• Cuando las personas están enfermas muchas veces deciden trabajar de todas formas.
  • Un informe asegura ahora que se sentirían culpables si no laboraran, pero se sienten todavía más culpables por hacerlo.
  • Sin embargo, la necesidad de continuar haciendo sus tareas tiene que ver con la manera en que los directivos definen su empleo.
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Trabajar desde casa tiene muchas ventajas, pero los días de descanso para las personas enfermas no son una de ellas.

Jake Sedlacek tardó tres años en darse cuenta de que cuando se sentía mal no tenía por qué seguir laborando, aunque lo hiciese desde la comodidad de su hogar. 

«Tomarte el día libre y asegurarte de que estás totalmente recuperado para luego hacer un gran trabajo al día siguiente es mucho mejor que tirarte una o dos semanas trabajando 50% porque no has recuperado el sueño o te encuentras mal», explica.

Este trabajador vive cerca de Chicago y adora el empleo remoto. Pero para él ha sido un gran reto encontrar el equilibrio entre la vida laboral y la personal; es una cuestión que los directivos que le apoyan deberían supervisar. 

Aunque Sedlacek asegura no se lo pidieron, el mero hecho de que su oficina fuese su casa le llevaba a trabajar más horas de la cuenta, llegando al punto de hacerlo aunque estuviese enfermo.

Él no está solo. Cuando Michelle, una contadora de 41 años, sufrió un resfriado hace unos meses, no se tomó ni un solo día libre, ya que no sintió la necesidad de hacerlo. Pidió que no se publique su apellido por razones de privacidad.

En trabajos anteriores, tenía que laborar presencialmente, incluso cuando formaba parte del séquito de personas enfermas.

«Mi única opción era ir a la oficina mientras estaba enferma; que la gente me oyera toser y estornudar y no estuviera contenta, pero ¿quién más iba a hacer mis tareas? Tenía que cumplir con el plazo», relata. 

Michelle hace trabajo remoto en Texas desde 2018, sostiene que ama su empleo actual y que no siente la misma presión. Además, defiende que puede evitar que otros se contagien realizando su labor desde casa.

Afirma que su actual compañía no tendría problema en que tomara días libres por estar enferma, pero siente que no ha sufrido un padecimiento lo suficientemente grave como para hacerlo.

«Creo que trabajar en casa cuando uno está enfermo es mucho más fácil que ir a la oficina. Puedes dormir hasta tarde, no tienes que maquillarte, puedes llevar ropa cómoda y tomarte un descanso tantas veces como lo necesites», señala Michelle.

Laborar y sentirse mal

Paradójicamente, lo que algunas personas aprenden de una pandemia global única en la historia es a trabajar mientras están enfermas.

Esta es una consecuencia de la forma en la que el Covid-19 deformó la relación de los profesionales con el empleo.

Los días de descanso por algún padecimiento se han convertido en una especie de tierra de nadie para las personas enfermas que trabajan desde casa: depende de ellos si los toman o no, y la mayoría no lo está haciendo

La gente se siente culpable por descansar, pero después esto empeora

Trabajar desde casa tiene sus ventajas, como no tener que desplazarse a la oficina, poder hacer ejercicio, entre otros, pero algunos empleados laboran más y durante más tiempo para compensar esas ventajas.

No se trata de un problema inherente al empleo remoto, sino que se debe a la falta de límites y la poca intervención de la dirección. 

El sentimiento de culpa, en parte, motiva la decisión de no dar parte cuando estás enfermo. 

Así lo refleja la investigación de Prisca Brosi y Fabiola Gerpott, profesoras de la Universidad de Logística de Kühne, en Hamburgo, Alemania, y de la WHU-Otto Beisheim School of Management.

«Hemos comprobado que las personas tienden a trabajar desde casa a pesar de estar enfermas porque buscan sentirse menos culpables», apunta Gerpott.

«Piensan en ello y se plantean: ‘Si continúo trabajando, tal vez pueda quitarle un poco de carga a mis compañeros y así no tendrán que hacerlo por mí'».

