• La inclusión no es solo un discurso; son acciones que deben ayudar a crear un mejor entorno.
  • Pero, en ocasiones, aún tenemos comportamientos que sesgan los espacios para el resto de las personas.
  • Para conocer y aprender sobre este tema, la organización Educación para Compartir lanzó el Inclusómetro. Conócelo.
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En los últimos años, ser personas incluyentes se ha convertido en una meta para parte de la sociedad pero, ¿qué tanto lo son en realidad? Para averiguarlo, la organización internacional Educación para Compartir (EpC), presentó el Inclusómetro, una herramienta que ayuda a reflexionar y actuar al respecto.

A través de una serie de 15 preguntas y 15 actividades recreativas, la gente puede conocer si realiza acciones de inclusión, las consecuencias de la discriminación y más.

La iniciativa, que es parte de la campaña «Si incluyes, influyes», busca crear consciencia sobre la importancia del respeto, la tolerancia y la apertura de espacios para todas las personas.

En entrevista para Business Insider México, Abraham Muñoz, director general de EpC, y Pamela Aguilar, especialista en Desarrollo Pedagógico e Innovación en la organización, detallan la relevancia del Inclusómetro y de abordar este tópico en cualquier área de nuestra vida.

¿Por qué debería interesarme la inclusión?

Antes de usar el Inclusómetro, es importante que conozcas algunos datos. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2017, 20.2% de mexicanos mayores de 18 años se sintió discriminado en los 12 meses previos al ejercicio.

«Los motivos más frecuentes de percepción de discriminación fueron la forma de vestir o el arreglo personal con 30%; la complexión física (peso o estatura) con 29.1%, y las creencias religiosas con 28.7%», refiere en un comunicado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), organismo que realiza el ejercicio.

A esto se suma que, en 2020, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer que tres de 10 personas con algún tipo de discapacidad han sido víctimas de discriminación.

En otro tenor, Bullying Without Borders reveló este año que seis de cada 10 niñas y niños en el mundo sufren todos los días algún tipo de acoso presencial y en línea.

Otro dato preocupante es el que anunciaron ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DESA) en septiembre.

«El informe estima que se necesitarán hasta 286 años para cerrar las brechas en materia de protección legal y en eliminar las leyes discriminatorias; 140 años para alcanzar la representación equitativa en los puestos de poder y liderazgo en el lugar de trabajo, y al menos 40 años para lograr una representación igualitaria en los parlamentos nacionales», expone en su sitio web.

Así nació el Inclusómetro

El Inclusómetro surge como una iniciativa de EpC para conmemorar 15 años de actividades en la organización, que toma como base el juego para sensibilizar a la sociedad. Ambos materiales están disponibles en su página oficial.

«Lo decidimos porque, en la trayectoria de la organización, trabajamos con niñas, niños, mamás, papás, maestras y maestros. Hemos detectado que hay una incidencia real y profunda en atender una de las problemáticas que más nos preocupan, que es la discriminación», apunta el director general del proyecto.

Elaborar esta métrica requirió tiempo, esfuerzo y analizar las actividades recreativas que ya se aplicaban anteriormente en la organización.

«Teníamos una gama muy amplia de juegos (…). Nos dimos a la tarea de estudiar cada uno de ellos y ver la respuesta que obteníamos de niñas y niños después de (realizarlos). Nosotros jugamos, reflexionamos y actuamos. En cada momento escuchamos las opiniones. Una que siempre rescatamos tiene que ver con la práctica de valores», comenta la especialista en Desarrollo Pedagógico e Innovación de EpC.

Con base en ello, marcaron una «hoja de ruta» para delimitar los retos que se utilizarían para acercar el tema de inclusión a las personas. A lo largo de este tiempo, los comentarios sobre la plataforma son positivos.

«Hemos detectado que les gusta mucho la herramienta. Se meten, entran al espacio y hacen análisis (…). Tocamos las fibras más sensibles y mucho es qué puedo hacer yo hoy para cambiar», dice Muñoz.

El objetivo

El propósito de este «termómetro» y los juegos es saber qué nos falta para ser más incluyentes.

