Ana Peña

Ana Peña

Tech Talk

De acuerdo con el Climate Accountability Institute, 70% de las emisiones de carbono es causada por solo 100 empresas. Esta cifra no debería sorprendernos cuando la mejor propuesta a favor del medio ambiente de la mayoría de las compañías es suspender el uso de bolsas de plástico o la prohibición de popotes, mientras ignoran las enormes posibilidades de las tecnologías limpias.

La crisis ambiental actual demanda un cambio radical en todas las industrias de todos los países. Por ello, muchas empresas han adoptado el compromiso de ser carbono neutral, con la promesa de anular sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2040. 

Empecemos por el principio…

Desde la revolución industrial, los autos, las fábricas y cualquier pieza tecnológica que necesite combustibles fósiles, emite un gas conocido como dióxido de carbono. Cuando el dióxido de carbono se produce en exceso, daña la capa de ozono que recubre la Tierra y ocasiona el famoso efecto invernadero. Es decir, aquello que hace que el verano sea cada vez más caluroso y el invierno, más frío. 

Con eso vienen todas las consecuencias del cambio climático, alza en el nivel del mar, aumento de sequías; incendios, pérdida de cultivos y un largo etcétera. Frente a esta crisis, el Global Carbon Budget Report estima que nos quedan aproximadamente 11 años para reducir nuestras emisiones de carbono antes de llegar a un punto de no retorno.

Han sido varias las veces que recibimos esta llamada de atención y las empresas han encontrado distintas maneras de abordar el problema. Algunas mejor que otras. Por un lado, está la prohibición de bolsas de plástico en mercados que nos ha dejado a muchos con una montaña de bolsas de tela que siempre olvidamos llevar con nosotros cuando hacemos compras. Otra medida es sustituir los empaques de plástico por envolturas hechas de cartón que, por cierto, a veces tampoco es reciclable por venir mezclado con microplásticos. 

Y qué decir de los productos que se disfrazan con envolturas o etiquetas verdes para aparentar ser «eco-friendly» y al final no lo son. A esto se le conoce como greenwashing o lavado verde, una técnica de mercadotecnia diseñada para hacer sentir al consumidor que una marca toma acciones a favor del medio ambiente; así termina siendo más atractiva y generando mayores ventas, pero esto no significa que esté contaminando menos o sea saludable. 

¿Encuentras un problema común en estas iniciativas?

Todas ponen la responsabilidad en las decisiones de compra que toma el consumidor e ignoran las oportunidades de crecimiento que hay en su cadena de suministro e infraestructura. La ironía de esto es que cada mes el proceso de manufactura y distribución contamina tres veces más que una persona en un año. ¿Por qué? Porque muchas industrias siguen dependiendo de combustibles fósiles y de procesos que no hacen otra cosa que desperdiciar agua y materiales.

Al aprovechar las nuevas tecnologías limpias, varias empresas apuntan en una dirección distinta y tienen como objetivo parar completamente su huella de carbono para 2050; otras más ambiciosas, prometen conseguirlo para el 2040.

Esta meta fue impulsada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 y consiste en que la emisión de los gases contaminantes que emiten todas las industrias no sea superior al que el medio ambiente puede limpiar naturalmente. Para lograr esto, las compañías necesitan adoptar una cadena de valor enfocada en tres acciones:

  1. Medir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero.
  2. Reducir su consumo de energía.
  3. Neutralizar estas emisiones con el uso de energía limpia y renovable. 

¿Cómo se consigue esto? Con plantas eléctricas que usen energías limpias gracias a molinos o paneles solares. Esta tecnología puede ayudar a generar hasta 837,000 kilowatts de energía al año, es decir, energía suficiente para mantener 248,000 casas mexicanas. O con infraestructura sustentable que permita el reciclaje de agua, permitiendo el ahorro de más de 21 millones de litros, lo que es equivalente a 100 millones de vasos de agua. Imagínate vivir en un mundo sin crisis climática, donde la calidad del agua no esté en riesgo y que la tecnología nos permita dejar este planeta mejor que como lo encontramos.

Pero no cantes victoria… tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le agarra la pata

Obviamente explicar esto a los consumidores es mucho menos atractivo que vender un popote hecho de bambú; pero hace que las empresas formen parte activa de la lucha contra el cambio climático, abordando el problema de raíz. 

Del lado de los compradores nos toca ser críticos con las compañías a las que apoyamos y seguimos, a esto se le llama ser consumidores responsables. Más allá de los congresos globales y las ONG para la protección del cambio climático, lo que nosotros permitimos y exigimos de las empresas dice mucho del tipo de sociedad que estamos construyendo. Porque esta crisis no se aborda preguntándonos quién tiene la culpa.

Nos quedan 15 años

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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