• ¿Están preparados los trabajadores, el gobierno y las empresas para la reducción de la jornada laboral en México?
  • En México, pese a las extensas jornadas de trabajo, el desempeño no siempre es alto.
  • Estas son algunas estrategias para concretar de manera efectiva el recorte de las horas de trabajo.
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En un momento en el que todos buscamos ese equilibrio perfecto entre trabajo y vida personal, México se encuentra en un punto de inflexión: la propuesta de acortar la jornada laboral. El país se muestra listo para el cambio, pero surge la pregunta ¿están preparados los trabajadores, el gobierno y las empresas para este salto?

Internacionalmente, la tendencia va hacia semanas de trabajo más cortas, con la OCDE promediando las 40 horas. México, sin embargo, destaca con jornadas anuales que rondan las 2,148 a 2,200 horas, marcando no solo un contraste con el estándar global, sino también señalando una oportunidad dorada para la reforma laboral.

La iniciativa de Susana Prieto Terrazas de reducir la jornada de 48 a 40 horas semanales es un paso importante en esta dirección. Aun así, este ajuste no está exento de retos, sobre todo para sectores como el agrícola, de seguridad y manufacturero, además de las PYMES, que representan el 97% del tejido empresarial del país.

Para los empleadores, el reto es doble: falta de herramientas y conocimientos para aumentar la productividad en menos tiempo y la carencia de incentivos fiscales que faciliten esta transición.

Trabajar más tiempo, no nos hace más productivos

La creencia de que más horas de trabajo equivalen a más productividad está obsoleta. Estudios, como el de John Pencavel «The Productivity of Working Hours», muestran que hay un límite a partir del cual, más horas no significan mayor rendimiento, por el contrario, después de un punto, trabajar más horas incluso puede disminuir la productividad por fatiga

En México, pese a las extensas jornadas, el desempeño no siempre es alto, y los mexicanos experimentan «pobreza de tiempo», que lleva a estilos de vida sedentarios, burnout, altos índices de rotación, falta de compromiso, y mayores costos operativos para las compañías.

Históricamente, reducir las horas de trabajo ha servido para distribuir empleo y mitigar el desempleo en crisis económicas. Roosevelt, en 1936, estableció la semana de 40 horas y, durante las recesiones de los 90, Chile y Brasil adoptaron medidas similares con resultados positivos en productividad.

La renuncia silenciosa es ausencia de satisfacción laboral

El fenómeno de la «renuncia silenciosa», afecta al 59% de los trabajadores, y refleja un preocupante descenso en el compromiso laboral, pues resalta que bienestar y satisfacción en el trabajo no son lujos, sino claves para el éxito empresarial y la retención de talento.

Esta situación va más allá de si es conveniente o no reducir las jornadas laborales; la gran renuncia, la dificultad para llenar vacantes, la impermanencia laboral Millennial-Centennial y la infelicidad laboral, nos colocan ante la necesidad de innovar, y desarrollar estrategias que respondan a las demandas de la economía global, así como repensar en el futuro de trabajo y el impacto en los colaboradores.

Estrategias frente a la reducción de jornada

En el ámbito empresarial, el tiempo adicional siempre está disponible si adoptamos una mentalidad de crecimiento. Las ineficiencias, redundancias, fallos y desperdicios no solo son obstáculos, en realidad se presentan como una oportunidad para liberar recursos mal utilizados y dirigirlos hacia áreas de mayor necesidad.

1. Optimizar procesos y ganar tiempo

Uno de los mayores obstáculos que hemos identificado en las empresas, es la arraigada mentalidad de «siempre lo hemos hecho así, y así funciona».

En nuestra experiencia, observamos una marcada tendencia hacia la normalización de la ineficiencia. Por lo tanto, llevar a cabo una revisión meticulosa de los procesos internos, tomando en consideración las opiniones de quienes los ejecutan y utilizan, resulta crucial para identificar y corregir fallas que impactan en los tiempos, costos y calidad de vida de los colaboradores.

Simplificar, automatizar y eliminar controles innecesarios no solo aumenta la agilidad, sino que demuestra, que es precisamente de la ineficiencia, de donde podemos obtener el tiempo adicional que necesitamos, en caso de que la reducción de la jornada laboral se convierta en una realidad.

2. La productividad se maximiza con educación de calidad

Diversos estudios confirman que la transferencia de conocimiento entre empleados experimentados y recién llegados, no solo amplía el conjunto de habilidades del equipo, sino que también maximiza la productividad y resultados individuales.

En nuestra trayectoria, hemos identificado numerosos desaciertos al implementar programas de entrenamiento, que van desde la falta de método, adaptación al participante, fallas en la estructura, exceso de teoría, o la ausencia de habilidades de los entrenadores, esto eventualmente genera desperdicios en tiempo y recursos, afecta los resultados, y por ende, lo que un colaborador puede producir en el tiempo que labora.

La capacitación efectiva va más allá de simplemente compartir contenido; es crucial asegurarse de que los colaboradores realmente estén asimilando, aplicando, y mejorando su trabajo.

3. La autonomía empodera el desempeño

La Teoría de la Autodeterminación de Edward L. Deci y Richard M. Ryan resalta la importancia de que los individuos tengan la capacidad de tomar decisiones y controlar su propia vida.

En el ámbito laboral, este concepto adquiere una relevancia aún mayor, ya que la falta de confianza no solo obstaculiza el potencial de los colaboradores en sus roles, sino que también actúa como un freno para la eficiencia, contribuyendo, a una desmotivación crónica.

La presencia de un jefe controlador o un sistema que promueva las jerarquías verticales es uno de los principales obstáculos para la productividad, dejando un impacto negativo en la moral del equipo y su seguridad psicológica.

Para fomentar productividad y ganar tiempo para lo que realmente importa, es esencial promover la autonomía, la toma de decisiones, la co-creación, reducir el control y cultivar un ambiente de trabajo basado en la confianza y el empoderamiento.

Al final, comprender que la reducción de jornada laboral puede mitigarse con el aumento de la productividad laboral, es una mentalidad que facilita el proceso de cambio.

La transición hacia jornadas laborales más cortas en México no solo es un reflejo de una tendencia global, sino también una oportunidad para priorizar la productividad, el bienestar de las personas y rediseñar el futuro del trabajo.


* Melhina Magaña es cofundadora y CEO de Daucon. Además es experta en alto desempeño, transformación y cambio de comportamiento.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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