias. Las correcciones no son suaves. Si tu empresa no cumple lo que se espera, las correcciones pueden ser golpes de 40% a 50% de capitalización», advierte.

Se encuentra también quienes pueden ver el lado menos malo del desierto que atraviesan las empresas

«El descenso del volumen de inversión no es algo netamente bueno, pero sí que tiene consecuencias positivas», concede José del Barrio, cofundador de Samaipata.

«Estamos en un cambio de paradigma que ha retrasado los planes de muchas compañías, ha propiciado muchas reestructuraciones y desafortunadamente provocará el cierre de muchos proyectos que no son viables en el entorno actual», analiza del Barrio.

«Asimismo, la escasez de capital y la subida de los tipos de interés obliga a pensar más a corto plazo, lo que perjudica a proyectos muy dependientes de investigación y desarrollo tecnológico por un lado y escala comercial por otro», añade.

Sin embargo, este contexto tiene consecuencias positivas en varios frentes

Por un lado, relata del Barrio, la sequía ha drenado ciertos excesos fruto del súbito aumento de la inversión en tecnología en el mundo en general.

«Creemos que esto beneficia a los proyectos que realmente generan valor. Estos proyectos ahora operan en un panorama más racional y meritocrático».

En este ecosistema, vaticinan desde Samaipata, el ecosistema español puede verse beneficiado entre otras cosas porque en España no hubo nunca casos tan extremos como el de WeWork: quien no sube tanto siente menos dolor al caer. 

Para Javier Megías, socio de Plug&Play, uno de los fondos más importantes del mundo, la situación actual tampoco es positiva, pero se le puede extraer alguna buena noticia.

«Bueno per se no creo que sea, ya que la inversión es un elemento que sirve para medir el desarrollo del ecosistema startup, un pilar de la innovación de cualquier país», comienza explicando Megías.

«Pero sí creo que por factores exógenos y no estructurales había crecido en exceso la inversión, generando en algunos casos distorsiones en valoraciones o múltiplos que estaban fuera de parámetros normales. Por eso creo que un cierto reseteo no es necesariamente malo, aunque hubiera preferido que no fuera tan drástico, ya que muchas empresas que levantaron capital entre 2020 y 2022 lo están pasando mal».

Bienvenidos al mundo de la selección natural

Los principales beneficiados de esto no han sido otros que los inversionistas, quienes en primer lugar provocaron el problema.

«Estas correcciones siempre traen consigo buenas ventanas de inversión en los que cada euro del inversionista rinde más. Estos últimos años el rendimiento ha sido más ajustado», reconoce Vicente.

«Creo que quienes eran sólidos y tenían un planteamiento sostenible se han mantenido y que solo han caído quienes están pagando los excesos. Es una especie de selección natural. Lo que venga ahora debería ser un ecosistema más sólido», concuerda Josep Sanfeliu, cofundador de Asabys Partners, un fondo especializado en el sector salud. 

Para Lourdes Alvarez de Toledo, socia de JME, esta selección natural traerá mejores negocios, lo cual no significa necesariamente startups que tengan su caja en positivo desde sus inicios. 

«Se está haciendo un ejercicio sano porque las startups obsesionadas con crecer a cualquier costo ya no van a poder hacerlo. Más que en la caja en sí, los fondos miraremos a partir de ahora la capacidad de generar beneficios en el futuro de la empresa», explica Álvarez de Toledo.

En su memoria, lo ocurrido con proyectos como el de WeWork: «Hay muchas compañías que se han lanzado a levantar muchísimo dinero sin ser capaz ni siquiera de demostrar que el suyo puede ser un buen modelo de negocio». 

Los años del capital barato pasaron y, con ellos, el tiempo de las mastodónticas startups que no iban a ninguna parte

Solo el tiempo dirá si los fondos caen finalmente en la desmemoria y estos terminan volviendo. Una pista: Adam Neumann anda ya inmerso en FlowCarbon, una startup criptográfica que tokeniza créditos de emisión de carbono.

Ha recaudado 70 millones de dólares de la venta anticipada de un token que no ha lanzado todavía: la sombra de malos augurios.

*Foto: Depositphotos

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