Rosalinda Ballesteros

Rosalinda Ballesteros

La Ciencia de la Felicidad

El envejecimiento o lograr vivir en plenitud no es igual en todos los países.

Hace unos días tuve el honor de acudir a un Congreso de Psicología Positiva en Canadá. Se galardonaba a mi colega Lisle Baker, de 90 años. Hace 5 años había terminado su posgrado, mientras se mantiene dando clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Suffolk, de Boston, Massachusetts.

Con sus nuevas habilidades, logró que el Colegio de abogados de su ciudad incorporara elementos de bienestar en sus evaluación para certificar a los nuevos letrados, pero tiene más proyectos.

Estadísticamente, Lisle tiene condiciones muy distintas a la de los adultos mayores de otras latitudes, donde la vida se vuelve más difícil y compleja en la experiencia diaria; aunque la percepción de satisfacción global aumenta. Paradojas del bienestar.

Un ejemplo claro nos lo dio el Reporte Mundial de Felicidad durante los años de pandemia. Las personas mayores de 55 años estuvieron mejor preparadas emocionalmente para vivir esos retadores tiempos del aislamiento. 

En México, casi el 90% de la población mexicana mayor de 53 años asegura que está satisfecha con su vida; sin embargo, la realidad muestra que su bienestar no es el deseado o que incluso se ha venido deteriorando en los últimos 20 años.

La vejez, la tercera edad, la adultez mayor, es una etapa compleja. Es cuando las facultades físicas y mentales de la persona se deterioran y cuando tenemos que enfrentar que el ciclo de la vida, de manera natural lleva a la muerte.

La forma de cómo vivimos nuestra juventud y madurez determina las condiciones de nuestra vejez; sin embargo, esta etapa es determinante para tener satisfacción en los últimos años de vida.

Por ello, debemos recordar y aprender a valorar la importancia de cuidar nuestros hábitos en los años 20 y 30 de la vida, cuando parecemos invencibles.

Encuestas de Salud y Envejecimiento

En julio pasado, el Inegi presentó las encuestas Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México 2021 (ENASEM) y la de Evaluación Cognitiva. Son trabajos estadísticos de elevada complejidad.

Especialmente la primera; en ella se le ha dado seguimiento a una población por más de 20 años, por lo que sus resultados son muy útiles y elocuentes.

Sólo el 37.5% de la población mayor a 53 años (25 millones de mexicanos) declara tener buena salud, y el resto se siente regular o francamente mal. 

Si en 2001, cuando se hizo la primera encuesta, 11.4% de los hombres ubicados en sus años 50 declaró haber sido diagnosticado con diabetes, en el ejercicio de 2021 lo hizo el 20.4%. Es decir, en los hombres se duplicó la enfermedad.

Para las mujeres en el mismo segmento de edad, el comportamiento es muy parecido: en 2001, el 15.4% se declaró diabética, pero para 2021 reconocía su enfermedad el 25.6%.

Es común escuchar que “de algo nos tenemos que morir”, pero aún así, la salud no es algo que esté mejorando para esta población. 

Pensemos en Lisle, mi amigo de 90 años, goza de una trayectoria muy diferente a la que encaramos la mayoría de los mexicanos, con problemas de salud, escasez de recursos y acceso a servicios de atención y desánimo, por eso es importante que hagamos algo, pero parece que vamos en sentido contrario.

La Encuesta del Inegi revela que lejos de disminuir el consumo de alcohol, en los hombres ha aumentado este hábito en 17% y en las mujeres 12.5% en dos décadas.

En 2021, consumían este tipo de bebidas el 15.3% de las mujeres mayores de 53 años, contra 44.6% de los hombres.

Entre tanto, un porcentaje alto de mujeres dejó de hacer ejercicio en el mismo periodo, 32% menos, que se compara muy desfavorablemente con la caída de 4% de los hombres. 

Sólo 22% de la población femenina reportó que se ejercita cotidianamente en la última encuesta, contra 44.6% de los hombres.

Aún así, el 88.3% asegura que está satisfecha con su vida; 84.4%, que ha conseguido logros importantes; 78.2% que vive muy cerca de su ideal; 72.8%, que si volviera a nacer, no cambiaría nada de su vida; 70%, que sus condiciones son excelentes. Todos estos porcentajes son mayores a los obtenidos en 2018, antes de la pandemia.

Podemos actuar para vivir en plenitud

En México, la población de personas mayores y quienes nos acercamos a esta edad requerimos de atención, cuidados o autocuidado, así como políticas públicas orientadas a cambiar estas tendencias. 

Desde nuestra trinchera personal podemos actuar.

Si estás en contacto con alguna persona en este grupo de edad, una acción clave es darle nuestro tiempo y cariño, pues las relaciones sociales son de los principales factores de bienestar. Debemos interesarnos en lo que hacen, escucharlos y ofrecerles una responsabilidad en la que se sientan útiles, por ejemplo, una actividad laboral moderada remunerada, y con ello la autonomía económica e independencia física.

En el quinto piso

Si ya estamos entrados en los 50, hay que estar atentos a los cambios que sufre nuestro cuerpo y mente.

Modificar nuestros hábitos puede resultar difícil, pero es posible. La vejez no tiene que ser una época de movilidad limitada, dolor corporal o enfermedades progresivas. Los hábitos saludables nos hacen seguir disfrutando lo bueno de la vida. 

Considerar y programar el aumento del gasto en salud es de vital importancia para cuidarnos mejor. 

Practicar nuevas actividades incluyendo las físicas, estudiar nuevas materias para mantener nuestras capacidades cognitivas vigentes o relacionarnos con gente de todas las edades ayuda mucho a no sentir que vamos envejeciendo, aunque esté sucediendo. 

Hay que experimentar actividades que nos causan sentimientos positivos, especialmente para esa edad, debemos considerar la alegría, agradecimiento, esperanza, interés, serenidad, orgullo o amor. 

Se trata de procurar una vida en plenitud y no de sobrevivencia.

Los mexicanos envejecen | Rosalinda Ballesteros

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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