• La economía de China se está volviendo cada vez más un espacio opaco y duro de sondear.
  • El gobierno del presidente Xi Jinping está eliminando indicadores económicos poco favorables.
  • La estrategia de control busca mitigar la inestabilidad social. 
  • ¿Ya conoces nuestra cuenta de Instagram? Síguenos.

La economía de China se está transformando en una gran mancha negra.
Esta transformación significa que aunque la economía del país seguirá siendo significativa para los negocios globales, ya no será la guía para el crecimiento. Aún avanzará, pero mucho más lentamente.

Y aunque los especialistas externos aún podrán observar el desempeño de economía, cada vez será más difícil comprender verdaderamente lo que está sucediendo en su interior.

La realidad de la era de la mancha de China se convirtió en el centro del ciclo de noticias globales a principios de este mes cuando el gobierno chino anunció que ya no publicaría la tasa de desempleo para los jóvenes como parte de su informe mensual de empleo.

La última publicación para la serie de datos, el número de julio, llegó a un máximo histórico del 20.5%. El número se había convertido en una referencia global para la incapacidad de China de reavivar su economía desde que el presidente Xi Jinping puso fin a los estrictos bloqueos por covis-19 del país. Así que ahora desapareció del radar.

La misteriosa desaparición de ciertos indicadores en China

La repentina desaparición del informe de desempleo juvenil generó titulares, pero no es una sorpresa para los que han venido siguiendo a China desde hace mucho tiempo.

Los datos han estado desapareciendo de todo el país durante años. Informes que detallan desde exportaciones hasta producción de cemento, que son considerablemente más cruciales para comprender la mala situación estructural del país que el desempleo juvenil, han desaparecido o se han corrompido hasta el punto de que ya no son útiles.

Esto no está sucediendo solo porque la economía se esté desacelerando; muchos países siguen publicando datos incluso cuando ya no son positivos. Esto está sucediendo porque China bajo Xi pone la ideología antes que el crecimiento económico.

Durante décadas, el enfoque principal del Partido Comunista Chino fue desarrollar la economía y, más recientemente, convertir al consumidor chino en una fuerza dinámica de la demanda global.

Esa transición requería reformas importantes en cómo China operaba su economía, abriéndola lentamente y dándole una estructura más bottom-up en la que los individuos toman más decisiones sobre sus medios de vida.

No es la China que Xi quiere

Pero después de años de impulsar el ascenso de China, estos esfuerzos se detuvieron en seco. No porque las reformas no funcionaran, sino porque la China que estaban creando no es la que Xi quiere ver.

«Ni siquiera sé si es posible cambiar a una economía privada, doméstica y orientada a la demanda en China, dado cómo entra en conflicto directo con la manera jerárquica en que el partido típicamente maneja la economía», dijo Charlene Chu, directora gerente y analista senior en Autonomous Research. «Requeriría un cambio radical de pensamiento».

Incluso cuando los principales impulsores de la economía de China tropiezan, no habrá apoyo directo para ayudar a los hogares a superar este período frágil.

Xi ha venido diciendo a su gente que se prepare para una «lucha», que estén listos para priorizar las preocupaciones geopolíticas sobre las económicas en el futuro previsible.

Esso significa malas noticias para las corporaciones multinacionales, como Nike y Starbucks, que confiaron en una China creciente y abierta. Y es mala noticia para los inversionistas que han estado esperando que el crecimiento de China regrese a algo similar a lo que era antes de la pandemia.

La economía ha venido mostrando señales de una desaceleración estructural durante mucho tiempo, pero la presión sobre el sistema se ha vuelto tan grande que el mercado ya no puede ignorarla.

Las dificultades que enfrenta China son reales: dolor económico, preocupaciones de los inversores extranjeros, demografía en declive; pero ante estos desafíos, está claro que Xi no se doblegará en su visión en aras del país. Prefiere cerrar el mundo exterior.

Lo conocido de lo desconocido en China

La transparencia en los datos económicos de China siempre ha seguido los mismos ciclos que su política. Ahora que Xi y el Partido Comunista de China están adoptando abiertamente algunas de las prácticas de línea dura del pasado, los datos están desapareciendo de manera similar.

