• Cuando algunos insectos se asustan o se ven amenazados por los depredadores, segregan compuestos malolientes.
  • Los científicos convirtieron esas secreciones en sonidos, creando una melodía espeluznante que resulta desagradable para los humanos.
  • Probaron estos sonidos en las personas y la mayoría los describió como desagradables, incluso aterradores.

Cuando las larvas de mosca se ven amenazadas por depredadores como las hormigas, emiten un cóctel de olores desagradables para defenderse. Estos compuestos pueden irritar las antenas o la nariz de un enemigo potencial.

Los científicos que quieren estudiar estas secreciones olorosas —para entender qué aspectos de ellos disuaden a los depredadores y por qué— se enfrentan a numerosos retos. Organizar encuentros entre las moscas de la sierra, un insecto parecido a las avispas, y las hormigas en el laboratorio es caro y difícil desde el punto de vista logístico. Además, la cantidad de secreciones de estos insectos es muy limitada.

Así que dos investigadores de Bruselas adoptaron un enfoque diferente.

Los científicos convirtieron en sonido las defensas químicas de 16 especies de moscas de la sierra mediante un sintetizador para estudiarlas.

Los resultados de ese proceso, conocido como sonificación, son de todo menos agradables para el oído humano, según un estudio publicado la semana pasada en la revista Patterns. Los investigadores reprodujeron los sonidos para las personas y descubrieron que les desagradaban tanto como las hormigas odian los olores.

«Al escucharlos por primera vez, más bien me los imaginaba como unos breves e intrigantes ‘sonidos espaciales'», explica a Insider Jean-Luc Boevé, entomólogo del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales y coautor del estudio.

Escúchalo. Este es el sonido de la defensa química de una especie concreta de mosca de la sierra, la mosca del abedul o Craesus septentrionalis. Recuerda a la banda sonora de una casa encantada.

Sintetizar un olor en sonido

La investigación de Boevé se centra principalmente en el análisis directo de las sustancias químicas que emiten las moscas de la sierra cuando se ven amenazadas, pero además es músico y compositor aficionado. Por eso, en parte, se decidió a probar el enfoque sonoro: concibió la idea por primera vez en 2009.

«Para ser sincero, yo mismo consideraba el proyecto de sonificación tan descabellado que lo dejé de lado; a veces durante varios meses», afirma en un comunicado de prensa.

Pero una vez que Boevé y su coautor Rudi Giot, se pusieron a trabajar eligieron las secreciones de 16 especies de moscas de la sierra para traducirlas en sonido. En primer lugar, analizaron qué moléculas estaban presentes en cada cóctel oloroso y en qué cantidades. A continuación, asignaron a varias características de esas moléculas —como su peso— un tono, una duración y una calidad de tono correspondientes.

Por ejemplo, las moléculas más pequeñas, como el ácido acético del vinagre, se evaporan rápidamente, por lo que Boevé y Giot les asignaron sonidos agudos. A las moléculas más grandes les asignaron sonidos más graves. En total, los científicos crearon perfiles de audio individuales para 20 moléculas.

El sonido de abajo, por ejemplo, es el de una molécula de dolichodial, un compuesto que también se encuentra en los aceites esenciales.

A continuación, combinaron los sonidos de cada molécula presente en el olor químico de una mosca de la sierra para construir la banda sonora del insecto. Si una molécula estaba muy concentrada en la secreción del insecto, le asignaron un volumen más alto.

Boevé afirma que espera que el proceso de sonificación proporcione a entomólogos como él una nueva forma de comparar las defensas químicas de las moscas de la sierra con las de otros insectos. También puede ofrecer a los investigadores pistas sobre las moléculas que más repelen a los depredadores.

Sonidos desagradables y aterradores para los humanos

Jean-Luc Boevé

Para probar los clips de audio que crearon, Boevé y Giot examinaron las reacciones de las personas a los sonidos y las compararon con las reacciones de las hormigas a los olores originales.

Reprodujeron las 16 bandas sonoras de secreciones, así como los 20 sonidos de moléculas, a través de altavoces a unos 50 participantes en el estudio. A continuación, los científicos midieron cuánto retrocedían las personas para llegar a una «posición cómoda» lejos del ruido.

La mayoría de los voluntarios del estudio dijeron a Boevé y Giot que los aspectos agudos de las bandas sonoras, así como el volumen, eran lo que les hacía retroceder. Describieron los sonidos como desagradables, incluso aterradores.

«Ambos organismos de prueba se alejaron literalmente de una fuente química frente a una fuente sonora», escribieron los autores del estudio.

En otras palabras, las reacciones de los humanos a los sonidos se parecían a las respuestas de las hormigas a los olores.

«La correlación fue una gran sorpresa», dijo Boevé.

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