• Estudios de baile y bailarines de todo el mundo han visto afectada su profesión en distintas maneras debido al coronavirus. 
  • Desde problemas técnicos y logísticos para trasladar sus clases a una zona de aprendizaje virtual, hasta problemas económicos derivados de la falta de alumnado y espacios para practicar la danza, los estudios de baile se ven particularmente afectados por la pandemia del coronavirus.
  • Business Insider México habló con dueñas de dos estudios de baile para conocer cómo les ha afectado la pandemia y cómo sobreviven en la nueva normalidad.

Desde el cierre de lugares públicos y el confinamiento impuesto a millones de personas debido a la pandemia actual de coronavirus, miles de negocios y actividades se han detenido en seco. Desde cines y museos, hasta restaurantes y escuelas de todo tipo han cerrado; sin embargo, algunos de los más golpeados pueden ser centros de actividades culturales, como los estudios de baile.

Estudios de baile y bailarines de todo el mundo han visto afectada su profesión en distintas maneras debido al coronavirus. Desde las bailarinas del Moulin Rouge que se vieron obligadas a practicar diariamente desde casa para no perder forma, hasta el reconocido ballet de Shanghai que tuvo que usar mascarillas durante sus prácticas.

Pese a que a partir de este 1 de junio se empezaron a retomar las actividades de diferentes tipos de negocios y lugares públicos, el problema de la pandemia no se detiene ahí. Business Insider México platicó con dos profesionales con estudios de baile para saber cómo les ha afectado la pandemia del coronavirus, qué medidas han tomado para adaptarse a ella y cuáles son los retos que enfrentarán en la nueva normalidad.

El flamenco: una tradición familiar que ahora se vive por Zoom

Mercedes Amaya (a quienes sus alumnos se refieren cariñosamente como “Winny”) lleva 40 años siendo maestra de flamenco. Para ella, la enseñanza de esta danza no es solo una tradición familiar, es su vida entera. “Yo llevo toda mi vida viviendo de esto que es la danza, las clases, los escenarios. Es toda una vida que llevo desde que mis abuelos me enseñaron”, comenta a Business Insider México.

Winny cerró su estudio de baile, la Academia Amaya, hace más de dos meses, cuando surgieron los primeros contagios de coronavirus en México. Como una solución, decidió empezar a usar Zoom para impartir sus clases; a pesar de que nunca había utilizado este tipo de plataformas anteriormente. “Después de llevar toda una vida bailando, estar quieta de golpe es muy fuerte. También lo es para mis alumnos cuando llevan muchos años haciendo esto.”

Para ella, realizar sus clases en línea ha sido una manera de no frenar este ritmo y seguir generando un ingreso. “[A través de estas clases] ellas me ayudan, me dan una mano para no quedarme sin entrada; para tener para comer.”

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Los ensayos de esta clase de flamenco no siempre son tan fluidas, pero las alumnas ponen lo mejor de sí. Héctor Cueto/Business Insider México

Sin embargo, la maestra sabe que este medio no es ideal para transmitir eficazmente algo tan complejo y elegante como el flamenco. Durante la sesión a la que fui invitado surgieron todo tipo de problemas técnicos: desde una conexión lenta y participantes «congelados», desfases de audio para marcar el ritmo del zapateado que caracteriza a esta danza, hasta micrófonos abiertos que hacían eco durante el mismo (este había sido yo). “Aunque sea poco y mal, porque no es lo mismo y nunca va a ser lo mismo—en el baile el internet no puede sustituir al contacto humano—,te mueves. Se agradece ese ratito que te puedes mover”, comenta la experta.

“Hoy, que el internet no estuvo funcionando, hace las cosas algo frustrantes; pero aún así se disfruta. La convivencia es un factor muy importante”, comenta Ana, una de las alumnas de Winny.

“Sí ha sido un medio que nos salvó, porque para mí sí es muy importante estar con actividad física. Yo ya me estaba sintiendo muy mal, entonces cuando hubo la posibilidad de hacerlo en línea, que además confieso que es la primera vez que utilizo este medio”, agrega Connie, otra alumna. “Sí me falta la cercanía humana, definitivamente. Yo sí necesito el contacto.”

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La maestra Mercedes «Winny» Amaya en medio de su clase vía Zoom.
Héctor Cueto/Business Insider México

Los retos se presentan también desde el lado de los mismos alumnos. Para el flamenco, se necesita una tabla para poder zapatear, y muchos de ellos no solo no cuentan con una en casa, sino que también deben tomar en cuenta que quizás sus vecinos no sean muy felices de escucharlos practicar. “Para nosotros es arte, para muchos de nuestros vecinos puede ser ruido”, bromea una de las alumnas de Winny. “Tienes que encontrar horarios específicos en los que no molestes a nadie. Pero también si tienes vecinos abajo, no puedes zapatear por más que quieras.”

