- Veronica Kato es una de las menos de 500 personas en el mundo capaces de distinguir más de 1,000 aromas.
- Es la perfumista de Natura y su trabajo es innovar en aromas inspirados en biodiversidad de la Selva Amazonia.
- Trabajar con aromas extraídos de la naturaleza sin dañar el medio ambiente es uno de los grandes retos de los perfumistas.
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En su primer trabajo, Veronica Kato descubrió el mundo de la perfumería y se enamoró. En Dragoco Perfumes y Aromas —hoy Symrise, una de las casas de perfumería más importantes del mundo—, Veronica se apasionó por el arte y la ciencia de crear perfumes.
Le tomó más de 10 años de estudio (posteriores a su título en Farmacia Bioquímica), pero hoy es una de las menos de 500 personas en el mundo capaces de distinguir más de 1,000 aromas. En comparación, una persona promedio puede distinguir menos de la mitad.
Y es que convertirse en perfumista es un proceso arduo y largo. La única forma de lograrlo es ingresando a las Escuelas de Perfumería de alguna de las mayores casas de fragancias del mundo: Givaudan, Firmenich, IFF (International Flavors & Fragrances) y Symrise. De acuerdo con Veronica, estos cursos se abren una vez cada tres años y aceptan únicamente a un estudiante por continente.
“Nunca hay más de seis alumnos por curso. Son tres años de escuela y, al terminar, te conviertes en un perfumista trainee que tiene que trabajar con un perfumista master. Pasados tres años como trainee, te vuelves perfumista junior y son otros tres años antes de poder llamarte perfumista”, explica Veronica.
Actualmente, Veronica Kato es la perfumista experta de Natura y está detrás de las innovaciones en aroma y sustentabilidad de las fragancias de la empresa brasileña.
¿Cómo se hacen los perfumes?
De acuerdo con Veronica, el proceso de crear un perfume toma de 3 a 5 años. En Natura se parte de un concepto abstracto, pero se trabaja con 23 aceites esenciales exclusivos de biodiversidad de la Selva Amazonia.
Por ejemplo, para crear la fragancia genderless “Humor Liberta”, se hizo un estudio con jóvenes de Latinoamérica. Uno de los principales hallazgos, cuenta Verónica, es que ellos rechazan las etiquetas, especialmente las de género, y desean aromas que reflejen alegría.
“En las notas de salida de ‘Humor Liberta’ queremos transmitir eso: una sensación vibrante, feliz. Por eso elegimos la pimienta rosa combinada con notas de frutas y copaiba. La copaiba es una madera brasileña que no es seca, pero es fuerte. Es una madera fluida, como la fragancia, que puede ser usada por cualquier persona. Así creamos este perfume que traduce esa tendencia de los jóvenes, que ya no quieren ser etiquetados y quieren aromas que los hagan felices”, dijo Veronica.
Pero trabajar con conceptos es solo la punta del iceberg. El “ADN Natura” necesita de constante innovación con aromas inspirados en la naturaleza, pero sin dejar de lado la ética y la sustentabilidad. Y lograr este equilibrio es un reto para los perfumistas.
Veronica contó que, recientemente, Natura realizó una expedición al Bosque Atlántico para descubrir nuevas notas esenciales olfativas que puedan incorporarse a su perfumería. Se descubrieron 165 aromas distintos, pero no todos pudieron usarse.
Primero se descartaron aquellos que eran extraídos de árboles o plantas que tardaban años en crecer o regenerarse; pues usarlos para producción masiva sería perjudicial para la biodiversidad del bosque. Después, se descartaron los olores que incluían ingredientes tóxicos o dañinos para el ser humano. “De 165 llegamos a solamente tres plantas con aromas que podemos usar”, aseguró Veronica.
Trabajar con aromas extraídos de la naturaleza sin dañar el medio ambiente es uno de los grandes retos de los perfumistas. Con sus estudios en química y experiencia olfativa, deben de ser capaces de recordar un olor, abstraerlo y replicarlo con ayuda de la ciencia.
“Si no hiciéramos esto, nos habríamos acabado los campos de lavanda hace muchos años”, bromeó Andy Quiroga, perfumier para Natura México, quien trabaja muy de cerca con Veronica.
El reto de crear perfumes para México
La perfumería también es cultural y Veronica Kato lo sabe: sus aromas favoritos son frescos y ligeros, una tendencia muy popular en su natal Brasil y otros países de Sudamérica. Pero México es diferente.
Para crear perfumes para México, donde el valor del mercado de las fragancias supera los 30 millones de pesos, según cálculos de la Cámara Nacional de la Industria del Cuidado Personal y del Hogar, la experta perfumista debe tomar en cuenta las preferencias culturales.
“Acá (en México) les gusta que la fragancia dure mucho y les gustan las notas con un fondo un poco cosmético y elaborado. En Brasil preferimos fragancias más sencillas, con menos facetas; si queremos una nota floral, es de una sola flor. En México les encantan las notas florales, pero con muchas flores, como si fuera un ramo o un arreglo floral”, asegura.
La perfumista cuenta que, cuando trabajó en su primer perfume diseñado para el público mexicano, le dijeron que la fragancia era “muy fresca” y “no duraba”.
“Tuvimos que empezar todo de nuevo, y eso es la peor pesadilla de cualquier perfumista, porque son meses trabajando. Pero fue un punto de referencia en México, y recordamos que un perfumista nunca trabaja por su gusto personal: siempre tenemos que tomar en cuenta lo que el público quiere”.
Desafiando la élite de los perfumes
En opinión de Veronica, en el mundo de los perfumistas hay muy pocos jugadores. No solo hay pocas casas y escuelas de fragancia —que, además de crear perfumes, diseñan los aromas que percibimos en productos de limpieza y cuidado personal— sino que hasta hace algunos años, la tradición de hacer perfumes era heredada.
“Muchos de mis colegas son hijos de padres perfumistas. Y la mayoría de los perfumistas eran hombres: hombres que pasaban la fórmula de un perfume a sus hijos hombres”, recuerda Veronica.
Poco a poco, se han incluido más mujeres. Sophia Grojsman, icónica perfumista y hoy vicepresidenta de la casa de fragancia IFF, fue una inspiración en la carrera de Veronica. “Cada vez hay más mujeres y tenemos que celebrarlo”, aseguró.
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