• La obesidad afecta a 650 millones de personas en el mundo y actualmente también se ha convertido en un problema social. 
  • Los prejuicios señalan a las personas con obesidad como “flojos, que comen demasiado o hacen poco ejercicio”. 
  • Esto ha llevado a que las personas con obesidad, incluyendo a los niños, sufran de agresiones verbales y hasta físicas. 
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Una de las escenas más terribles de It —tanto en la novela de Stephen King como en la adaptación a la gran pantalla de Andy Muschietti— no está protagonizada por el payaso asesino Pennywise. El terror más profundo no procede del espacio exterior, sino del ser humano.

En un momento de la historia, Ben, un chico con obesidad infantil, es atormentado por un grupo de abusivos liderado por el psicópata Henry.

No contento con insultar a Ben con términos como fatboy o fatfuck, Henry decide grabar su nombre con una navaja en el estómago del muchacho mientras el resto de la pandilla lo sujeta para que no se mueva.

Por fortuna, Ben consigue zafarse en un arranque de valentía y escapa a un bosque cercano.

obesidad
Warner Bros.

El estigma del peso

La obesidad es una enfermedad que afecta a 650 millones de personas en el mundo. Lo que inicialmente era un problema de salud se ha acabado convirtiendo también en un problema social.

En psicología hablamos de “estigma del peso” (traducción de la expresión en inglés de “weight stigma”) para referirnos a las situaciones de discriminación que sufren las personas con obesidad.

Este tipo de actitudes están muy extendidas. Los estudios parecen indicar que la razón fundamental de los prejuicios hacia ese colectivo es la creencia extendida de que controlar nuestro peso depende enteramente de la fuerza de voluntad.

Sin embargo, la ciencia ha demostrado que la obesidad es una enfermedad muy compleja y multifactorial. Es decir, influyen muchas variables en su desarrollo y mantenimiento (genéticas o metabólicas, por ejemplo) que escapan de nuestro control en numerosas ocasiones. Aunque, obviamente, el estilo de vida contribuye.

A pesar de las evidencias empíricas, gran parte de la sociedad sigue pensando que el exceso de peso se debe a que las personas afectadas por él son flojas, comen demasiado o hacen poco ejercicio. Estas ideas distorsionadas influyen en el retrato que se hace de los personajes con obesidad en los medios de comunicación.

Tomemos como ejemplo la película The Whale. En ella, un personaje con obesidad severa —interpretado por Brendan Fraser con un traje protésico o fat suit (el maquillaje negro puede acabar con la reputación del presidente de Canadá, pero en el caso de la cinta solo quedó en agria polémica), no puede evitar dejar de comer compulsivamente hasta acabar con su propia vida (perdón por el spoiler).

Un mal muy extendido

Esta imagen tan estereotipada se acaba traduciendo muchas veces en conductas como las que describimos al inicio de este artículo al mencionar It.

El uso de epítetos para calificar a la gente por su peso o las agresiones físicas son experiencias cotidianas para las personas con obesidad.

Para hacernos una idea de la magnitud del problema, un estudio realizado en Italia en el que participaron 947 menores de entre seis y 14 años encontró que 44.4 % de los sujetos con obesidad severa experimentaron agresiones verbales.

En comparación, 10.1% de los niños con un peso saludable y 20.6% de los participantes con sobrepeso sufrieron de lo mismo.

En lo que respecta a las agresiones físicas, las cifras siguen siendo igual de escalofriantes. 21% de los niños con obesidad grave sufrieron este tipo de violencia, frente al 5.4% de los menores con peso normal y 8.7% de quienes tenían sobrepeso.

En la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), junto con varios colegas del Hospital Universitario Virgen de Valme y de la Universidad Pablo de Olavide, adaptamos en España un instrumento para medir este tipo de comportamientos ofensivos.

Pudimos contar con la colaboración de una de las autoras de la Universidad Stony Brook, en Nueva York, que desarrolló el cuestionario WRAQ (siglas de Weight Related Abuse Questionnaire).

Esta escala permite medir de una manera sencilla tanto agresiones verbales (insultos o apodos denigrantes) como físicas (golpes o patadas) relacionadas con el peso y no con otro motivo, como la etnia o la religión.

Problemas de la conducta alimentaria

Aparte de constatar una triste realidad, mediciones como el WRAQ muestran que las agresiones por el peso está relacionadas con problemas de la conducta alimentaria.

De hecho, encontramos resultados muy similares en España, como reflejamos en el artículo que publicado en Eating Behaviors. Estos datos sugieren que puede haber una retroalimentación muy peligrosa.

Es decir, los abusos verbales y físicos pueden generar problemas como binge eating (el “trastorno por atracón” descrito de manera escabrosa en The Whale), que a su vez puede causar dificultades para controlar el peso.

Así que el asunto no es una broma. Estas agresiones verbales y físicas pueden perpetuar un ciclo de obesidad-estrés-problemas de la conducta alimentaria-aumento del sobrepeso.

Además de que no le hacen gracia a nadie, vuelven la vida muy difícil a personas que no han hecho absolutamente nada para tener que sufrir tanto.

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

*Alejandro Magallares es profesor titular del Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

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