“Es una readaptación porque tenemos que adecuar incluso el espacio de la casa, nuestros tiempos. Es adaptarnos a lo que tenemos, los recursos que hay y seguir haciendo arte. Con ciertas limitantes, sí, pero no dejamos de hacer lo que nos apasiona”, comenta Cinthia, otra alumna.

Sin embargo, el cambio a esta plataforma también tiene ciertos beneficios más allá de mantener una sana distancia. Winny graba todas sus clases y luego las comparte por Whatsapp, como una manera de sobrepasar los problemas técnicos de una mala transmisión en directo. “Por un lado eso está muy padre porque queda documentada toda la clase, eso le permite ver a los alumnos todos los movimientos y repasarlos cuando puedan”, comenta la maestra de flamenco. “Aunque para mí sí implica mucho trabajo, ya que no solo es mandar el video, sino también editarlo, ponerlo en cámara lenta, posicionarme adecuadamente frente a la cámara para que me vean, hacer acercamiento a los pies, etc. No es mucho trabajo físico, pero sí requiere mucho tiempo”, explica.

¿Qué planes tiene una vez que acaben las restricciones de la cuarentena? “Cuando regrese, adaptaré mi salón. Si antes daba clase para ocho, ahora la daré para dos o tres a lo mucho. Es lo que pienso hacer yo para no tener el riesgo de tener mucha gente junta. Si puedo poner separadores de plástico, lo haré”, concluye Winny.

El crimen y el coronavirus repercutieron en esta academia de ballet de Metepec

Ximena García tenía una academia de ballet en Metepec, Estado de México; sin embargo, tuvo que cerrarla de emergencia dos semanas antes de la contingencia debido a una extorsión del crimen organizado de la zona.

Todo su alumnado se puso de acuerdo y una chica ofreció poner las instalaciones de un estudio más pequeño para cerrar el ciclo escolar, en lo que se encontraba otro lugar. Desafortunadamente, la pandemia también puso un freno a estos planes. «Nos mudamos, dimos tres clases y pasó la contingencia», dijo a Business Insider México. «Las primeras semanas no entendíamos nada. Nadie sabía cuánto tiempo iba a durar esto ni qué iba a pasar.»

Eventualmente, Ximena decidió empezar a dar clases gratis por Instagram por un mes; sin embargo, esto trajo consigo diversos retos. «Las clases de ballet son bien complicadas porque tienes que estar viendo al alumno y hay mucho contacto físico. También está la parte de la musicalidad», explica Ximena. «Cualquier transmisión siempre va a tener un delay en la música, entonces como maestra puedo ir contando una cosa y el alumno va oyendo diferente, por lo que nunca va a saber si está fuera de tiempo o es el delay de la herramienta.»

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Cortesía Casa de Danza Metepec

De acuerdo con Ximena, más allá de los retos técnicos, también enfrentaron el problema de no estar físicamente en el lugar. «El ballet involucra mucho la colocación del cuerpo. El maestro debe ver a sus alumnos desde todos lo ángulos para ver que traiga el esqueleto bien colocado. A través de estas herramientas no puedes hacer eso», explica. «Al final, el ballet también es de mucho contacto físico porque hay músculos internos que usamos. Si yo te digo ‘aprieta el psoas’ vas a decir ‘chinga tu madre’, igual si te digo ‘aprieta y abre el abductor’. En cambio, si voy y te toco el músculo que es ya es más fácil que entiendas de qué te estoy hablando», agrega.

Eventualmente decidieron hacer clases de 30 a 40 minutos en Zoom con donativo voluntario; las alumnas contribuyen con lo que quieran y puedan. «Si normalmente me pagaban 1,000 pesos ahorita me están pagando 500; hay otras que pagan 200, 50 pesos o nada. Pero al final es un tema de vocación y de amor por la danza. No voy a sacar una ganancia, pero cubro mis costos y puedo seguir haciendo esto.»

Cortesía Casa de Danza Metepec

Ximena piensa seguir dando clases en línea, pero con la idea de ver las posibilidades de reabrir su estudio de baile, pero la falta de alumnado conlleva en problemas económicos y logísticos para poder hacer de esto una realidad. «Yo perdí al 80% de mi alumnado y del 20% que me quedó, solo el 12% está pagando. ¿Cómo vas a reabrir una escuela con ese modelo de negocio?», se lamenta. «Lo que hay de ingresos se va para las maestras de ballet, pero ni siquiera alcanzo a cubrir el salario que ganaban.»

A su vez, ella está muy consciente de los problemas financieros que la pandemia representa para la sociedad mexicana en general. «La crisis económica va a estar gruesa; o sea, ¿qué vas a pagar? ¿Ballet o comida?»

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