- En 1996, Alice Marie Johnson fue condenada a cadena perpetua por su participación en el delito de tráfico de drogas.
- Después de 21 años en prisión, Johnson fue indultada luego de que Kim Kardashian abogara por su libertad.
- Johnson habló con la periodista de Insider Yoonji Han sobre encontrar esperanza en prisión y cambiar el sistema de justicia penal.
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Este es un ensayo narrado basado en una conversación con Alice Marie Johnson, quien fue condenada a cadena perpetua en 1996 por su participación en una organización de tráfico de drogas. Con el apoyo de Kim Kardashian fue liberada de prisión en 2018 y ahora es una defensora de la reforma de justicia penal. El ensayo ha sido editado por motivos de extensión y claridad.
Nací en Mississippi como una de nueve hijos, ocho niñas y un niño, con mi hermano justo en el medio. Mis padres trabajaban en la propiedad de otra persona: mi padre era un aparcero y trabajaba en la granja lechera y mi madre era una cocinera excepcional.
Recolectábamos algodón, así que crecí con una fuerte ética de trabajo; no tienes otra opción cuando el trabajo es parte de tu vida.
Escapamos de la aparcería cuando tenía casi 6 años. Utilizo la palabra «escapar» porque eso es lo que tuvimos que hacer para salir de ese sitio. Cada año, cuando se vendía un cultivo, los dueños de la tierra nos decían que no quedaba dinero, incluso si era un buen año. Mis padres tuvieron que comprar secretamente una casa prefabricada en Olive Branch, Mississippi, y escapaban por la noche para acondicionarla.
Un día, en medio de la noche, me despertaron, me taparon la boca porque hablaba mucho y empujaron el coche por el camino hasta que pudimos escapar a nuestra nueva casa.
Nos mudamos y tuvimos un nuevo comienzo. Mis padres sabían que la única forma de escapar de la pobreza era a través de la educación. Mi padre consiguió su primer trabajo en una fábrica. Mi madre comenzó a cocinar en clubes campestres y para diferentes organizaciones, y finalmente abrió su propio restaurante que envió a todos mis hermanos a la universidad.
Para mí, las cosas no salieron tan bien porque quedé embarazada y me casé joven, cuando solo tenía 15 años.
Por el mal camino
Mi esposo y yo tuvimos cinco hijos juntos, así que nunca pude hacer las cosas de adolescentes que hacen la mayoría de las chicas. A pesar de casarme muy joven y estar en un matrimonio muy tumultuoso, logré tomar clases para secretaria en secreto. No podía dejar que mi esposo lo supiera porque diría: «Deberías estar trabajando en lugar de usar ese tiempo para estudiar».
Pero todavía tenía fuertes ambiciones y sabía que debía tener algo para construir mi propio futuro porque mi matrimonio ya se estaba yendo por el caño.
Avanzaba en cada trabajo que tenía. De hecho, integré nuestras oficinas de la pequeña ciudad. Nunca habían tenido a una mujer negra trabajando en una oficina, pero debido a mis habilidades, fui la primera en obtener un trabajo de oficina. Cada trabajo que obtenía una persona negra eran trabajos de fábrica o domésticos. Conseguí uno en FedEx como secretaria y ascendí a un puesto de gerente.
Pero mi vida cambió por completo después de mi divorcio. Aunque fue un matrimonio terrible, había estado casada toda mi vida adulta hasta ese momento y se sintió traumático. Mi vida comenzó a salir de control. Terminé conociendo a un hombre, a quien descubrí más tarde que estaba involucrado en drogas. Pensé que era un jugador profesional.
Así fue como terminé tomando la mala decisión de convertirme en una mula para enviar mensajes en un negocio de tráfico de drogas.
Condenada a cadena perpetua
Me sentía culpable por lo que estaba haciendo, pero estaba feliz de poder poner comida en la mesa y pagar los servicios. Mi hijo murió trágicamente en un accidente en una motoneta y me convertí en una especie de zombie en ese momento. Estaba de luto, mis hijos estaban de luto y ni siquiera podía pagar su funeral. Así que comencé a pasar esos mensajes.
