• Las plantas no tienen aparato auditivo ni un sistema nervioso, por lo que, en el uso estricto de la palabra, no pueden escuchar.
  • No obstante, sí pueden sentir vibraciones en un rango de frecuenta que esté dentro de un espectro audible para los humanos.
  • Las plantas emiten estos ultrasonidos cuando hay exceso de evaporación o el suelo es excesivamente seco.
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Pensamos en los sentidos de otros organismos desde el punto de vista humano. Sin embargo, en poco más de una generación, la capacidad que tienen algunos animales de orientarse mediante el sonido (ecolocalización) o de hacerlo a través de los campos magnéticos (magnetorrecepción) han pasado de ser superpoderes esotéricos a convertirse en fenómenos científicos comprobados.

Incluso, es posible que con las capacidades ultrasensoriales de las plantas se esté repitiendo la historia.

En el caso de la audición, si fijamos las reglas de juego estableciendo que nuestra capacidad sensorial reside en un sistema nervioso animal, llegaremos a la conclusión de que los organismos que carezcan de él serán incapaces de registrar cualquier percepción auditiva.

No obstante, este podría ser un juicio equivocado.

¿Pueden las plantas escuchar?

Si se aplican estrictamente las definiciones de la Real Academia Española (RAE), que implican la percepción de “sonidos por el oído”, la respuesta es “no”. Esto se debe a que aplicamos los términos desde una perspectiva zoológica.

No obstante, si ampliamos el foco, la respuesta sería otra. En términos físicos el sonido es la sensación producida por una onda longitudinal transformada en vibraciones de las partículas del aire situadas delante del receptor.

Las plantas no tienen aparato auditivo ni un sistema nervioso o algo parecido a una unidad central de procesamiento que dé sentido a los sonidos.

Lo que sí poseen son mecanorreceptores. Estos pueden sentir vibraciones —es decir, oír— en un rango de frecuencias que puede estar dentro del espectro audible para los humanos o fuera de este, como ocurre con la ecolocalización.

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Cortesía: The Conversation

Los aleteos vibratorios de los polinizadores producen ondas sonoras que viajan rápidamente por el aire. Si las plantas pudieran percibirlas y reaccionar transformándolas acústicamente en una respuesta vibratoria de la flor, podrían aumentar temporalmente su reclamo publicitario cuando hay polinizadores cerca.

Esto resultaría en una mejor economía energética. Si simultáneamente se aumentara la concentración de azúcar, la doble respuesta convertiría a la especie en un competidor en la batalla por llamar la atención de potenciales polinizadores.

Esa es la respuesta que ofrece Oenothera drummondii, capaz hacer vibrar sus pétalos y aumentar la concentración de azúcar en el néctar. Las abejas son extremadamente sensibles a ellas.

Esto sería una rápida respuesta a diferentes frecuencias de sonido, incluyendo grabaciones directas de las vibraciones producidas por los polinizadores y sonidos sintetizados de frecuencias similares.

Una mayor concentración de azúcar puede mejorar tres factores que aumentan la eficacia de la polinización:

  • El proceso de aprendizaje de los polinizadores
  • La constancia de sus visitas
  • El incremento de la tendencia a visitar flores de la misma especie.

Además, la mejora de la recompensa también puede aumentar la duración de la visita, mejorando aún más la eficiencia de la polinización.

Raíces que se orientan por el sonido

Utilizando unos dispositivos para investigar la respuesta hidrotrópica de las raíces del guisante Pisum sativum, en uno de los escenarios 80% de las plantas dirigieron sus raíces al tiesto en donde se depositó el agua.

En otro escenario, en el que las raíces no tenían acceso al agua, el mismo porcentaje de plantas fueron capaces de localizarla detectando las vibraciones generadas por el caudal que circulaba dentro de unos tubos de PVC que rodeaban los tiestos.

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Cortesía: The Conversation

Estas experiencias ilustran por qué las raíces de los árboles son tan proclives a introducirse en las húmedas y nutritivas tuberías del alcantarillado.

También explican por qué las raíces de algunos árboles ribereños eligen buscar fuentes más estables y fiables de agua freática, en lugar de depender del caudal variable de los arroyos cercanos.

Plantas sedientas que emiten ultrasonidos

Que las plantas estresadas muestran fenotipos alterados —como cambios en el color, el olor y la forma— son respuestas fisiológicas muy conocidas.

Los resultados de una investigación reciente demostraron que los ultrasonidos emitidos por dos solanáceas estresadas (el tomate y el tabaco) pueden detectarse por otros organismos.

En su mayoría, los sonidos emitidos oscilaban entre 40,000 y 60,000 Hz, una frecuencia demasiado alta para el oído humano, que solo capta frecuencias de hasta 20,000 Hz.

No obstante, son perfectamente audibles para los perros, que pueden oír hasta 45,000 Hz; y para los gatos, cuya audición llega hasta los 64,000 Hz.

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Cortesía: The Conversation

Aunque sea tentador pensar que las plantas tienen un superpoder ultrasónico de origen desconocido, los sonidos se deben a la cavitación provocada por el exceso de evaporación o por los suelos excesivamente secos. En ambas circunstancias estresantes se registraron ultrasonidos.

La mayoría de las investigaciones previas utilizaron micrófonos fijados directamente sobre la planta. En esta investigación, los sonidos fueron captados por micrófonos situados a una distancia de hasta cinco metros.

Esto significa que los sonidos pueden llevar información útil para otros organismos, de modo que otras plantas podrían responder reduciendo el consumo de agua o que los insectos cercanos puedan percibir que la planta estresada es más vulnerable al ataque.

Nuestra comprensión de las capacidades sensoriales de las plantas está empezando a aflorar. Las plantas no son organismos tan insensibles como creemos. Son organismos vivos que, como los animales, luchan por sobrevivir, aunque los humanos seamos incapaces de reconocer los ruidos de la batalla.

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

* The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

* Manuel Peinado Lorca es catedrático y director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Luis Monje es biólogo y profesor de fotografía científica de la Universidad de Alcalá.

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