- No es un buen momento para ser un CEO tecnológico estadounidense con operaciones en China.
- Las empresas tecnológicas occidentales están siendo presionadas en la segunda economía más grande del mundo.
- El surgimiento de una fuerte competencia local y la creciente presión de Pekín han demostrado ser un desafío.
- ¡Nos vemos en TikTok!
Hubo un tiempo en el que los CEO estadounidenses veían a China como una tierra de oportunidades. Pero parece que ese tiempo quedó en el pasado.
Tras años de crecimiento, algunas de las corporaciones tecnológicas más poderosas de Estados Unidos comenzaron a desplomarse rápidamente en la segunda economía más grande del mundo ante la nueva realidad de hacer negocios allí.
Pekín ha respaldado un nacionalismo extremo. A su vez, el sentimiento hacia los negocios occidentales se ha agriado. Esto es especialmente cierto ya que las empresas locales han surgido como alternativas viables. Y todo esto ha creado una peligrosa carrera hacia el fondo para ganarse a los consumidores.
No es de sorprender que las empresas estadounidenses que alguna vez apostaron que este sería el «siglo chino» tengan que aprender una dolorosa lección sobre hacer negocios en China.
La batalla por la supremacía tecnológica
Solo hay que mirar hacia el sector tecnológico para ver lo difícil que la están pasando las empresas estadounidenses en China. Apple ha tenido problemas para poner sus nuevos iPhones en los bolsillos de los consumidores chinos, con datos de Counterpoint Research que muestran que las ventas se desplomaron un 24% en las primeras seis semanas del año.
Mientras tanto, Tesla sufrió una enorme caída en los envíos desde su gigafactoría de Shanghai el mes pasado, con 60,365 vehículos enviados, informó Bloomberg. Eso es un 16% menos que sus envíos en enero y un 19% menos que el mismo mes del año pasado, según datos de la China Passenger Car Association.
Esto puede no provocar un pánico inmediato. Las ventas netas de Apple en China pueden haber caído un 13% en los últimos tres meses de 2023 respecto al año anterior, pero aún así generaron ingresos de 20,800 millones de dólares (mdd).
Y Tesla no ha sido la única compañía de vehículos eléctricos atrapada en una desaceleración de ventas. Pero sí señala un verdadero deslizamiento hacia abajo para dos de las mayores empresas de América en China. Entonces, ¿qué está pasando?
Ansiedad por el iPhone
En el caso de Apple, hay algunas cosas. Gene Munster, socio gerente de Deepwater Asset Management, le dijo a Business Insider que la disminución tenía algo que ver con «los productos estadounidenses cayendo en desgracia en China».
Ese ciertamente ha sido el caso. El año pasado, el gobierno chino prohibió el uso de iPhones para los funcionarios gubernamentales, haciiendo menos atractivo tener uno.
Los inversionistas respondieron eliminando 200,000 mdd del valor de Apple. Esa prohibición coincidió con el lanzamiento del Mate 60 Pro de Huawei, un teléfono inteligente 5G de fabricación local que muchos vieron como un dispositivo revolucionario que rivalizaba con las capacidades del iPhone, a pesar de las prohibiciones de exportación que impiden el uso de componentes líderes en la industria de Estados Unidos.
La investigación de Counterpoint muestra que las ventas unitarias de teléfonos Huawei aumentaron un 64% en el mismo período en que las ventas unitarias del iPhone cayeron casi un cuarto.
«Tanto Estados Unidos como China se están volviendo más aislacionistas. Eso favorece a las marcas nacionales. Con la IA, esa dinámica probablemente se intensificará,» dijo Muster.
En el caso de Tesla, es probable que una desaceleración más amplia del mercado de EV, que tomó forma el año pasado, se haya sentido particularmente en febrero, dado las ventas generalmente más lentas durante las festividades del Año Nuevo Lunar.
La competencia por parte de China se siente cada día más real
Más ampliamente, sin embargo, el declive de ambos es una señal de que la batalla de China con Estados Unidos por la supremacía tecnológica se está volviendo más seria.
Durante años, las empresas chinas adoptaron una estrategia de imitación mientras intentaban construir electrónica de consumo, vehículos eléctricos y otras industrias desde cero.
Eso significaba tratar de replicar lo que hacían sus contrapartes occidentales, a menudo a un estándar inferior. Eso ya no es el caso.
Como muestra tenemos el Mate 60 Pro de Huawei. Los consumidores chinos ahora tienen un teléfono nacional que ofrece una experiencia similar al iPhone.
Mientras tanto, los fabricantes locales de EV como BYD están disfrutando de un auge mientras logran ganarse a los consumidores con vehículos que son mucho más baratos que los Teslas.
En enero, BYD informó un aumento del 43% en las ventas pero perdió su liderazgo de mercado frente a Volkswagen, según CarNewsChina. También había reducido los precios de sus modelos más vendidos en un promedio del 17%, informó Reuters.
El poderío tecnológico de China
Se espera que esa batalla por la supremacía reciba un gran impulso de Pekín, también. Cuando el primer ministro Li Qiang estableció el objetivo de crecimiento anual de China del 5% al comienzo del Congreso Nacional del Pueblo este mes, quedó claro cuán vital sería la tecnología para impulsar eso hacia adelante.
Eso significa que se espera que Pekín juegue un papel más activo en catalizar el crecimiento de su sector tecnológico nacional, y exprimir cualquier entidad extranjera que se interponga en su camino.
El Wall Street Journal informó que una directiva conocida como Documento 79 se estaba intensificando para expulsar a las empresas occidentales. Pide a las empresas estatales en una serie de sectores, como finanzas y energía, «reemplazar el software extranjero en sus sistemas de TI para 2027».
Cómo respondan las empresas occidentales probablemente será observado de cerca, ya que China sigue siendo demasiado valiosa para perder el control. Eso quedó claro cuando Suzanne Clark, la jefa de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, viajó a Pekín a fines de febrero para ayudar a normalizar los lazos comerciales.
«Normal», sin embargo, está destinado a verse un poco diferente de aquí en adelante.
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