• Estados Unidos ha diagnosticado 130 casos del síndrome de La Habana entre sus funcionarios de Defensa.
  • La primera vez que se detectó este síndrome fue en la embajada estadounidense en Cuba, de ahí su nombre.
  • Aunque en los últimos años ha aparecido en otros países. Estos son sus síntomas.

Estados Unidos ha detectado 130 casos del síndrome de La Habana entre sus funcionarios de Defensa, diplomáticos y espías en las últimas semanas. 

Los afectados se encontraban realizando misiones en el exterior.

Los últimos han sido 3 agentes de la CIA que empezaron a notar los primeros síntomas en diciembre de 2020, según desvela The New York Times.

Todos recibieron tratamiento en el hospital militar de Walter Reed en Washington, Estados Unidos.

La misma publicación advierte que hay más funcionarios con síntomas y que podrían tener el síndrome de La Habana, por lo que es posible que el número de casos nuevos sea mayor.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome de la Habana?

Los principales síntomas de este síndrome son dolor de cabeza, mareos, zumbidos en los oídos y falta de concentración.

En casos graves puede producir lesiones cerebrales en los pacientes.

El síndrome de La Habana se detectó por primera vez en 2016, entre los funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Cuba, de ahí su nombre.

Sin embargo, a lo largo de los últimos años ha ido afectando a otros funcionarios estadounidenses que se encuentran en misiones en otros países, como China o Rusia.

El origen de esta enfermedad todavía resulta desconocido

Aunque en diciembre de 2020, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó un informe firmado por 19 expertos en el que se afirmaba que la causa más probable es un «pulso dirigido» de radiofrecuencia.

Esto significa que los síntomas serían provocados por una radiación de baja potencia que proviene de ondas de radio y de microondas.

Esta sospecha ha conseguido que surjan teorías que tachan a Rusia como culpable de los ataques hacia funcionarios norteamericanos.

Sin embargo, algunas voces autorizadas han descartado dicha posibilidad.

Es el caso de Cheryl Rofer, que trabajaba como química en el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Estados Unidos, y que en la revista ForeignPolicy expone que «no existe ninguna prueba de que ninguna nación haya desarrollado tal arma».

«Este tipo de acusaciones requieren de una evidencia extraordinaria, y no se ha ofrecido nada así para respaldar la existencia de estos supuestos ataques», continúa argumentando la experta.

Y todavía no se encuentra explicación a este extraño síndrome.

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