- Varios estudios recientes alertan sobre la desaparición global de insectos, especialmente en las zonas tropicales menos estudiadas.
- Las tierras de cultivo sometidas a estrés climático tienen la mitad de ejemplares de insectos y 25% menos de especies que las zonas de hábitat natural.
- Gran Bretaña tiene casi 60% menos insectos desde 2004, según un informe que contabilizó las salpicaduras en los parabrisas de los automóviles.
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Si preguntas a las personas mayores cercanas a ti si hay menos insectos que hace 30 años, posiblemente te dirán que sí ya que de hecho están en peligro de extinción.
Una reciente encuesta que publicó The Guardian alerta sobre el importante descenso de insectos voladores en Gran Bretaña. Su cantidad se redujo 60% desde 2004.
Además, los científicos calificaron la caída como «aterradora», pues calculan fue de 34% por década.
Compararon viajes realizados en 2021 con algunos hechos 17 años atrás. Los resultados mostraron caídas de 65% Inglaterra, 55% en Gales y 28% en Escocia. Otro estudio previo hecho en Dinamarca, registró una disminución del 80% en la abundancia de insectos entre 1997 y 2017.
El Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Medioambiente del University College London también publicó los resultados de una de las investigaciones más grandes hasta la fecha sobre la disminución de insectos en todo el mundo, con tres cuartos de millón de muestras tomadas de 6,000 lugares.
Sus hallazgos revelan que las tierras agrícolas sometidas a estrés climático solamente tienen la mitad de ejemplares de insectos y 25% menos de especies que las zonas de hábitat natural. El descenso es todavía más marcado en países tropicales. Allí la combinación de la pérdida de hábitat con el cambio climático es más profunda. Las conclusiones se publicaron en la revista Nature.
Los trópicos contienen la mayoría de los 5.5 millones de especies de insectos del mundo. Esto quiere decir que las zonas con más abundancia de bichos sse llevan la peor parte del colapso. Esto se debe al uso de fertilizantes, pesticidas y otros productos agrícolas; a una menor diversidad de cultivos, y la escasa preservación de hábitats naturales.
Otra revisión científica global de 2019 avisó de que la extinción de las poblaciones de insectos podrían causar «un colapso catastrófico de los ecosistemas naturales».
También el análisis concluyó que 40% de las especies de insectos están disminuyendo y un tercio está en peligro de extinción.
Por otro lado, otras comprobaciones realizadas en Alemania o Puerto Rico también alertaron de colapsos en sus poblaciones de insectos. Sin embargo, los datos pueden extrapolarse a otras regiones con resultados parecidos.
Por ejemplo, la cantidad de mariposas descendió entre un 30% y 50% en Europa y Alemania. También se ha registrado una reducción de 76 % de la biomasa de insectos voladores.
Aún faltan muchos datos sobre las pérdidas en las zonas cercanas al Ecuador, donde puede estar pasando una extinción masiva.
Un estudio expone que en el bosque lluvioso de Luquillo en Puerto Rico hay hasta 60 veces menos insectos hoy que en la década de 1970. La temperatura subió 2ºC en 50 años y debido a la reducción de insectos, también baj el número de lagartos, ranas y pájaros. Todo está conectado.
La tasa de extinción de insectos es 8 veces superior a la de mamíferos, reptiles y aves
Aunque dentro de la sexta extinción masiva se suele poner más atención en la disminución de vertebrados, la tasa de extinción de los insectos es ocho veces más rápida que en mamíferos, aves y reptiles.
La masa total de insectos está cayendo precipitadamente 2.5% anual, lo que sugiere que podrían desaparecer en un siglo.
Dentro del mundo, los insectos superan en 17 veces a la humanidad y son los animales más variados y abundantes, imprescindibles para el buen funcionamiento de los ecosistemas: reciclan materia orgánica, polinizan las plantas y controlan las plagas.
¿Cómo se puede frenar la extinción masiva de insectos?
Una política agrícola más favorable a estas especies; reducir el uso de plaguicidas y monocultivos; aumentar el número de flores y jardines salvajes en áreas urbanas, e impulsar el hábitat de abejorros o mariposas, son las propuestas de expertos como Francisco Sánchez-Bayo, científico ambiental de la Universidad de Sídney.
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