«Tiene como objetivo conocer en qué punto de nuestra vida estamos y que tantas (acciones incluyentes hacemos) en nuestro día a día. No (queríamos realizarlo) con solo una infografía y datos duros; (nos interesa) saber qué pasa con la discriminación, sus consecuencias y transformar (la información) en una herramienta diagnóstica de (mostrar) dónde estamos parados como sociedad», agrega Aguilar.

La iniciativa busca concientizar de manera general sobre las acciones negativas contra diversos grupos.

«El meter todos los tipos de discriminación en 15 preguntas nos resultaba imposible. Las principales reflexiones que teníamos al inicio es que las acciones se podían dar por cualquier motivo (…). Más allá de querer abordar todas de un golpe, nos gustaría ir paso a paso para evaluar valores y comportamientos diarios. Posteriormente, nos abocaremos a los sectores identificados, pero sin dejar de reconocer a los otros que aún no cuentan con nombre», puntualiza.

No es una cuestión de edad

El Inclusómetro no es solo para niños; se puede utilizar en empresas, en el hogar y en la comunidad donde vives.

«La metodología de Educación para Compartir está basada en juego, reflexión, propuesta y acción. Se puede replicar tanto en espacios públicos abiertos, escuelas públicas y privadas, centros laborales y empresas. Hemos (colaborado) con infinidad de organizaciones para promover actividades de inclusión, concientizar sobre los objetivos de desarrollo sostenible, trabajo en equipo, respeto y empatía», asegura Muñoz.

Esto se debe a que el juego «derriba» los cambios culturales, lo que ayuda a unir a las personas. Además, es aplicable en cualquier parte del mundo.

«Estamos viendo los mejores caminos para llevar los materiales en braille, pero tenemos que difundirla. Nos gustaría (acercarla) a un mayor volumen de la población que requiera esta herramienta, a comunidades originarias y está listo prácticamente para hacer todas las traducciones en cualquier lengua (…). Para lograrlo, necesitamos apoyo y donaciones«, complementa.

¿Qué podemos realizar tras hacer el Inclusómetro?

Después de hacer el Inclusómetro, es posible que tengamos mucho por reflexionar. Pero eso, lejos de ser un castigo, es una oportunidad para ser más incluyentes.

«Lo primero es la autorreflexión. Ese ejercicio, por sí solo, es ‘oro molido’. (Posteriormente), hacer un esfuerzo para cambiar algo que sepamos que no estamos haciendo de manera ideal», señala el líder de EpC.

Otro paso es informarse al respecto, ya sea con la organización o en fuentes documentales que ayuden en la materia.

Uno más es pensar en cómo nuestro pensamiento ha evolucionado para tener pensamientos no incluyentes o mejorado para abrir los espacios a las personas que no son iguales a uno mismo.

«Nos gustaría que no se quedaran (con la sensación de que) es una evaluación o que así determinas qué tipo de persona eres. Es una herramienta que, además de todo, nos permite reflexionar sobre nuestras creencias o comportamientos pasados (…). No hay que dejar de lado que tuvimos una formación previa antes de llegar a ello y que éramos diferentes antes de contestar esto. Nos ayuda a visibilizar cómo es que, a lo largo de nuestra formación, podemos interiorizar ideas o (acciones) que, sin percatarnos, son discriminatorias pero que, en algún punto, llegó la luz y dijimos ‘ok, no está padre hacerlo de esta manera», considera la especialista en Desarrollo Pedagógico e Innovación de la asociación.

En este camino, el diálogo es una pieza medular para mejorar y aportar a nuestro entorno.

«Nunca vamos a saber cómo nos sentimos si no tenemos esos canales para expresar cómo vivimos ciertas circunstancias. Cuando hicimos (el Inclusómetro), nos preguntamos cuándo habíamos sido discriminados, cómo nos sentíamos, cómo se dio, la manera en la que reaccionamos y cómo nos hubiera gustado que sucediera. Nosotros mismos y (al hacer más investigaciones), notamos que la sociedad no está tan informada. Por eso, hay que acercar la información que contribuya a modificar nuestras pláticas, ya sea a través del juego (y otros métodos), con el fin de ahondar (en la materia)», concluye.

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