- La ciudad ucraniana de Ternópil, en el oeste del país, está situada a cientos de kilómetros de las principales zonas de conflicto.
- Sin embargo, las alarmas que advierten de ataques aéreos suenan varias veces al día y todos tienen que buscar un sitio seguro donde resguardarse.
- Uno de ellos es la cripta de la Catedral de la Concepción de la Santísima Virgen María, que hoy es un refugio antibombas.
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La cripta del subsuelo de la Catedral de la Concepción de la Santísima Virgen María —una estructura emblemática del siglo XVIII ubicada en Ternópil, Ucrania y que sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial— fue restaurada y ahora se convirtió en un refugio antibombas.
La ciudad de Ternópil, a unos 130 kilómetros al este de Lviv y de la frontera ucraniana con Polonia, está a cientos de kilómetros de las líneas del frente activas en el este, norte y sur. No obstante, los ataques aéreos y misiles rusos tienen a toda Ucrania en su punto de mira.
Las alarmas antiaéreas suenan en la ciudad varias veces al día, haciendo que decenas de personas busquen un refugio en la cripta. Algunos se dirigen a los sótanos de otros grandes edificios para protegerse.
El acceso a internet sigue funcionando y la mayoría de la gente pasa el tiempo enviando mensajes de texto a sus amigos y seres queridos; o leyendo las noticias.
Las iglesias de Ucrania se han adaptado para poder refugiar a los ciudadanos
A primera hora de la tarde del domingo 27 de febrero, las sirenas antiaéreas comenzaron a sonar.
Decenas de personas bajaron las estrechas escaleras del refugio. Una mujer resbaló y el padre Roman Demush la ayudó a ponerse en pie. El padre cuenta que muchas iglesias habían preparado un refugio antibombas en las últimas semanas, ya que los líderes eclesiásticos les dieron instrucciones para crear espacios seguros.
“Tenemos que ayudar con la avalancha de gente que viene aquí (desde Kiev y otras regiones de Ucrania) y estamos proporcionando no solo seguridad física, sino también consuelo espiritual”, relató el padre Demush.
“La muerte nunca ha estado tan cerca. La gente está realmente asustada. Dicen que en la guerra no hay incrédulos, así que pedimos a Dios mediante la oración que nos proteja y salve. Vivir en tiempos tan difíciles es mucho más fácil con Dios que sin él”.
Los refugios antibombas dan un poco de tranquilidad
Olga Bagriy, una profesora de Kiev, se encuentra entre los que buscan un refugio antibombas.
“Me gusta esta iglesia”, dijo. “Dan té, comida y agua”.
Su familia abandonó la capital de Ucrania después del 25 de febrero, la segunda noche de bombardeos rusos.
“Vine con mi familia. Decidimos irnos cuando oímos las alarmas nocturnas. Los niños tenían mucho miedo. Eran las cinco de la mañana”.
Junto con su marido y sus dos hijos, se dirigieron a Ternópil, donde la familia tiene una vivienda. Ella agradece la tranquilidad.
“La ciudad hasta ahora está tranquila. Pero no tengo ni idea de cuánto tiempo tenemos que quedarnos”, explicó.
Los habitantes de Ternópil buscan la felicidad en las pequeñas cosas
En los alrededores de Ternópil siguen levantándose nuevos puestos de control y obstáculos defensivos antitanque. Se han retirado las señales de tráfico para dificultar que las posibles unidades invasoras rusas puedan encontrar el camino.
La gente sigue viajando hacia el oeste, hacia Lviv y Polonia. Sin embargo, la policía de la estación de tren impide que los periodistas trabajen allí, porque dicen que la visión de la gente subiendo a los trenes aumentaría el pánico, “mientras que, como sabes, la mayor parte del tiempo los trenes están así normalmente”.
Ihor Volenuk, que trabaja en el sector comercial en su ciudad natal, Ternópil, confiesó que le encanta el aire libre y los animales, especialmente dar de comer a las palomas.
“Sí, a veces traigo a los niños los fines de semana y damos de comer a las palomas”, dijo, mientras sus dos hijas se ríen a carcajadas mientras los pájaros juguetean con ellas en la plaza frente al Teatro Taras Shevchenko de Ternópil.
La hermana de Volenuk, Oksana, encargada de una empresa, huyó de la invasión rusa desde Kiev para quedarse con su hermano y su familia.
“Es muy importante tener un poco de felicidad en este momento”, afirmó. “Hemos estado muy estresados. Esta es la manera de no perder la cabeza”.
El atardecer llega rápidamente en invierno, y los altavoces anuncian un toque de queda de 10 de la noche a seis de la mañana. Sin embargo, el bloqueo contra los aviones rusos provocó que las calles quedaran en silencio mucho antes de las 10.
Ese bloqueo tiene una consecuencia adicional inesperada: significa que se puede ver un número mucho mayor de estrellas y constelaciones en el firmamento.
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