Simon Dalgleish

Simon Dalgleish

Simón Dice

Cuando de inversiones se habla, la bolsa de valores es un término que se repite constantemente. Y es que en el imaginario colectivo se trata del máximo referente para saber cómo manejar el dinero y hacerlo crecer. En el caso de México, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), fundada en 1933, es la entidad más conocida; hasta hace pocos años era la única bolsa de valores en operación en el país.

La situación cambió cuando en 2018 se creó la Bolsa Institucional de Valores, mejor conocida como BIVA. Esta era una segunda bolsa de valores dedicada a operar instrumentos financieros como acciones, deuda, CKDs y FIBRAs. 

Pero antes de continuar con este texto deseo aclarar que mi objetivo no es hacer  promoción de una u otra bolsa; tampoco es hablar sobre las características o diferencias entre ellas. Mi deseo es ir un paso más adelante. 

Como ya habrás intuido por el título de esta colaboración, considero que es muy positivo contar con más de una bolsa de valores en México; tanto para el ecosistema inversor como para el ecosistema empresarial, pues además de diversificar las opciones, también refuerza los beneficios. Me explico: para las empresas es una poderosa fuente de financiamiento, mientras que para los inversionistas ofrece la posibilidad de participar en ellas.

Tomemos algunos datos comparativos de Corea del Sur, Brasil y Filipinas, —países similares a México en cuanto a población y tamaño de su economía—. De acuerdo a datos disponibles en Statista, en Corea del Sur más de 2,300 empresas cotizan en su bolsa de valores. En Brasil alrededor de 350 y en Filipinas 275. Esas cifras  comparadas con  las 140 empresas que cotizan en México, nos brindan un claro panorama de que nos estamos rezagando.  

El panorama previo a la llegada de BIVA

En una colaboración anterior, mencionaba que en México las empresas históricamente han financiado un porcentaje muy bajo de sus acciones en bolsa; eso si la comparamos con las bolsas de Estados Unidos o Europa, en donde las empresas tienen la gran mayoría de sus acciones en manos del público. 

Esto provocó que durante muchos años existiera poco interés de los inversionistas para participar en la bolsa; si no están de acuerdo con el manejo y la dirección de la empresa, no hay manera de exigir que se cambie. Además, las casas de bolsa tampoco ayudaron a generar una buena percepción pública. Durante mucho tiempo proyectaron la imagen al exterior de ser un club exclusivo no apto para el público general.

Pero los tiempos cambian y surgen nuevas oportunidades. Ahora, las casas de bolsa están haciendo un mayor esfuerzo para mostrarse más accesibles: reduciendo sus mínimos para invertir. Es por ello que en las últimas décadas empezamos a ver más empresas listando mayores porcentajes de sus acciones. Definitivamente un ganar-ganar.

Es verdad que en las bolsas de valores sigues encontrando a los mismos gigantes de siempre: empresas de medios, de telecomunicaciones e industriales.  Pero hoy en día también puedes encontrar nombres más cotidianos, por ejemplo: Médica Sur, Radio Centro, Rotoplas o Sportworld. 

Por un lado, considero que es beneficioso para todos los actores involucrados el tener los libros abiertos al público, pero también el que los mexicanos puedan decidir invertir en ellos para ayudarlos a crecer y a cambio participar (aunque sea quizá en un porcentaje pequeño) de sus utilidades.  

Sinceramente, la llegada de la BIVA era necesaria para que la industria se diversificara y estimular así la sana competencia, además de ampliar las opciones para los inversionistas. En comparación con la BMV, la BIVA sigue siendo una bolsa joven que todavía tiene mucho por mostrar y hacer, pero definitivamente abre las posibilidades a que más empresas se vuelvan públicas.

Pero por supuesto, hay otro aspecto que debemos analizar: la falta de apetito de las empresas para entrar en el mercado bursátil.

¿Por qué se rehúsan las empresas a entrar en las bolsas de valores?

Al entrar en el mercado de valores, los libros de la empresa se vuelven públicos y deben transparentarse las operaciones con los inversionistas. También hay más exigencias que cumplir: resultados que entregar, la dirección del negocio se evalúa y discute con el consejo de accionistas, quienes a su vez deben acordar cada movimiento estratégico. Aunado a lo anterior, si por alguna razón no se llega a los números esperados, el mercado seguramente castigará el precio de la acción.

Esto al final se puede convertir en un círculo vicioso, en donde pocas empresas entran a las bolsas de valores, a su vez destinan un porcentaje bajo de sus acciones al público, y por factores económicos externos (como la alta inflación y la incertidumbre del momento) obtienen resultados poco atractivos; de esta manera, esos resultados desalientan la participación de otras empresas para alistarse en cualquiera de las dos bolsas que tenemos. El triste resultado: el ecosistema vuelve a contraerse y centrarse en solo unas pocas opciones.

Tal como mencioné en la anterior entrega, hay más variantes aparte de las acciones que ofrecen la BMV como en BIVA, tanto para empresas como para inversionistas, y que pueden aportar valor a ambas partes. Considero necesario que las dos bolsas refuercen la comunicación e incrementen los esfuerzos de todos los productos financieros disponibles para el público, buscando con ello mantener vivo el interés de inversores y empresas, sin obviar la necesidad  de crear mayores estímulos que ayuden a hacer crecer este ecosistema.

Una sana competencia

Como adelanté al inicio, no quiero ahondar en las características de cada bolsa ni promocionar a una frente a la otra ya que no es mi objetivo inclinar la opinión a un lado u otro, sino enfatizar las ventajas de tener una sana competencia. Al igual que las propias carteras de inversión, contar con  una diversificación en las opciones de instrumentos es positivo para el mercado, pues esto fortalece a las empresas en caso de turbulencias económicas.

Diferentes empresas e inversionistas que pertenecen a organizaciones como la AMEXCAP, tienen como una de sus grandes aspiraciones el salir a bolsa buscando con ello diversificar sus fuentes de financiamiento. El acceso a recursos financieros que otorga la salida a los mercados es una oportunidad para complementar el capital privado y posibilita que las empresas crezcan en plazos más cortos, pues el pensar en otorgar resultados por trimestre (Q) -en lugar de tener planes a más largo plazo- hace que los negocios deban ejecutarse con mayor velocidad y eficiencia para alcanzar sus metas en tiempo y forma.

Finalmente, quisiera que te quedaras con la idea de que tienes al menos dos opciones en cuanto a bolsas de valores para incluir en tu cartera, y que cada una puede brindarte diferentes oportunidades y beneficios. Te invito a que las conozcas a fondo para integrar la que mejor se  adapte a tu estrategia.

Los inversionistas necesitan competencia en bolsas de valores | Brenda Peralta

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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