• "Siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo estamos haciendo mal"
  • Siendo mujeres siempre se nos exige ser extraordinarias o trabajar más que nuestros pares masculinos para alcanzar los mismos espacios en cualquier ámbito de la vida.
  • El monólogo de America Ferrera, interpretando al personaje de Gloria, de la película de Barbie, nos inspiró para hacer el especial: No somos extraordinarias, somos mujeres
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Cada mujer de esta redacción tomó una oración del monólogo que America Ferrera, interpretando al personaje de Gloria, da en el clímax de la película de Barbie.

Estas líneas nos inspiraron para hacer el especial de 8M 2024.

«Siempre tenemos que ser extraordinarias, pero de alguna manera siempre lo estamos haciendo mal»

Las palabras de Ferrera nos hicieron reflexionar en que siendo mujeres siempre debemos trabajar o dar más que nuestros pares masculinos para alcanzar los mismos espacios en cualquier ámbito de la vida.

Sin embargo, aún con todo ese trabajo parece, que lo estamos haciendo mal. No cumplimos con los estándares de belleza, porque nunca estamos en la edad correcta —estamos envejeciendo y, además, estamos exigiendo los mismos derechos y espacios que cualquier otro hombre.

Aunque sigue siendo válido celebrar a mujeres extraordinarias, es momento de encaminar la conversación a dejar de autoexigirnos a ser extraordinarias (porque nos enseñaron que debíamos ser mujeres que pueden con todo y deben hacer todo) y, en cambio, abrazar el hecho de que es igual de poderoso ser ordinarias y disfrutar de ello.

En estadísticas que acompañan este especial: solo 2% del capital de inversión para startups en América Latina es para mujeres, porque solo 13% de las empresas en las bolsas de valores de México tienen a mujeres en en los puestos de dirección y porque las mujeres dedican 30 horas cada semana, mientras que los hombres solo destinan nueve.

Fernanda Pintle, editora

«Me mata que no creas que eres lo suficientemente buena»

Un día creí que era buena construyendo castillos, montando dragones; últimamente siento que no soy buena en nada. Y a veces, me lo creo.

Creo que, mientras mejor lo haga, siempre llega algún mensaje, un susurro entre muchas voces o el dedo señalador que me recordará que no importa cuánto me esfuerce, no importa lo que deba hacer; lo que cumplí, los números en aumento, los aplausos y felicitaciones, los trofeos que abracé o las metas que superé, es imposible ser suficiente.

Me rehúso a ser un porcentaje de lo que no debería ser como mujer. No me importa la perfección y honestamente, a veces mi meta no es llegar al podio para ser llamada “extraordinaria”. Quiero vivir disfrutando lo ordinaria que soy, prefiero seguir aprendiendo que está bien ser el diamante en bruto, porque al final, en bruto o con potencial, me quedo siendo diamante.

Priscila Peñaranda, redactora.

«Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tanto como para tentarlos demasiado o amenazar a otras mujeres porque se supone que eres parte de la hermandad»

En un mundo donde las expectativas sociales limitan la individualidad, existe una gran presión para que las mujeres se ajusten a estándares poco realistas de belleza, comportamiento y éxito.

Pero es a través del autoconocimiento y la hermandad que descubrimos nuestra capacidad de rechazar la noción de que debemos encajar en un molde específico para ser consideradas exitosas o dignas. El que las mujeres nos apoyemos mutuamente nos libera de estas limitaciones.

Emma Sifuentes, editora.

«Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, que es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte«

Antes de llegar a Business Insider México, trabajé cerca de cuatro años como asistente de producción en un canal de televisión especializado en deportes. Llegué a dicho puesto con pocos conocimientos deportivos, por lo que siempre sentí que tenía que aprender y esforzarme todos los días para demostrar que merecía estar ahí.

Cuando logré dominar las responsabilidades que implicaban mi puesto, me di cuenta que nunca iba a importar que tanto daba de mí, nunca iba a ser lo suficientemente buena como mis compañeros, a los que jamás se les cuestionó qué tanto sabían.

Me tocó compartir turno con pares que muchas veces llegaron alcoholizados a la redacción o crudos. Algunos simplemente preferían echar relajo entre ellos en lugar de sacar los pendientes que teníamos. Muchas veces, dicha carga cayó sobre mí para poder sacar los programas a flote.

Llegué un punto en el que me harté y decidí hablar con mi jefa directa sobre la situación. Le expliqué que no se me hacía justo que hubiera compañeros que simplemente no hacían nada y que yo siempre terminaba sacando el trabajo. Su respuesta, me rompió el corazón.

«Es que eres como la mamá de los pollitos», dijo, como si de alguna manera eso me hiciera sentir mejor. «Ellos te necesitan para seguir tu ejemplo. Entonces, por favor, sigue cuidándolos».

Sabía que ese canal de televisión no era un lugar en el que yo crecería profesionalmente, pero ese día me di cuenta, que por el simple hecho de ser mujer, yo la tendría más difícil que cualquier otro de mis compañeros.

Y este relato ni siquiera incluye los comentarios machistas y misóginos que llegué a escuchar en mi día a día. Sí, incluyendo los que hacían mis compañeras.

Andrea Saint Martin, editora de deportes y lifestyle

«Siempre destaca y siempre sé agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está amañado. Así que encuentra una manera de reconocer eso, pero también sé siempre agradecida«

Es importante reconocer que la independencia femenina no debería ser malinterpretada como una incapacidad para pedir ayuda. En una sociedad que valora la autonomía, a menudo olvidamos que todas las personas, independientemente de su género, necesitan apoyo en ciertos momentos.

No hay debilidad en buscar ayuda cuando es necesario, ya sea por dificultades en una tarea específica o simplemente por la practicidad de compartir responsabilidades.

Reconozcamos y apoyemos la fortaleza en la vulnerabilidad, y celebremos la capacidad de las mujeres para buscar y recibir ayuda cuando lo necesitan.

Lilia Pérez, community manager

«Lo estamos haciendo mal y es nuestra culpa«

He trabajado por superarme y brillar, pero al parecer lo he hecho mal. Soy independiente y vivo de acuerdo a mis reglas, pero lo hago mal porque «no me he casado» o «no se ven niños pronto».

Seguro también lo hice mal el momento en que me acosaron, seguro es mi culpa por ser demasiado amable, lo que sea que eso signifique, y no la de ellos, que no saben el significado de no. Porque ¿qué hace una mujer de bien fuera de su casa a las 10 pm en una reunión con supuestos amigos?

¿Sabes cuántas amigas tengo que NO han sido violentadas? Son pocas. Peor aún, ¿sabes cuántas tengo que sí han sido violentadas desde su infancia? Son demasiadas y siempre ES SU CULPA.

Esa es la realidad hoy, pero también podemos aspirar a crear una mejor. Una en donde no se busquen culpables, pero sí soluciones. Una donde tus amigas sean niñas sin preocupaciones, aspires al mismo sueldo que tu compañero y no tengas que exigir en marchas la equidad que debería ser una norma.

Marissa Espinosa, editora

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Coordinadora del Especial: Fernanda Pintle

Reporteras: Andrea Saint Martin, Marissa Espinosa, Priscila Peñaranda

Redes Sociales: Lilia Pérez

Diseño: Frida Ríos, Erendira Rojas, Lorena Olguín y Brenda Peralta