• Google, Amazon y compañía no son las únicas que tienen preguntas complicadas en sus entrevistas de selección.
  • ¿Puedes resolver esta pregunta que deben saber razonar los candidatos de la Universidad de Oxford?
  • Para hacer este acertijo requerirás de la ayuda de alguien que piensa muy similar a ti.
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Las grandes empresas, como Google, no son las únicas que tienen una pregunta peculiar (o varias) en sus entrevistas de trabajo, porque también lo hace la Universidad de Oxford.

Con 72 ganadores de Premios Nobel entre sus antiguos alumnos también tiene sus cuestionamientos «capciosos» para elegir los candidatos más adecuados para sus clases.

¿Quieres probar con una pregunta de ese cuestionario para descubrir si podrías estudiar en Oxford?

Alex Bellos, amante de los rompecabezas y autor de muchas recopilaciones al respecto, reveló en su blog de The Guardian cuál es la pregunta que se realiza a los jóvenes que quieren estudiar grados conjuntos de filosofía en la Universidad de Oxford.

En concreto, los adolescentes que quieren cursar en PPE (Políticas, Filosofía y Economía); Matemáticas y Filosofía, y Ciencias de la Computación y Filosofía, deben responder a un acertijo sobre un concurso muy atípico.

Antes de leerlo y de pensar en la solución, ten en cuenta que el entrevistador se fija más en cómo razonan los candidatos que en la respuesta en sí.

La pregunta «capciosa» para entrar en la Universidad de Oxford

Eres el participante de un concurso en el que puedes ganar un millón de pesos. Hay un segundo participante en otra habitación. El juego es cooperativo así que ganan o pierden a la vez. No conoces al otro competidor, pero ten en cuenta que será igual de lógico que tú.

El juego empieza con la ronda uno y luego seguirá con la dos, tres, cuatro… Se alargará todo lo necesario, no hay un límite impuesto.

En cada ronda, cada concursante podrá elegir entre dos opciones:

  • Decirle al presentador «Quiero acabar el juego» y mencionar un color, el que sea, el que quiera el participante.
  • Mandar un mensaje sin límite de extensión al otro participante.

Si los dos participantes deciden mandar un mensaje, ambos textos se enviarán simultáneamente. Llegarán a manos del otro concursante al mismo tiempo.

Para ganar en este juego, ambos deben decidir terminar el concurso en la misma ronda y anunciar el mismo color. 

Si uno de ustedes decide acabar el juego y el otro no, pierden. Si ambos dicen colores distintos, ocurre lo mismo.

Empieza la ronda uno. ¿Qué haces?

Reflexionando la pregunta: ¿qué hacer?

¿Qué te pareció el planteamiento de la pregunta? Intrigante, ¿verdad?

Es evidente que el concurso no debe terminar en la ronda uno. Es poco probable que ambos concursantes logren decir un mismo color a la vez sin haberse coordinado antes. 

Hay que comunicarse con el otro participante. Debido a que no hay límite alguno, no hay prisa para llegar a un acuerdo.

La solución sería muy evidente en una variante del concurso en donde solo un participante pudiera mandar un mensaje por ronda. 

En la primera ronda mandas un mensaje diciendo que en la ronda dos vas a decir «rojo», así que tu compañero también debe decirlo y listo.

Incluso puedes ser más cauto y mencionar «Voy a decir ‘rojo’ en la ronda tres. Por favor, confirma que también dirás ‘rojo’ en tu mensaje de la ronda dos». Ambos ganarán un millón de pesos en dos o tres «vueltas».

Pero el acertijo original tiene dos peculiaridades que complican las cosas.

La primera de ellas es que mandan mensajes a la vez. Así que si escribes «Digamos ‘rojo’ en la ronda dos», el otro concursante seguramente te mandará otra estrategia. Será complicado ponerse de acuerdo.

La segunda peculiaridad es la que muchos candidatos pasan por alto: el otro participante es igual de lógico que tú.

Eso significa que si pensaste escribir «Digamos ‘rojo’ en la ronda tres, por favor confirma en la ronda dos», el otro concursante habrá tenido la misma idea que tú, ¡pero seguramente usará un color diferente!

 Quizás, en lugar de usar el color rojo, te escribe «Digamos ‘azul’ en la ronda tres, por favor confirma en la ronda dos».

Como la otra persona es tu reflejo racional y lógico, el peligro evidente es que entrarás en un círculo de mensajes similares con él.

