• Ser madre y tener hijos en las cárceles es una situación compleja para las familias.
  • Se requiere velar por su seguridad, desarrollo y respeto dentro de los centros penitenciarios.
  • Maga Gelhorn, directora operativa de Reinserta, explica a detalle las estrategias que se implementan.
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Vivir la maternidad es un momento complejo y aún más si se está en prisión, por lo que la asociación civil Reinserta tiene estrategias para apoyar no solo a las mujeres en esta situación, sino a sus hijos.

De acuerdo con datos de la agrupación, tan solo en la última década han nacido 10,000 niños en las cárceles de nuestro país; siete de cada 10 madres gestaron dentro de los centros penitenciarios y 93% de las mujeres que están recluidas son mamás.

A esto se suman los menores de edad que están fuera de los penales y que, cada fin de semana, visitan a sus mamás.

En entrevista para Business Insider México, Maga Gelhorn, directora operativa de Reinserta, explica de qué manera apoyan a las madres y niños que están en los centros penitenciarios del país.

Cuidado para niños y madres

Una de las estrategias más importantes de la organización es la centrada en las mujeres que maternan estando recluidas en las cárceles; los planes que diseñan para este grupo están alineados con la dignificación de espacios, que es un elemento medular para el proyecto.

«Tenemos todo nuestro programa de desarrollo integral para niños y niñas que nacen en prisión. Debe estar acompañado de intervención de la infraestructura penitenciaria; no tiene sentido aterrizar con un equipo técnico, una batería de capacitación y acompañamiento si no tenemos espacios físicos dignos dentro de reclusorios para que (la niñez) nazca y se desarrolle», explica Gelhorn.

Para ello, fue esencial la modificación de la Ley nacional de ejecución penal, ya que permitió que organizaciones no gubernamentales pudieran ayudar a la población recluida.

«Nos (percatamos) que había niños de dos meses, niñas de seis, adolescentes de 12. Nadie sabía qué, ni quiénes, estaban viviendo en el reclusorio. Lo (dimos a conocer) con la campaña de ‘Niños invisibles’, sobre quiénes viven dentro de la cárcel y en qué condiciones», detalla.

Posteriormente, se enfocaron en programas para mejorar su estadía en los penales y la transición de estar con sus madres en estos sitios a salir de ellos.

En nuestro país, la ley permite que los menores de edad permanezcan con sus progenitoras en las cárceles hasta los tres años.

Los proyectos

La directora operativa de Reinserta señala que hay varios proyectos enfocados para madres y niños en los centros penitenciarios.

Estos se implementan en las cárceles femeniles en donde la agrupación tiene acceso, por ejemplo, en Santa Martha Acatitla; Neza (Bordo, Sur); Santiaguito; Ecatepec, Escobedo y Acapulco.

1. Área de maternidad

«La población femenina que tiene hijos es muy distinta (…). Una mujer que acaba de ser madre y tiene un bebé de dos meses, este necesita llorar (…). La población que ejerce la maternidad en prisión necesita un espacio por separado», comenta.

Actualmente, realizan un área de maternidad en el Centro de Reinserción Social (Cereso) femenil de Escobedo y buscan que esta se convierta en modelo a seguir en Latinoamérica.

«Constituye cómo nosotros entendemos el ejercicio de maternidad en prisión. Está alejado de la celda tradicional, de la reja y la modalidad penitenciaria», puntualiza Gelhorn.

2. Bebeteca y periodos de transición

Es una sala de juegos y recreación para los niños que están en las cárceles; una de ellas se está construyendo, en alianza con Amazon, en el penal de Ecatepec.

«Lo que busca es que, en el día al día, los niños tengan un espacio para estar con su mamá, para ver una película, para participar en algún taller. Ahí se ve lo relacionado con apego, estimulación temprana, desarrollo integral, lingüístico, físico y psicológico. (Está destinado para que) el niño y la niña tengan los estímulos que necesitan», precisa.

En este mismo tenor, Reinserta acompaña a los niños desde los cero hasta los tres años, tiempo en el que pueden estar con sus mamás en las cárceles.

Sin embargo, hacen estrategias especiales para alistarlos en el momento en que deben salir sin ellas.

«Necesitan ser acompañados en este proceso de transición, (porque para ellos) es ‘viví toda mi vida dentro de prisión, no sé de qué se trata el mundo’. Requerimos prepararlos para que el egreso con la persona cuidadora sea de la mejor manera posible, laborar con la vinculación y lo difícil que es para una madre separarse de su hijo cuando cumple los tres años», expone Gelhorn.

3. Dignificación de espacios

Esto hace referencia a áreas de juegos en las zonas de visitas de las cárceles del país.

«¿Qué pasa con los niños y niñas cuyo plan, todos los fines de semana, es despertarse temprano, subirse al transporte público para viajar durante miles de horas, formarte cada sábado y domingo, atravesar revisiones completamente exhaustivas e invasivas para ver a su mamá o a su papá en prisión?», reflexiona.

Para la organización, es medular que existan áreas donde las familias puedan comunicarse y mantener el vínculo, pese a que se pueden ver solo una vez a la semana.

«Estos espacios deben ser lo mejor posibles para que el contacto de los Napes, que son niños que no viven en la cárcel, pero tienen un referente privado de su libertad, pueda ser más cercano con su familia. Construyamos la prisión en otros términos, para que el camino que hacen los (menores de edad) para entrar a la cárcel sea lo menos invasivo posible, que estén poco expuestos a la violencia que se vive dentro de un reclusorio», subraya la directora operativa de Reinserta.

4. Dignificación de cuartos de revisión

Sin importar su edad, las personas deben pasar por revisiones antes de poder ver a sus familiares recluidos.

«Somos intencionales en que la revisión física sea lo menos intrusiva para el niño. Que tenga una lógica de sala de juegos, por ejemplo, o con colores o estímulos que ayuden a que esté concentrado en lo que ve y no en el personal penitenciario», señala.

Desafíos para proteger a la niñez en las cárceles

Si bien Reinserta realiza diversas actividades para cuidar a las madres y a los niños en las prisiones, hay algunos desafíos a los cuales se enfrenta día con día.

«Un gran desafío tiene que ver con un autogobierno muy grande que existe en el sistema penitenciario en México. No hay un orden 100% institucional; probablemente cada centro tiene características distintas y eso hace que la operación de cada uno tengan su idiosincracia», comenta la directora operativa de la organización.

A ello se suman los detalles que definen a cada cárcel dependiendo la entidad donde se encuentre y los retos que las mujeres y sus hijos enfrentan en estas circunstancias.

«Si bien fue un gran avance la modificación a la Ley de ejecución penal, no tiene tanto sentido tener un articulado que nos indique la edad máxima de permanencia si después no hay un sistema alimenticio específico, de niños y niñas que necesitan un régimen alimentario y nutritivo totalmente distinto. Para partir de la base, tenemos que darnos cuenta que las prisiones siguen sin estar preparadas en todos los sentidos, ni con equipo técnico, ni con alimentación, ni con dignificación de espacios (…). Si vamos a permitir que niños y niñas crezcan en las cárceles, las condiciones deben estar dadas», considera Gelhorn.

Un elemento más en esta «ecuación» es reconocer y cuidar a la niñez que tiene a sus progenitores en la cárcel, con el fin de que su desarrollo no esté mermado por el clima violento del país.

«Es un reto pensar las dificultades de niños, niñas y adolescentes en contacto con la violencia en general», expone.

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