El ejemplo más preocupante de este creciente secreto proviene del sector inmobiliario. El mercado inmobiliario de China representa aproximadamente el 30% del PIB del país, convirtiéndolo en la piedra angular de la economía. También es un sector donde los datos cruciales han estado desapareciendo desde finales del año pasado.

«La Oficina Nacional de Estadísticas dejó de divulgar datos sobre ventas de tierras por área después de diciembre y la confianza del consumidor después de marzo», escribieron Chu y su colega Fan Zhang en un informe reciente para los clientes.

«También cambió la forma en que calcula las ventas de propiedades y el crecimiento de la inversión a partir de marzo». Los cambios, según Chu y Zhang, han causado brechas que llaman la atención entre los números oficiales y las estimaciones basadas en un conjunto de indicadores secundarios.

No se trata solo del mercado inmobiliario: las exportaciones representan aproximadamente del 18% al 24% del PIB anual de China, pero Chu escribió que los datos oficiales de la Aduana China han comenzado a divergir notablemente de los datos de importación de los socios comerciales del país.

Basándose en la discrepancia, queda claro que China exagera la cantidad de cosas que está exportando. Chu dijo que ahora utiliza una combinación de los dos conjuntos de datos y, en base a ese promedio, estima que las exportaciones de China en 2023 caerán un 8% en comparación con 2022.
«Las autoridades tienen tanto miedo a cualquier señal de inestabilidad»

En China Beige Book, una firma privada de estudio de la economía china, los analistas escribieron que los números oficiales sobre los activos que las empresas utilizan para generar ingresos, desde edificios hasta bulldozers, «ahora son prácticamente inútiles» debido a los constantes ajustes del gobierno en los cálculos.

J Capital Research, una firma de inversión centrada en China, escribió en una nota a los clientes recientemente que los indicadores clave para la inversión, como la cantidad de cemento, vidrio y baldosas producidas, también han desaparecido.

Esos son números que los inversionistas solían utilizar para comprender el crecimiento y la escala de la construcción y la producción industrial de China. Pero ya no es así.

«Retener/recalcular los datos puede ayudar a gestionar los problemas de confianza a nivel nacional, pero en nuestra experiencia, puede socavarlo con inversores extranjeros», escribió Chu. «Así que este camino no es gratuito, especialmente con la confianza de inversionistas extranjeros y corporaciones multinacionales también baja».

Los inversionistas extranjeros han estado tomando la indirecta, vendiendo acciones y bonos chinos internos a un ritmo rápido en las últimas semanas. Pero los encargados de las políticas de Beijing han visto a estos mismos inversionistas ponerse nerviosos antes, solo para regresar con dólares en sus puños listos para aprovechar la próxima ola de crecimiento.

Lo que hace que esta vez sea diferente es que sin datos precisos, no hay forma de saber cuándo llegará la próxima ola, por lo que no hay razón para volver al agua en absoluto.

Los desconocidos conocidos

En algún momento en los últimos meses, Wall Street pasó de esperar que China experimentara un glorioso rebote después del covid-19 a entrar en pánico por un colapso económico total.

El consenso de aquellos que predicen la catástrofe es que Xi debería hacer lo que los gobiernos occidentales hicieron durante la pandemia: enviar cheques a los hogares de China para estimular el consumo y engrasar las ruedas de la economía. Eso no va a suceder, a pesar de que los principales economistas chinos han pedido que se haga.

En parte, esto se trata de política. La renuencia de Xi a enviar cheques de estímulo a los hogares es una señal de la falta de disposición de su gobierno a soltar ese control. Fundamentalmente, no cree que las personas comunes deban dirigir tanto la economía.

Un ensayo reciente en el Study Times, una revista que explica el pensamiento del Partido Comunista, argumentó que enviar ayuda directa a las familias no solo sería costoso, sino que también resultaría en una mala asignación de la inversión.