Propondrán mismas estrategias pero con colores diferentes o cederán al otro el liderazgo al mismo tiempo. Será como leerte a ti mismo con ligeras variantes. Así que, si no piensas bien en qué vas a comunicar, el concurso se bloquea. No avanzarán.

¿Qué hacer entonces? Antes de pasar a la solución, ten en cuenta que lo que los entrevistadores de Oxford buscaban no era la respuesta perfecta, sino cómo los candidatos lidiaban con la pregunta.

Dicho esto, a continuación tienes la respuesta más oficial, que además está relacionada con algunas de las carreras para las que postulaban los candidatos.

Esta es la clave para superar la pregunta de Oxford

Como el otro candidato usa tu misma lógica, si piensas de manera racional, lo que conseguirás es un bloqueo debido a mensajes similares que no permiten avanzar.

La clave, por lo tanto, consiste en añadir un elemento de aleatoriedad irracional. Por ejemplo, puedes tirar una moneda y dejar que el resultado indique lo que vas a escribir.

Imagina que si sale cara, propones decir «rojo» en el mensaje. Si sale cruz, propones decir «azul». Eso todavía no arregla nada, ¿verdad? Ahora viene el pequeño giro.

Si escribes «Voy a sugerir que ambos digamos ‘rojo’ en la próxima ronda. Lo acabaré haciendo si me has dicho lo mismo en el mensaje» sin usar la aleatoriedad, entonces el otro concursante seguramente te dirá lo mismo con otro color: verde, amarillo, púrpura, negro…

Pero si decides hacer lo de tirar una moneda y elegir entre dos colores, ¿qué ocurre? Exacto: el otro concursante hará lo mismo que tú.

Por lo tanto, ya no son ustedes quienes eligen el color (azul o rojo), sino que dejas que elija el azar, es decir, la moneda.

Como hay rondas infinitas, tarde o temprano ambos tirarán sus monedas y tendrán el mismo resultado.

Si decidiste que cara es «rojo» y a ambos les sale cara en la tirada, los dos escribirán: «Propongo que ambos digamos ‘rojo’ en la próxima ronda. Lo acabaré haciendo si me has dicho el mismo mensaje».

Esto funciona incluso si el otro concursante decide hacerlo al revés: que cara sea «azul» y cruz sea «rojo». Coincidirán cuando a ti te salga cara y a él cruz. No es descabellado.

Cuando ambos lleguen a este acuerdo planeado no por la lógica, sino por la suerte, ganarán en la próxima ronda.

Existen otras formas de usar el azar. Por ejemplo, puedes decidir que si sale cara, propondrás liderar la próxima ronda y si sale cruz, que te dejarás llevar.

La estructura es la misma. ¿Sale cara? Mandas el mensaje: «Vamos a decir ‘rojo’ la próxima ronda si el mensaje que enviaste me dice que seguirás mis órdenes».

Si sale cruz, escribe: «Voy a seguir el plan de acción de tu mensaje si me has mandado alguno». Tarde o temprano, tú sacarás cruz y él cara (o viceversa) y tendrán un plan para ganar.

Independientemente del cómo, la única forma de romper un acertijo de personas con lógica idéntica es introduciendo el azar.

Precisamente eso es lo que se estudia en Ciencias de la Computación, uno de los temas de las asignaturas de Oxford. En concreto, este problema en el mundo de la informática se conoce como resolución de contención. 

Este incidente ocurre cuando dos ordenadores idénticos empiezan a hablar entre ellos al mismo tiempo. Se produce una simetría que bloquea el proceso.

Cuando eso ocurre, los ordenadores suelen estar programados para añadir un poco de azar; tiran al aire su propia moneda virtual para romper el bucle dialéctico.

¿Cómo te fue con tu reflexión sobre la pregunta? ¿Diste con el elemento de aleatoriedad? Si es así, habrías pasado la prueba y serías estudiante de Oxford.

«En las entrevistas de admisión, que generalmente duran menos de 25 minutos, nos damos por satisfechos si el candidato se da cuenta del problema de la simetría en el rompecabezas», explica Joel David Hamkins, antiguo profesor de Lógica de Oxford que usaba este enigma como prueba a los candidatos (a través de The Guardian).

«Los mejores candidatos son aquellos que se dan cuenta de que hay que aplicar aleatoriedad», revela Hamkins, que creó este acertijo con la ayuda de Peter Strawson, profesor de Filosofía.

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