• Rahkim Sabree es un empresario, educador financiero y exgerente de programas bancarios.
  • En mayo, dejó su trabajo; había permanecido ahí durante más de una década.
  • Sabree dice que renunciar le permitió darse cuenta de lo lejos que había llegado para perderse en el mundo corporativo.

Recientemente volví a ver el clásico de culto «American Psycho» protagonizado por Christian Bale, y no pude evitar establecer paralelismos entre el estrés mental de su personaje y lo que experimenté en mi antiguo trabajo corporativo (donde pasé 10 años), incluida la presión de existir en un espacio superficial en la búsqueda del «éxito». Dos meses después de dejar atrás el mundo empresarial, estoy más feliz que nunca. Me siento revitalizado, lleno de propósito y, lo más importante, me siento como yo mismo nuevamente.

Renunciar me hizo recuperar mi identidad

Aunque nunca llegué a un punto en el que sintiera que me perdía por completo, como lo hizo Patrick Bateman (en «American Psycho»), sentí que mi verdadero yo se escapaba. La forma en que hablaba, caminaba e incluso los chistes de los que me reía me resultaban extraños.

Me detenía en el estacionamiento y ponía mi cara corporativa. Al hablar por teléfono un amigo cercano me comentó de un cambio en el tono de mi voz cuando saludaba a mis colegas. Aprendí a no reaccionar cada vez que me sentía minimizado, no respetado, ignorado u ofendido, porque sabía que no podía hablar desde un lugar genuino.

Desde que renuncié a mi carrera en el banco me siento libre de abrazar no solo lo que soy, sino lo que quiero ser. Puedo ser auténtico en mis interacciones, compartir mis experiencias y vulnerabilidades por completo, y estar cerca de personas que son alentadoras y de apoyo.

Estoy menos preocupado por el estado de mis compañeros

En una escena, Bateman (protagonista de «American Psycho») está comiendo con compañeros de trabajo, y al salir todos ponen sus tarjetas de crédito para pagar. Aunque es un momento aparentemente inocente en la película, es un recordatorio que el deseo de estatus a los ojos de tus compañeros es algo muy real, especialmente si eres una persona afrodescendiente.

Esta necesidad de encajar en la cultura dominante y emular a los que nos rodean puede crear una fractura en nuestra identidad. El cambio de código, como se le conoce comúnmente, se convierte en cómo hablar un idioma diferente.

En un momento también era dueño de la tarjeta, que incluía una anualidad de 500 dólares. Cuando puse la tarjeta sobre la mesa para pagar, definitivamente fue un inicio de conversación. Originalmente solicité la tarjeta por sus beneficios de viaje, incluido el acceso a áreas de espera privadas en los aeropuertos, pero también quería experimentar cómo se sentía.

La cultura corporativa recompensa a los que encajan y evitan a los que no lo hacen. Cuando su prometida le preguntó a Bateman por qué no renuncia, respondió: «Porque quiero encajar».

Después de dos ciclos de anualidad, decidí que no valía la pena para mí, así que di de baja la tarjeta. Encontré una tarjeta diferente sin anualidad, que sabía que era una opción financieramente más responsable para mí.

Renunciar me salvó de no ser yo

Aunque nunca llegué al punto en el que sentí que me perdía totalmente, sabía que estaba en una pendiente resbaladiza de alejarme de lo que era y de lo que quería ser, por encajar con mis compañeros de carrera. Mi trabajo regía muchos aspectos de cómo me presentaba profesionalmente y lo que eso significaba para mí. Me hicieron creer que de alguna manera tenía que mirar, hablar o vestirme de cierta manera. Desde que renuncié, me he dado cuenta de que simplemente no es cierto.

Hoy puedo compartir lo que pienso y cómo me siento en un nivel que no será microgestionado, o sostenido en mi contra en revisiones de rendimiento o conversaciones sobre aumentos, bonos o promociones. Fuera del mundo corporativo, puedo ser yo mismo.

AHORA LEE: 4 consejos para padres que trabajan y quieren iniciar su negocio, según una madre emprendedora

TAMBIÉN LEE: Guerra por el home office: los jefes quieren a todos de vuelta en la oficina, pero los empleados se niegan —adivina quién va ganando

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en FacebookInstagramLinkedIn y Twitter