Cuando uno de los individuos que transportaba drogas fue arrestado, tenía mi número de teléfono. Tenía 39 años y oficialmente me convertí en parte del arresto por conspiración.
Me etiquetaron como la cabecilla, pero no tenía el dinero que pensaban que tenía. Mi casa valía un poco menos de 100,000 dólares y estaba pagando un automóvil. Pero tenían que etiquetar a alguien y quien fuera a juicio siempre sería etiquetado porque los demás aceptarían una oferta de declaración de culpabilidad. No sabía nada sobre el sistema de justicia penal ni cómo funcionaba la conspiración.
Cuando me condenaron a cadena perpetua, me quedé en estado de shock. No hubo violencia en mi caso. Nunca vendí ni consumí drogas. Las drogas por las que fui acusada eran drogas que se testificaron pero nunca se incautaron.
Encontrando mi voz en la prisión
Cuando fui a la prisión, me eduqué mucho. Quería saber cómo era posible recibir una sentencia así. Tomé la decisión de que todavía iba a vivir la vida e impactar a mi comunidad carcelaria.
Era un lugar oscuro, pero las mujeres se convirtieron en mi familia. Solicité la clemencia en numerosas ocasiones pero me la negaron. Perdí a mis padres y a mi hermana mayor mientras estaba en prisión, no pude ir a los funerales. Pero tomé la decisión de nunca perder la esperanza. Mi fecha de liberación solo sería la de mi muerte, pero tenía la esperanza de que regresaría a casa.
Comencé a escribir obras de teatro para involucrar a las mujeres y me convertí su defensora en la prisión. Solo había estadopresa un año cuando pude cambiar el sistema educativo de nuestra cárcel: a las mujeres con largas condenas no se les permitía participar en ciertas clases de formación profesional que estaban destinadas a mujeres que iban a ser liberadas pronto, pero luché para cambiar esa política.
Mi argumento fue: ¿cómo le dices a una mujer que no tenga esperanzas? ¿Cómo le dices a una mujer que no se prepare para un futuro?
Kim Kardashian se enteró de mi problema porque comencé a dar charlas desde la prisión. Creo que cuando miré a la cámara como si estuviera hablando directamente al público, mi sinceridad se transmitió. No era un estereotipo de lo que era una prisionera. Era una mujer normal que acababa de convertirse en bisabuela. Ni siquiera había cometido el peor crimen. Muchas personas me dijeron que sentían mi corazón.
Una mujer libre
En 2018, después de cumplir 21 años en prisión, el presidente Trump me otorgó el perdón presidencial y fui liberada. Salí y fue una locura. Sonaba como un terremoto. Todas las mujeres en el recinto estaban encerradas, pero golpeaban las ventanas y golpeaban sus pies, gritando: «Señora Alice, no se olvide de nosotras».
No lo mostré, pero fue muy aterrador. No sabía nada. Aquí estaba internet, FaceTime y Facebook. Ni siquiera sabía quién era Kim Kardashian. Salté cuando entré al automóvil y escuché la voz de un extraño, resultó ser Siri dando a mi hija indicaciones.
Al principio, tenía pesadillas. Me despertaba y en lugar de ver una litera, veía un techo sobre mi cabeza, y eso me calmaba.
Pero nunca pude sacar la imagen de las mujeres en prisión de mi cabeza. Sabía que no dejaría de luchar por ellas. Tan pronto como toqué el suelo, comencé a trabajar intensamente. Ni siquiera había estado en casa un fin de semana antes de estar viajando, llamando a poner fin a las sentencias obligatorias y buscando un cambio real en el sistema de justicia penal.
No quería que hubiera otra Alice Johnson. Entré como una mujer rota, y salí libre. Ya estaba libre antes de que me liberaran. Salí como una mujer que había enfrentado mi pasado y mis miedos, y estoy lista para lo que viene.
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