Eduardo Marín

Eduardo Marín

Plataforma Petrolera

El cambio de rumbo en la política energética ha sido reiteradamente marcado: buscar la soberanía energética dejando de exportar petróleo para destinarlo al Sistema Nacional de Refinación, a fin de lograr la autosuficiencia en la producción de gasolinas.

México siguió este esquema hasta fines de los años 70, antes del descubrimiento del mega campo de Cantarell. Actualmente, 67% de nuestro petróleo se vende al extranjero. En los primeros cinco meses del año, la exportación fue de un millón 148 mil barriles diarios, que significó ingresos por 5 mil 400 millones de dólares.

El problema es que esta estrategia que el Gobierno se ha planteado, impactará la situación económica de la refinación. En México, por las condiciones actuales de las refinerías que no procesan adecuadamente el crudo pesado que producimos –que representa 63% del total–, el margen de ganancia es mayor vendiendo crudo que refinándolo.

Además, como decíamos en nuestro artículo anterior, aumentará la producción de combustóleo, que tiene un bajo valor económico. Aún con la nueva refinería de Dos Bocas y con las seis actuales a su nivel óptimo de proceso, Pemex seguirá importando combustibles.

Amplia oferta mundial de gasolinas

Es innegable la importancia de gozar de soberanía energética. Pero más que lograr la autosuficiencia en gasolinas, debemos entenderla como la capacidad del país de garantizar el abasto nacional de combustibles ante una emergencia.

Lo primero que hay que considerar es que el mercado de gasolinas y diesel a nivel mundial es suficientemente amplio y existe una extensa oferta de estos productos en diversas zonas del planeta.

Además, su transportación no implica gran complejidad, ya que al estar en estado líquido, son fácilmente manejables por barco. Aquí sí resulta útil pensar en la figura ilustrativa de los barriles. Y por supuesto, tenemos la ventaja de que nuestro país tiene salida a los dos grandes océanos, lo que nos da acceso directo a los mercados de Asia y Europa.

Aún en los momentos más riesgosos para el suministro a causa de huracanes o bloqueos a terminales, no hemos padecido desabasto causado por no encontrar oferta de producto.

Se habla de soberanía energética, pero es preocupante la dependencia del gas natural

En cambio, lo que resulta fundamental y debería ser prioridad energética, es disminuir nuestra enorme dependencia del gas importado. Es un aspecto estratégico al que poca atención se le ha dado.

Mientras el sector petrolero representa sólo 7% del PIB nacional, el manufacturero equivale, en términos generales, a 40%, y el de servicios a otro 40%. En su mayor parte, estos sectores requieren gas natural para su operación.

Ahora bien: 90% del gas natural que se consume en nuestro país es importado y de éste, 90% proviene de Estados Unidos. En la última década se ha triplicado nuestra dependencia nacional a este combustible.

Incluso Pemex está importando más de 60% del gas natural que vende a sus clientes nacionales ya que su producción ha disminuido 25%, en comparación con la de hace cinco años. En lo que va del año, promedia 4,835 millones de pies cúbicos diarios, de los que 60% se extraen asociados al petróleo en los yacimientos.

El gas debe transportarse por ducto

A diferencia de las gasolinas, lo óptimo es transportar el gas natural por ductos. Traerlo de Europa o Asia vía marítima requiere licuarlo, lo que incrementa su costo.

Si por cualquier razón se corta nuestro suministro de gas desde Estados Unidos, como sucedió con el gas ruso a Europa, tendríamos un grave problema económico.

Por ello, es imperativo redireccionar el destino de los recursos del sector y buscar mejorar la producción y la infraestructura gasíferas.

Ésta sí debe ser una cuestión de soberanía energética.

eduardo.marin@eploc.mx

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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