El problema, según Gerpott, es que «los seres humanos son muy malos a la hora de predecir cómo se van a sentir realmente».

Y, en su lugar, los empleados se sienten todavía más culpables cuando se dan cuenta de que no han podido ayudar ni a sus colegas ni a sí mismos.

Una barrera muy endeble  

Si algo bueno ha dejado tras de sí la pandemia es que la gente ya no acude al lugar de trabajo con síntomas; se queda en casa.

Según los investigadores, cuando se está en el hogar la barrera para decidir si se labora mientras se está enfermo es mucho más baja.

Sin embargo, esto trae consecuencias negativas, ya que cuanto más te esfuerzas, menos te recuperas.

Para desarrollar un ambiente laboral que permita tomarse un día de descanso para las personas enfermas, los directivos deben predicar con el ejemplo.

«Si tu jefe te dice que no puedes laborar, pero luego ves que él siempre trabaja cuando está enfermo, eso te mete presión», indica Gerpott.

Estos trabajadores pueden llamarse «enfermos silenciosos», pero esto les afecta tanto a ellos como a empleo

Existe una parte significativa en la ecuación de las bajas por enfermedad y es si realmente se tiene derecho a una.

Según la Oficina de Estadísticas Laborales estadounidense, alrededor de una quinta parte de los empleados de ese país no tenía acceso a baja remunerada en marzo de 2021.

Los trabajadores con salarios más bajos defienden que sus jefes y sus empresas les presionan para que acudan estando enfermos.

De ese modo, cuanto más dinero se gana, más probabilidades hay de tener acceso a una incapacidad

95% de la décima parte de trabajadores con salarios más altos tiene acceso a baja por enfermedad; solo un tercio de 10% de los que menos ganan puede pedir incapacidad y cobrarla.

Al igual que la «renuncia silenciosa», la sensación de que los días de descanso por enfermedad remunerados son un privilegio puede conducir a lo que la investigadora Brosi denomina «enfermedad silenciosa».

«Parece que, oh, la gente está menos enferma, pero obviamente esto no es lo que está sucediendo», asegura la experta. En cambio, esas personas permanecen en sus casa y «siguen enfermándose, solo que no lo registran de manera oficial».

Michelle, por ejemplo, tuvo que reflexionar si se sentía lo suficientemente mal como para avisar a su empresa o si permanecía «enferma en silencio».

Aun así, Brosi sostiene que, si se utilizan solo uno o dos días de descanso por enfermedad para librarse del agotamiento o de problemas mayores, «se está intercambiando la enfermedad a corto plazo por una de largo plazo».

A fin de cuentas, el aumento de la «enfermedad silenciosa» es una problemática de dirección empresarial, señala la investigadora.

Si los empleados cuentan con tiempo libre ilimitado y horarios flexibles y aun así siguen trabajando cuando están enfermos, existe un problema de cultura corporativa.

Para Michelle, se trata de promover un cambio de paradigma. Sedlacek ahora se toma tiempo libre cuando lo necesita y reconoce que está mucho menos estresado.

Cree que el impulso de seguir conectado viene «de la antigua cultura laboral de ‘hay que pelear con uñas y dientes'».

En el caso de Sedlacek, una de las cosas que marcó la diferencia fue trabajar para una compañía que restringía el acceso de sus empleados a sus herramientas mientras estaban de vacaciones si sabían que podían sentir la tentación de conectarse.

Expresa que es «cien veces más fácil» establecer límites saludables si la empresa los fomenta de manera proactiva. 

En su puesto actual, la dirección estableció que la gente no debe trabajar ni en los fines de semana ni por las noches

«Estamos virando a esa cultura en la que la gente se siente cómoda diciendo: ‘Oye, necesito un día para mi salud mental’ o ‘Estoy resfriado, necesito quedarme en la cama’, y no pasa nada», defiende Sedlacek.

«No se trata de decir: ‘Son flojas’. Más bien se trata de: ‘Las personas enfermas van a cuidar de sí mismas y van a seguir haciendo bien su trabajo porque se sienten capaces de hacerlo'».

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