José Salgado

José Salgado

Economía Espacial

La historia la escriben los vencedores, dice la frase bien conocida; aunque en la era de las redes sociales, podríamos decir que la historia la escriben los que tienen más seguidores. 

Últimamente hemos escuchado muchas noticias acerca de la carrera espacial entre Jeff Bezos y Richard Branson. «¿Quién llegará primero al espacio?» era, hasta hace unas semanas, la pregunta más popular aunque no la más importante.

En términos generales, lo que realmente ha pasado es que dos multimillonarios han visualizado el potencial del espacio como fuente de negocio y han construido dos naves que los han llevado a poco más de 100 kilómetros sobre el nivel del mar —la ahora tan conocida línea Karman, que divide el espacio de la tierra— por unos minutos.

En estricto sentido, al pasar la línea Karman una persona gana sus “alas” de astronauta; sin embargo, existen varios especialistas y apasionados del espacio que cuestionan si este es el caso de Branson o Bezos, pues no pasaron por el estricto proceso de selección y los años de entrenamiento que los astronautas tradicionales.

De cualquier manera, ni la nave de Bezos o Branson pueden ir al espacio exterior. Esto quiere decir que, al menos en circunstancias actuales, no podrían llevar cargo o tripulación a la Estación Espacial Internacional y que serán usadas principalmente para dos fines. El primero está enfocado en promover la experiencia de ver la Tierra desde el espacio, a lo que se conoce como el efecto “overview” y que se refiere al cambio profundo que algunos astronautas experimentan cuando ven la fragilidad del planeta. O, para ser más claros, para ofrecer el servicio de “turismo espacial”.

El segundo, y quizá más importante desde un punto de vista comercial, es proveer de transportes suborbitales que lleven cargo y eventualmente personas, desde Nueva York a Londres en tan solo dos horas, aprovechando la curvatura de la Tierra (que, aprovecho para recordar a los escépticos, es redonda).

Independiente de las pequeñas controversias que se puedan generar, la suma de todos los logros nos acercan más al espacio y a construir una verdadera economía espacial.

Pero para entender estos hechos y darles su justo valor, debemos de ponerlos en contexto…

En 1965, Alexei Leonov realizó la primera caminata espacial. Derivado de ese hecho, uno pensaría que 56 años después sería posible adquirir boletos para realizar, al menos, la misma actividad; lo mismo se puede decir de las misiones lunares.

El hecho de que, a día de hoy ni caminar por el espacio ni ir a la luna es posible a nivel comercial, refleja que nuestra capacidad de innovar en el espacio ha estado fragmentada. Por eso, más que una carrera espacial entre privados, lo que estamos viendo es un “ponerse al día”. 

Jeff Bezos y Richard Branson están invirtiendo sus capitales para acelerar este proceso y comenzar con una infraestructura de naturaleza terrestre pero de inspiración espacial. 

Lo que resulta realmente interesante es que ambos hayan, literalmente, arriesgado sus vidas en los vuelos inaugurales —aunque por definición, un cohete como el de Blue Origin tiene más riesgos que un avión como el de Virgin Galactic— más allá de una estrategia de publicidad, demuestra un interés genuino de parte de sus fundadores y genera confianza en los próximos turistas espaciales. 

No me sorprendería para nada, ver a Bill Gates o Mark Zuckerberg involucrados en actividades espaciales en los próximos dos años. De hecho, Facebook ha mandado a varios de sus ingenieros a trabajar en el proyecto Kuiper de Amazon, que competirá contra Starlink, de SpaceX, para proveedor al mundo de internet satelital de banda ancha.  

viajes al espacio | Business Insider México
Brenda Peralta / Business Insider México

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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