• ¿Notas que acaba una reunión y nadie recuerda tu propuesta o solución?
  • Si nadie te escucha en el trabajo, es que tienes margen de mejora al respecto.
  • Sigue estos consejos prácticos y notarás enseguida cómo eres escuchado y que tus ideas generan un impacto positivo.
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¿Hay algo más frustrante en el mundo laboral que expresar ideas o iniciativas en una reunión de trabajo y, al terminar, descubrir que nadie te ha prestado atención? El lograr que te escuchen se convierte en un reto.

Aunque a veces esta situación puede deberse a causas contextuales (por ejemplo, tener buena suerte en una reunión de un viernes a última hora), en muchas ocasiones si nadie te presta atención es que hay algo que has hecho mal.

Quizás has empezado a hablar con el modo automático puesto y no prestaste atención a la reacción de los demás. O quizás a nivel corporal transmites inseguridad o nervios.

No te preocupes. Te damos siete consejos ofrecidos por expertos para que, a partir de ahora, te escuchen y todas tus ideas y aportaciones en el trabajo no pasen desapercibidas.

Recuerda antes de nada la regla de oro: asegúrate de tener algo importante que decir antes de pedir tiempo a los demás.

1. Practica la escucha activa

La mejor forma de conseguir ser escuchado es lograr que los demás se sientan de la misma manera.

El asesor laboral Salman Raza explica para Metro que pasarse toda una conversación respondiendo «Sí» o «Ya» significa que no estás escuchando a la otra persona.

«Un escuchador activo mantiene contacto visual, no interrumpe y cuando pregunta lo hace para entender mejor algo».

Por lo tanto, si quieres practicar esta habilidad, debes escuchar con los ojos, con el oído y con el corazón.

«Miras a la persona y observas su lenguaje corporal. Escuchas lo que dice sin querer parar su historia para protagonizar la charla. Y, finalmente, escuchas con el corazón. Te interesa genuinamente lo que dice».

2. No te salgas del tema principal

El tiempo es oro para todos, incluyendo las demás personas inmersas en la reunión.

Antes de ponerte a hablar, piensa que, si tú tienes un día ocupado, ellos también lo deben estar con infinitud de fechas de entregas, más reuniones después de esta, peticiones de lo más variadas…

Una vez teniendo en mente eso, habla con concisión. Explica brevemente los puntos principales de tu idea y solo alárgate o detalla cada punto si los demás te lo piden o si notas que están interesados.

Forbes recomienda adoptar la ley de los ocho segundos. Es exactamente lo que deduces: la atención de tus oyentes desaparece después de ocho segundos de empezar a hablar. Así que no desperdicies tus primeros momentos.

3. Adáptate a las reacciones de los demás

¿Notas que el resto de presentes empiezan a desconectar sobre lo que dices? Presta atención en todo momento para descubrir la causa de esta desconexión y adaptar tu discurso e ideas a los acontecimientos en tu trabajo, con el fin de que te escuchen.

El blog sobre el mundo profesional Thrive Global te ofrece diferentes posibilidades comunes.

¿Notas que alguien se distrae? Por ejemplo, se le caen los ojos o esconde un bostezo. Pregunta sin reparos si quizás este no es el mejor momento y si sería más conveniente tener la charla o reunión más tarde u otro día.

¿Alguien verbalizó su oposición a tus ideas? ¿O quizás lo ha demostrado con un ceño fruncido? Lejos de buscar la confrontación, hazle ver con amabilidad que has notado que tiene otra perspectiva al respecto y pregúntale si puede compartirla con los demás.

Esta combinación de empatía y comprensión baja muchas defensas según explica Gottman Institute, centro especializado en relaciones.

No busques fórmulas mágicas por eso. Una cosa es la teoría y la otra es la realidad.

Lo importante es aprender a ser observador, flexible y empático para derribar bloqueos que evitan que seas entendido o escuchado.

4. Destaca algo de la otra persona

Otro truco para reavivar el interés lo comparte el asesor laboral Raza. Si notas mucha distracción, observa algo sobre esa persona y luego haz un comentario de genuino interés al respecto.

Puede ser la ropa que lleva, o preguntarle por el café que está tomando, ya que huele muy bien.

«Da igual lo que sea. Eso les revelará que les prestas atención y de forma indirecta les animarás a que también sean considerados contigo».

5. Domina el lenguaje corporal

«El 90% de lo que comunicas no lo dices verbalmente: lo expresas con el cuerpo«, explica Eloise Eonnet, coach laboral para The Muse.

Tus gestos, tu postura, tus miradas, el ritmo de tu discurso, el tono, el volumen, cómo te mueves mientras escuchas y piensas en una respuesta… Esto afecta a cómo los demás escuchan tu mensaje.

Si tienes las mejores ideas del mundo, pero las expresas mirando a una esquina solitaria de la habitación, murmurando casi para ti y con la espalda encorvada, no generarás mucha confianza para que escuchen en el trabajo.

Si no sabes cómo presentas las cosas, Eonnet recomienda que practiques y que te grabes mientras lo haces para verte luego y prestar atención a lo que haces bien y lo que debes mejorar.

6. Ofrece soluciones o herramientas

¿Cómo reaccionas cuando un compañero o jefe empieza a hablar y lo primero que dice es un problema, una crítica o algo parecido?

Seguramente se te activan las defensas y estás más centrado pensando en cuán equivocado está que en escuchar lo que debe decir.

Lo mismo se puede aplicar en tu discurso. Tal y como explica Jacob Morgan, conferenciante y coach que ha trabajado con numerosos CEO, para el blog de LinkedIn, a la gente no le gusta escuchar cosas negativas.

«En lugar de presentar quejas, ofrece soluciones. Analiza tu empresa y encuentra una forma de solucionar un problema existente. Así mostrarás que eres valioso y que tienes una actitud positiva. Piensa que solo necesitas una gran solución o idea para lanzar tu carrera».

7. Pide retroalimentación al terminar

Aunque sigas a rajatabla los consejos de más arriba, cada persona es un mundo y dispone de sus propias fortalezas y debilidades.

Quizás en tu caso hablas con un tono inconscientemente agresivo que echa para atrás a tus compañeros. O crees expresar bien tus ideas, pero usas jerga muy especializada.

Al terminar una reunión en donde hayas tenido una participación clave, Fast Company recomienda que por ejemplo preguntes a tu jefe si puedes tener una pequeña charla para que te dé retroalimentación.

Puedes empezar esta mini reunión con la pregunta: «¿Hay algo más que debería hacer para asegurar que escuchen mis ideas del trabajo durante las reuniones?». Al responsabilizarte con esta aproximación, la otra persona tendrá ganas de echarte una mano.

También puedes preguntar a compañeros de trabajo en el caso que haya confianza.

Aunque lo ideal es que sean personas con los que no interactúes a menudo porque son los que te darán una imagen más objetiva de cómo has transmitido tu mensaje.

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