El alcanzar el estatus de ingresos altos ha sido la razón de ser del Partido Comunista durante décadas. Es por eso que el gobierno se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y por qué comenzó a dar la bienvenida a cada vez más inversión extranjera en la década de 2000.

Es por eso que el CCP impulsó la relación deuda-PIB a casi el 280% para combatir la recesión global de 2009. Y es por eso que el gobierno ha abierto continuamente las válvulas de crédito cada vez que ha habido indicios de debilidad económica.

Durante esos momentos frágiles, los bancos estatales prestaron dinero principalmente a las empresas estatales y el gobierno pudo dirigir el proceso. Ese proceso llevó a una asignación ineficiente de capital que mantuvo la deuda incobrable en el sistema financiero.

Victor Shih, profesor asociado y director del Centro de China del Siglo XXI en la Universidad de California en San Diego, dijo que se necesitaría un total de pagos del 10% al 20% del PIB de China para estimular el tipo de consumo necesario para sacar a China de los bajones en los que el estado la sumió.

Esto contrasta fuertemente con la filosofía de empoderamiento del consumidor practicada en las economías abiertas, donde los individuos, los hogares y las empresas privadas controlan el capital.

Si el dinero es poder, entonces repartir «dinero helicóptero» es una versión de poder para las personas. Xi cree que el poder pertenece al estado. Incluso si el estímulo es la mejor manera de impulsar la economía de China, el CCP deja claro que mantener su poder es una prioridad superior.

No necesitas adentrarte en la doctrina del Partido Comunista para ver este cambio de un gobierno centrado en la economía a uno centrado en el poder y la seguridad.

Las señales están en todas partes: en la represión de las empresas del sector privado, en las desapariciones demasiado normales de los multimillonarios de alto perfil y en la nueva ley de contraespionaje de Beijing que algunos analistas temen convertirá la debida diligencia financiera habitual en un delito.

Durante el último año, las firmas consultoras extranjeras han sido registradas por las autoridades y el Ministerio de Seguridad del Estado, antes una organización sombría, ha desarrollado presencia en WeChat, donde se alienta a los ciudadanos a informar cualquier comportamiento que pueda considerarse anti partido.

En este entorno, el riesgo para los extranjeros no es solo que infrinjan una ley, es que no sepan que están infringiendo una ley mientras la están infringiendo.

Los desconocidos desconocidos

Al mantener a todos en la oscuridad sobre la economía, Beijing puede pensar que está recuperando el poder y mitigando la inestabilidad social. Pero lo que realmente está haciendo es mostrar sus cartas.

Los portavoces del Estado pueden seguir dando lip service a la apertura y la reforma, pero las acciones de Beijing muestran que las prioridades del Partido Comunista Chino han cambiado de desarrollo económico a mantener una sociedad cerrada en la que es absolutamente dominante.

«Básicamente, las autoridades tienen tanto miedo de cualquier señal de inestabilidad», dijo Shih. «Creen que el sistema financiero es tan frágil que temen que cualquier shock pueda causar una crisis».

En parte debido a ese miedo, los formuladores de políticas manejan los problemas económicos de manera fragmentada, en orden de los más evidentes primero, sin permitir una corrección general en los sectores que están fallando, como la propiedad.

Con el tiempo, esto solo agrava los problemas de deuda y agrega volatilidad al sistema. Mientras Beijing juega al juego del «meltdown» financiero, los inversores deben calcular el riesgo.

Sin datos, es difícil saber hacia dónde se dirige la economía china, pero a través de la niebla, los inversores pueden ver una trayectoria liderada por el marco ideológico del CCP y lastrada por la deuda.

En este escenario, se vuelve más difícil, no más fácil, saber qué está sucediendo. Y Xi está bien con eso.

AHORA LEE: 5 marcas chinas que se colaron en tu vida y le dieron la vuelta al estigma de lo «Hecho en China»

TAMBIÉN LEE: El modelo económico de China no está funcionando, pero eso no significa que tendrá un «momento Lehman»

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en Facebook, Google News, Instagram, LinkedIn, TikTok, Threads, Twitter y YouTube

AHORA ESCUCHA:

AHORA VE: