• La disminución de la tasa de natalidad en Estados Unidos es un problema.
  • El hecho de que los millennials no estén teniendo suficientes hijos podría frenar el crecimiento de 1 a 2 puntos porcentuales al año.
  • Con la trayectoria actual, esto está destinado a afectar la economía durante la próxima década o más.
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Los millennials no están teniendo tantos hijos como las generaciones anteriores, hecho podría acabar lastrando el crecimiento económico durante más de una década.

Eso puede no preocupar a algunos millennials que deciden no tener hijos y utilizan el dinero que habrían gastado en el cuidado de los niños para viajear, comprar llamativas embarcaciones y otros lujos populares entre las parejas DINKs (Double Income, No Kids, en inglés), aquellas que viven con doble ingreso pero sin hijos.

Pero ese tipo de gasto no será suficiente para compensar el impacto de una población en disminución en la economía a largo plazo, especialmente considerando que la tasa de natalidad en Estados Unidos ha colapsado en el último medio siglo, según economistas citados por Business Insider.

En 2022, hubo solo 11.1 nacimientos por cada 1,000 personas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Eso representa una caída de 53% desde lo registrado en 1960, cuando había 23.7 nacimientos por cada 1,000 personas.

La escasez de bebés ha sido particularmente aguda desde la pandemia, según James Pomeroy, economista global de HSBC. La tasa de natalidad en Estados Unidos está disminuyendo aproximadamente 2% cada año, estimó, y no se recuperó en 2023, como originalmente esperaban los expertos.

Esto pone a Estados Unidos en riesgo de ver niveles de población «extremadamente bajos» a largo plazo, no muy diferentes de países como China, donde el declive de la población es tan grave que el gobierno está ofreciendo dinero en efectivo para convencer a la gente de tener más hijos.

«Lo que estamos hablando es de que estas tasas de natalidad caen a niveles muy bajos, lo que a lo largo del tiempo tiene enormes impactos en la economía», dijo Pomeroy. «Y para cuando llegues a 2030, estás hablando de una tasa de natalidad que es muy diferente a la del principio de la década».

El impacto de los millennials teniendo menos hijos será peor que el impacto de los baby boomers envejeciendo. Las consecuencias más graves podrían llegar dentro de 10-15 años, estimó Pomeroy. Señaló a Japón, que tuvo una tasa de natalidad similar en la década de 1990 a la que Estados Unidos tiene ahora. Su economía vio la «peor parte» alrededor de una década después, cuando su fuerza laboral disminuyó y la nación registró varios años de crecimiento negativo del PIB.

La disminución de la tasa de natalidad en Estados Unidos podría reducir el PIB en 1-2 puntos porcentuales cada año, según Todd Buchholz, execonomista de la Casa Blanca. Durante varias décadas, eso equivaldría a reducir la tasa de crecimiento de Estados Unidos en un tercio o eliminar los aumentos de productividad estimados derivados de la inteligencia artificial. En el peor de los casos, advirtió Pomeroy, el crecimiento del PIB podría desplomarse 3-4 puntos porcentuales.

Menos estadounidenses nacidos significa menos trabajadores en la economía.

«Es más difícil encontrar a alguien para cortarte el pelo, hacerte las uñas, trabajar en las máquinas de rayos X en el hospital», dijo. «Así que la mera disminución en el número de personas… se convierte en un problema».

Las tasas de fertilidad en declive también significan que será más difícil soportar el peso de los pagos de Seguridad Social, particularmente a medida que los baby boomers envejecen y se jubilan. Se estima que los baby boomers ejercerán su «máxima carga» sobre la economía estadounidense en 2029, cuando la generación tenga 65 años o más.

«Vamos a tener muchos problemas… para descifrar cómo pagar las jubilaciones. Los pagos de jubilación prometidos para los ciudadanos mayores —Medicare y Seguridad Social— van a generar grandes déficits», añadió Buchholz.

Si la tasa de natalidad no aumenta pronto, estima que eventualmente habrá dos trabajadores a tiempo completo por cada jubilado, en comparación con alrededor de 20 trabajadores por cada jubilado en la década de 1930.

«Eso simplemente no es sostenible», dijo.

La espiral descendente de la baja natalidad y la economía

Es difícil convencer a la gente de tener hijos.

Una vez que la tasa de natalidad en una economía avanzada comienza a disminuir, generalmente continúa haciéndolo, señalaron tanto Pomeroy como Buchholz. Ese ha sido el caso de China y Rusia, países que lidiaron con bajas tasas de natalidad durante décadas y hoy están afectados por problemas demográficos.

Las políticas gubernamentales que apoyan a quienes tienen hijos podrían ser una forma de aumentar la tasa de natalidad, o al menos, evitar que caiga aún más. Aumentar la oferta de viviendas disponibles, lo que puede reducir los altos costos de la vivienda, también ayudará, dijo Pomeroy, aunque probablemente llevará décadas construir suficiente inventario para satisfacer la demanda.

Lo más importante para alentar a la gente a tener más hijos podría ser un cambio cultural en cómo hablamos sobre los niños, dice Buchholz. Señaló el debate entre los millennials sobre cuánto dinero se puede ahorrar al no tener hijos, alrededor de medio millón de dólares, según un análisis de CNBC.

En Estados Unidos, los crecientes costos de todo, desde el alojamiento hasta la atención médica y la educación, influyen en la decisión de las generaciones más jóvenes de tener hijos. Además de eso, las incertidumbres existenciales derivadas de cosas como la crisis climática hasta los trastornos tecnológicos como la inteligencia artificial no facilitan la decisión.

«Creo que es un saldo negativo tener menos hijos cuando la elección está entre tener un hijo e invertir en una nueva PlayStation de Sony», dijo Buchholz a Business Insider. «Ahora parece crudo, vulgar e inhumano admitir que las personas lo hacen, pero la gente dirá abiertamente que tener un hijo es caro».

Muchas parejas DINK dicen que no lamentan sus elecciones de estilo de vida, para frustración de sus críticos. Pero esa actitud desenfadada podría ser el propio problema, especuló Buchholz.

«‘Al final de mi vida, estaba rodeado de una máquina que me ataba al oxígeno, una enfermera y un abogado’. Eso parece una forma muy sombría de terminar la vida», dijo Buchholz. «Y así creo que la narrativa tiene que cambiar. Así que no se trata del miedo a perderse y solo poder vivir una vez. Las personas que tienen hijos sienten que viven más de una vez».


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