- Karen y su familia están dentro del negocio de venta de oxígeno medicinal e industrial por 50 años.
- En todos estos años, nunca habían presenciado escasez de este suministro.
- Ahora con el pico de la pandemia en Ciudad de México conocen la desesperación de la gente y reconocen que vidas dependen de ellos.
Karen ha aumentado sus horas de trabajo. Antes podía cerrar su negocio a las 6 de la tarde y regresar al día siguiente por la mañana Ahora, su teléfono suena en la madrugada, contesta y sabe que de ella depende una vida.
La joven de 32 años despierta en la madrugada para abrir el negocio, en el que lleva 50 años, dentro de la venta de oxígeno medicinal e industrial, para auxiliar al familiar de un paciente Covid-19 que necesita ayuda.
Horas antes, Karen le explicó que necesitaba saber cuántos litros de oxígeno por minuto necesitaba, para poder darle la mejor opción al paciente que espera en casa.
La mayoría de los clientes que llegan al local de Oxi-life, ubicado en Rubens 3, colonia San Juan Mixcoac, desconocen que el dato de saturación de oxígeno por minuto es necesario para elegir un tanque y dar el tratamiento adecuado. En su desesperación, solo saben que necesitan oxígeno para que su ser querido pueda vivir.
Los pedidos de oxígeno medicinal de subieron a 500%
Karen y su familia llevan medio siglo dentro del negocio del oxígeno y nunca habían presenciado la escasez que ahora se vive en Ciudad de México, debido al incremento de los contagios tras las fiestas navideñas.
«Subió 500%», dice la pareja de Karen, Óscar. Ella agrega «subieron realmente mucho los pedidos de oxígeno medicinal, 5 veces más».
Incluso cuando inició la pandemia, no se vivió como los últimos cuatro meses. «A principios de enero empezábamos a las 9:00 de la mañana y nos íbamos a las 2:00 o 3:00 de la mañana, así por dos semanas».
«La semana pasada, que fue lo más fuerte, teníamos 1,000 personas formadas a la semana», agregó.
Además, la planta de Praxair que se ubica en Cautitlán Izcalli fijó horarios para sus proveedores y limitó la entrega de oxígeno. «Si pedimos 70 tanques, ellos solo nos dan 30 o 20», dijo Karen.
«Por cada tanque grande que pedimos, llenamos 8 tanques pequeños. El pedido solo nos alcanza medio día», comentó Óscar.
Revendedores al acecho de los tanques
La pareja cuenta que en la desesperación de conseguir oxígeno para sus familias, los clientes ofrecen «el monto que sea» por un tanque de oxígeno. Ellos, día tras día, responden que no, «porque mi ayuda es darles el oxígeno».
Pero no solo las personas que los necesitan les ofrecen dinero. A los familiares se han sumado también los revendedores, a quienes identifican porque les piden llenar tanques que no están en regla e intentan sobornarlos.
«La otra vez llegó un señor que ofreció 5,000 pesos para rellenar un tanque industrial. Vimos su auto y solo tenía tanques de este tipo«, contó.
Recibir gato por liebre… el problema al que se enfrentan cada vez más personas al buscar tanques
En la actualidad, mucha gente está cayendo en el truco de los revendedores de tanques de oxígeno, que rellenan tanques industriales —utilizados para sopletes y para construcción— en vez de tanques medicinales. Los compran sin saber que ponen en mayor peligro a sus pacientes, en el afán de salvar sus vidas sin llegar al hospital.
Los tanques industriales son notables porque no traen una etiqueta que indica que son medicinales o, en el caso de los de marca Infra, son de color naranja.
«La diferencia es la limpieza del tanque. Cuando llega a planta uno medicinal es limpiado por la parte de adentro y el industrial no, lo que afecta la pureza del oxígeno», explicó Karen.
Esto puede agravar la condición de los pacientes que reciben el tratamiento. Obviamente, quienes revenden los tanques no lo dicen y aprovechan la desesperación ajena para «hacer su agosto».
Por otra parte, los concentradores de oxígeno están en un limbo. Con un valor de 90,000 pesos, quienes los adquieren lo hacen como último recurso para mantener a sus familiares lejos de hospitales que, en muchos casos, significan su muerte. Pero las indicaciones de estos productos tampoco son claras y ocasionan confusión.
Por ejemplo, muchos familiares desconocen que los concentradores no ayudan cuando los pacientes tienen una oxigenación menor a 80, o que las máquinas equivalen apenas a 10 litros —o seis tanques pequeños—, insuficiente para administrar los 5 litros de oxígeno por minuto que los enfermos graves necesitan.
«La gente nos agradece»
Karen y su familia a veces no tienen tiempo para desayunar. Incluso, hay días en que apenas prueban bocado a las 4 de la tarde. Pero estos sacrificios y el gran cansancio valen la pena.
«Llega un momento en que todos nos cansamos, tengo que dividir a los trabajadores», dice Karen. «Pero continuamos porque la gente nos agradece. Me han llevado cafés, pan o fruta».
El cansancio es tal que, trabajan los siete días a la semana y deben responder llamadas «cada minuto».
«Del 9 al 24 de enero, nuestras búsquedas en el negocio de Google fueron de 64,000.» Muy por arriba de las 5,000 visitas que tenían al año, antes de la pandemia.
Ahora, la familia tuvo que regular su día y poner un horario fijo para rellenar los tanques. Además, de tomar más medidas de seguridad para evitar contagiarse o ser amonestados por aglomeraciones.
Estas medidaas, además de procurar la salud de todos los que laboran en su negocio, también tienen que ver con razones de seguridad. Cada día incrementan más los asaltos a los camiones que transportan tanques.
«Siempre esperamos al chofer y pedimos a la policía de la zona que pasen con las patrullas, se les paga por día», dijo Karen.
Sin miras a que esto termine, Karen asegura que continuará atendiendo a familias porque reconoce la desesperación de encontrar un tanque de oxígeno y sabe que su trabajo significa darle a alguien un día más de vida.
«Un cliente lleva dos meses con nosotros y nos dice: ‘Voy a salvar a mi mamá cueste lo que me cueste’. Él hace ocho cargas diarias y nos agradeció que su mamá ya alcanzó oxigenación de 90. Eso es lo que nos llevamos».
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